Community; Daryl Dixon.

15.- Consecuencias

Randall parece creer cien por ciento lo que Shane dice, pero yo estoy lejos de hacerlo. Sus pasos se van acercando hasta mi, pego más mi cuerpo al tronco del árbol y trato de ver hacia ellos.

Cuando su plática termina y Shane pide ir más rápido es cuando pasan cerca de mi escondite, camino rodeando el árbol cuidando mis pisadas, ahora estoy a sus espaldas y veo como Shane casi arrastra al chico.

Todo me dice que la decisión que tomé fue un error, y cuando veo como el soldado corpulento abraza el cuello delgado de Randall hasta hacerlo crujir, sé que yo acabe con la vida de ese chico que ahora está en la tierra con el cuello volteado en un ángulo que de estar con vida sería imposible.

El reproche de no haber pensado mejor las cosas, junto a la furia que siento en parte hacia él y por su puesto hacia a mi por no prever que esto era lo más lógico que pasaría me hacen hablar.

ㅡ Tu eres el monstruo ㅡ mis palabras golpean la espalda del soldado.

Ríe y se da la vuelta, su sonrisa tiene reflejada la satisfacción de haber terminado con el asunto del prisionero.

ㅡ ¿Por qué nadie lo entiende? ㅡ sujetaba su cabeza ㅡ así es como el mundo es ahora, el fuerte vence al débil.

Con su última palabra señala con ambas
manos el cadáver.

ㅡ Es así como tú eras antes de que el mundo se fuera a la mierda ㅡ contradigo ㅡ Antes de esto, ¿Cuánto tiempo habría pasado para que Rick, tuviera el mismo destino que Otis?

ㅡ ¿Otis? ㅡ suelta una carcajada ㅡ ese tipo...la vida de Carl vale más, arriesgaría a Rick si con eso salvará a Carl o Lori.

ㅡ Pero ellos no son tu familia, no es tu esposa, no es tu hijo.

Mis palabras tienen un peso que lo hacen cambiar su expresión así como su postura. Al instante en que lo veo avanzar ni siquiera dudó en sacar mi arma y apuntar.

Mi acción lo hace reír.

ㅡ Adelante, dispara ㅡ me incita ㅡ vendrán esas cosas y probablemente Rick, junto a los otros también lo hagan y verán que lo siempre he dicho...que tengo razón, que siempre la tuve.

Siento mis manos temblar pero no por el peso del arma, sino por el de tener que tomar una decisión.

Quito el seguro del arma.

ㅡ ¿Lo ves?, también estás dispuesta a matar.

No quisiera que él tuviera razón, quiero que el Sr. Dale la tenga, pero él ya no está, este mundo lo acabo por que se había negado a ser igual que el hombre que tengo frente mi.

Tal vez Shane tenga razón.

Pero sus motivos son egoístas, es motivado por la ambición de quedarse con lo que no le pertenece, y esa obsesión lo había trastornado.

ㅡ ¿Qué diría Dale de ti ahora, Helena?

Suelta mi nombre con sorna y aprieto más el arma entre mis manos, mis ojos se llenan de lágrimas debido a la rabia, de no poder jalar de una vez por todas el gatillo y sobre todo porque seguro habría decepcionado al Sr. Dale, por caer tan fácil en las palabras de Shane.

Me siento ridícula, apuntando un arma que sé, no puedo disparar.

En un par de pestañeos tengo al soldado desviando el fusil del arma con una mano y sujetándome del cuello con la otra.

Su fuerza me supera y me alza unos centímetros de la tierra, el arma cae al suelo, muevo mis piernas tratando de patearlo pero no lo logró.

Me estampa contra el tronco más cercano y siento como la última reserva de oxígeno abandona mi cuerpo, sus dedos se cierran más en mi garganta.

Intento quitar sus manos de mi cuello, pero sus dedos parecen raíces enredadas en mí.

ㅡ El débil siempre evita la violencia, aunque eso ponga en peligro su vida.

Se regocija viendo mi expresión.

Lanzó un par de patadas atinando en su estómago, cuando lo veo acercarse un poco, clavo la punta de mis dedos en su garganta con toda la fuerza que me queda.

Mi movimiento lo hace retroceder tosiendo por mi ataque, cuando caigo al piso tomó grandes bocanadas de aire y toso por la sensación de los músculos entumecidos de mi garganta.

ㅡ Maldita...ㅡ tose entre las palabras.

Aprovecho el tiempo que le toma recuperarse y como puedo trato de levantarme. Antes de hacerlo su pie impacta en mi abdomen y me saca volando unos centímetros, el aire vuelve a salir de mis pulmones pero ahora un dolor agudo se instala en mi estómago.

ㅡ Dale era un viejo que no habría hecho nunca lo necesario para mantener a alguien con vida.

ㅡ ¡Cállate!

Escuchar esa acusación me hace enfurecer que cierro mi puño con fuerza, al chocar con su mejilla lo hago tambalear, pero no cae, y cuando recompone su postura me lanza un golpe que impacta en mi rostro.

Todo me da vueltas y comienzo con ver pequeños puntos negros, hasta que caigo inconsciente estando a su merced.

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Muchas gracias por todo, el apoyo que me brindan en serio, en serio, en serio... me alegra y me motiva a seguir escribiendo.