Community; Daryl Dixon.

47.- Guerra de Troya.

Me bajé de la camioneta.

ㅡ No deben estar muy lejos ㅡ Con dificultad respiro y siento la ropa pegada al cuerpo por el sudor de estar corriendo.

Apenas Rick había encendido el motor de la camioneta, mi cabeza comenzó a conspirar contra mí, contra lo que sentía, a favor de liberarse de esa sensación de vació.

Deduje dos cosas, la primera, que sí se trataba de la suerte, realmente nadie tiene, mucho menos en este nuevo orden, por eso no podía confiarle el volverlo.

Y dos, durante y después del invierno me acostumbre a verlo, a sentir su presencia rondar alrededor de mí, preocupado por mis fantasmas, que aunque no conoce, sabe que existen y no me deja enfrentarlos sola, mejor dicho me ha dejado claro que no vale la pena pelear, él me vio, sin los ornamentos que en algún momento atrajeron personas que sólo me concibieron como un adorno o un premio; con ropa práctica para pelear, holgada, sucia, zapatos para nada brillantes, manos que de tersas ya no tienen nada, al igual que del cabello sedoso y largo, que los médicos habían rapado para tener que operarme y mi rostro del que muchas veces recibí elogios, a veces más por compromiso, ahora marcado con una cicatriz como Caín, que no puedo ocultar que sigue y será siendo un recordatorio.

Daryl lo había acariciado sin asco, sin curiosidad o alguna otra segunda intención, sólo quería ayudar a curar un moretón, así de simple, así es Daryl, práctico y simple, no por ello menos interesante, dotado de un don para el rastreo que muchas veces lo había visto usar, al igual que su instinto a la hora de cazar, aunque me enseño algunos trucos, estoy muy consciente que jamás lograré estar a su nivel, es demasiado bueno.

Uno nunca esperaría que el hombre desarreglado, al que no le gusta bañarse, porque sí ya había notado como eludía el agua, de actitudes toscas, porque lo práctico va primero, no se molesta para que las cosas sean refinadas, si funciona, lo usa; sea él mismo que se baña cuando se lo pides, que ofrece disculpas, que escucha atentamente así sea que los estés regañando, que note tu aversión al frío y te ofrezca una bufanda, que sea cuidadoso al cargar una bebé, que te mira atentamente cuando le hablas, cuando acostados uno a lado de otro, procura que tu cabeza esté cómoda y silenciosamente pide permiso para acercarse y rodearte con sus brazos, porque recuerda que no te gusta el frío.

Daryl es a primera vista todo aquello que mi familia, mi anterior familia, rechazaba, en ningún espacio, en ningún momento de ese anterior mundo, lo hubiera conocido y literalmente las cosas tuvieron que irse al carajo para coincidir y que esté atravesando el bosque lleno de caminantes buscándolo.

ㅡ ¿Dónde estás?

Estaba más preocupada por correr y buscar, que por pasar desapercibida para los caminantes que ahora son un grupo pequeño rodeandome.

ㅡ Justo en el peor momento ㅡ hundo el filo de mi cuchillo en la frente de uno abriéndome paso, otro se acerca con bastante entusiasmo por ver carne fresca, pero lo empujo y dejo ir con fuerza una patada que estalla su cráneo, en el movimiento mi pierna se atora con un lazo puesto entre ramas que lentamente veo como se tensa y deja caer un contrapeso afortunadamente pequeño en relación a mi peso, no me alza en el aire, pero si entorpece mi huida.

Puedo jurar que conozco el método de caza, así mismo, juro que siento el aliento de un caminante en la nuca, ni siquiera dudo en dejarme caer y patearlo con la pierna libre, su rodilla se quiebra y en lugar de caer hacia atrás cae sobre mí, con la boca abierta listo para comer, atravieso mi arma para detener su mordida, pero eso me deja expuesta a los demás que se acercan, empujo su cuerpo para sacarlo de encima y poder defenderme, pero el peso supera mi fuerza, tal vez hubiera ayudado ejercitarme más o comer mejor o simplemente mantenerme en el asiento de la camioneta dejando que Rick y Glenn peleen, para después seguir nuestro camino a casa, tal vez hubiera sido mejor que...El filo de una navaja se encaja en el cráneo del caminante dejando su cuerpo inerte encima de mí, sólo me basta con empujarlo para quitarlo de encima.