Lindos.

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Por favor denle mucho amor a este capítulo comentando muchooo, osea. Me quedo divino.

Cap 29.


— Venezuela espera -. Pidió mientras lo detenía por la muñeca.

— ¿Qué pasa? -. Pregunto dándose la vuelta.

USA lo había detenido justo cuando cuando empezaba a subir las escaleras.

— ¿Estás enojado? -. Pregunto temeroso.

Venezuela suavizó un poco su mirada.

— No, no estoy arrecho contigo -. Abmitio -. Después de todo... No es tu culpa, así que tranquilo chico.

Estados Unidos sonrío aliviado.

Aunque esas palabras no calmaban la vergüenza y la rabia que crecía en si por la imprudencia y el interés de su gobierno.

No era tonto. El también sabía que ellos solo lo ayudaron por las riquezas de Venezuela.

— Voy a subir a revisar a los muchachos -. Dijo el tricolor de arco de estrellas sacandolo de su trance.

El americano frunció el seño.

— Estás herido, no deberías esforzarte tanto -. Aconsejo sujetándolo un poco más fuerte en su agarre -. Necesitas atenderte esas heridas.

Si. El se había dado cuenta de las heridas, no tan graves, del país chocolatero.

Pero que si no eran atendidas de la manera correcta podrían infectarse.

Eso sería algo malo, ademas de un retraso para el grupo.

— Estoy bien -. Respondió restándole importancia a su dolor.

— Solo lo dices para no preocuparme, Siempre haces eso... -. Susurró USA mirandolo con reproche.

Venezuela ya no aguantando más la mirada que le brindaba el más alto solo suspiró rendido.

— Está bien... Ve y busca el botiquín en el baño, yo te espero arriba ¿Si? -. Hizo la pregunta para ver si el estadounidense estaba de acuerdo.

El de 50 estrellas dudo un momento.

— Si... -. Acepto, no queriendo perder más tiempo, ya que mientras más minutos pasaban las heridas podrían empeorar.

— Ok, ahora sultame, no puedo irme así -. Dijo con una sonrisa burlona.

— ¿Ah? -. Hizo un sonidito de duda.

Venezuela solo chilló internamente por lo tierno que podía ser.

— Mi mano, aweboniao -. Rió moviendo levemente su mano.

— A-ah si... -. A pesar de que ya le habían especificado lo que tenía que hacer no lo quería soltar.

Sentía que si lo soltaba el se iba a ir de su lado, que lo iba a dejar solo, como hace algunos años.

No quería eso, no quería volver a estar sin su chocolatero.

Inconscientemente volvió a apretar un poco más su mano.

— ¿USA? ¿Estás bien? -. Pregunto preocupado al ver tristeza en la mirada perdida del americano.

Este fue soltando poco a poco su mano, y para cuando lo termino de hacer respondió -. No es nada, ve con ellos, en un momento subo.

Y con esto se dió media vuelta en busca de lo necesario para atender al más bajo.

Pussy e' your motherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora