Torre de vigilancia - Parte 3.

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Cómo lo prometido es deuda, aquí les traigo un nuevo capítulo ( ˘ ³˘)♥

Espero y les guste.

Cap 34.

— ¿Que crees que estén haciendo aquí? -. Pregunta en un murmullo Caracas.

— Nada bueno... -. Respondió, mirando atentamente a estos.

Se quedaron escondidos observando a esos uniformados, no parecían hacer algo interesante o de relevancia.

Hasta que vieron a dos sujetos salir de esa torre y casi al mismo tiempo, unas camionetas llegaron.

— Buenas tardes -. Dijo con aparente calma el que había dirigido el "recorrido".

Todos los demás hicieron una pose de saludo militar.

— ¿Todo está listo? -. Pregunto uno de ellos.

— Si señor, todo listo. Como el señor presidente lo ordeno -. Dijo con voz monótona, como si no le importara nada realmente.

— Maldito -. Murmuró Caracas rencoroso...

Venezuela solo miraba serio la ecena.

— Bueno, ya pueden pasar ¿Qué esperan? -. Ordenó uno de los humanos, con una sonrisa prepotente.

— No hacen nada bien, por eso estamos cómo estamos -. Comenta el otro, pero con la mirada atenta a su teléfono -. Ahg, maldita señal de mierda, gracias a Dios ya me voy a este país inmundo -. Gruño al aire.

Venezuela y Caracas los identificaron cómo unos de los más cercanos al presidente, por así decirlo.

Por lo tanto. Dos de los más involucrados en todo los negocios retorcidos y homicidios del gobierno.

Dos seres sucios y repugnantes, qué merecen que los metan a una cárcel para que se pudran.

— Caracas cálmate -. Exigió el venezolano mayor al ver cómo su capital estaba tensa.

Este soltó un leve gruñido y dió unos pasos hacia atrás, pisando sin querer una rama en el proceso.

Ambos se alarmaron cuando vieron al único militar que quedó voltear.

Pero se relajaron al ver cómo este no parecía haber prestado atención, y los otros dos estaban muy ocupados diciendo comentarios hirientes con respecto a su propio país.

Al parecer no los habían visto.

Que equivocados estaban. Ya que el Coronel si se había dado cuenta de su presencia.

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— Caracas... -. Susurró apenas audible al entrar, luego de que de tanta insistencia y ver qué no se iba a ir, el de orejas de león le permitiera el paso.

— Habla rápido y te vas -. Exigió este aún acostado en la cama, pero sin dirigirle la mirada.

— Está bien -. Acepto el moscovita. Dolido por las palabras de este -. Yo... Lo siento ¿Está bien? No debí actuar así y... Y de verdad lo lamento, nunca fue mi intención que... T-tú...

Silencio.

— ¿Terminaste? -. Pregunto fingiendo desinterés el caraqueño.

— Caracas, por favor yo-

— Si ya terminaste puedes salir. Gracias -. Le cortó.

Moscú, no queriendo seguir molestando al más bajo con su presencia, decidió que era mejor salir.

Pussy e' your motherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora