¿Por qué me traicionaste?

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Cap 36.

— Oh... Perdón por interrumpir -. Se disculpo ladeando su cabeza con una sonrisa -. Pero, Miami debe de comer, espero y entienda eso señor Bolívar.

Miami se tenso por oír su nombre salir de los labios de la chica y, involuntariamente, empezó a temblar.

Bolivar al notar esto, decidió hacer algo.

— No te preocupes, lo entiendo perfectamente -. Dijo, poniéndose de pie.

Acto de reflejo, y por el miedo recorriendo cada partícula de su ser, la cuidad norteamericana llevo instintivamente su mano hacia el bolivarense. Sujetándolo de su camisa.

Bolivar volteo a verlo con ojos levemente abiertos, pero al ver las esmeraldas brillar en súplica, solo lo impulso a hacer lo que tenía pensado.

— Tranquilo... -. Murmuró, para que solo escuchará el más bajo -. No me iré -. Aseguro.

Las dudas no dejaron que el estadounidense lo soltará. Estaba asustado. No quería que lo dejaran con ella.

Bolivar al ver que esté no accedía, no tubo más remedio que soltarse el mismo. Obviamente siendo delicado.

Sintió una breve opresión en el pecho cuando escucho el jadeo de terror que soltó el más bajo.

La única mujer presenté seguía con esa sonrisa "amable" mientras veía al bolivarense dirigiéndose hacia ella.

Pensó que el más alto seguiría de largo hacia la salida, pero vaya sorpresa se llevó al sentir como este le quitaba la charola de las manos.

— Gracias por traerle el desayuno. Ya te puedes ir -. Agradeció con una sonrisa ladina -. Chao~.

Dicho esto se acercó nuevamente a la cama en dónde aún estaba Miami.

— Pero- -. Intento debatir la americana.

Bolivar se dió media vuelta dispuesto a dejar varias cosas en claro.

— Primero, no deberías estar aquí llevándole desayuno a Miami -. Dijo serio.

— El es-

— Me importa un comino lo que ustedes sean, estás aquí porque USA necesita ayuda -. Interrumpio -. Así que por favor, ve a cumplir tu trabajo. Ah, y no te preocupes -. Sonrío -. Yo cuidare bien del catire, así que no debes preocuparte.

Explico con una sonrisa, mientras la bandeja la posicionó en una mesita de noche aun lado de la cama.

Alice, totalmente ofendida se dirigió a la puerta saliendo de la habitación, no sin antes azotar la puerta.

— Esa tipa está loca... -. Murmuró Bolívar.

Suspirando si dispuso a darse la vuelta para aclarar el malentendido de esa mañana.

Se sentía muy mal por haber amanecido de esa forma con el norteamericano.

— Yo- -.

Pero toda acción de explicarse quedó frenada al sentir el cálido cuerpo del estadounidense contra el suyo.

El más bajo le estaba brindando un abrazo. Estuvo dispuesto a corresponder, pero el recuerdo de cómo el más mano se alteró por su toqué lo llevó a preguntar primero.

— ¿También puedo abrazarte? -. Pregunto dudoso, susurrando suavemente.

Resibio un asentimiento de cabeza y que el abrazo fuera más fuerte.

— Gracias... -. Gimoteo Miami -. Y-y perdón...

— ¿Por qué te disculpas? -. Pregunto con algo de duda.

Miami solto un suspiro pesado.

— Y-yo creí q-qué t-tú -. Un sollozo no lo dejo terminar.

Solo hundió más su cara contra el más alto.

— Sssh, tranquilo -. Intento calmar.

— Yo pensé qué tú... Me dejarías solo, sorry sorry -. Explico en susurros, un poco más calmado.

Bolívar acarició su cabello con una sonrisa comprensiva.

— ¿Ella te hizo algo? -. Pregunto, luego de unos minutos de silencio.

El de ojos de color esmeralda no respondió.

— Está bien si no me lo quieres decir, no tienes qu-

— Ella fue mi novia... -. Confesó en un murmuró.

— ... -.

...

— ¿Por qué nos ayudaste? -. Cuestionó Venezuela.

Llevaban más de media hora intentando interrogar a los dos hombres, sospechosos de varios delitos.

Pero al ver cómo estos no pensaban hablar; para no perder tiempo decidieron pasar a hacerle preguntas al otro "preso".

— Te lo dije... Quiero ayudarlos -.

— Si cómo no. Y yo soy chavista -. Gruño el venezolano mayor.

El sujeto rió sin gracia.

— De verdad lo siento... -. Soltó en un murmullo.

— ¿De que te disculpas? -. Gruño USA.

— De todo... -. Dijo, con la mirada perdida -. Yo-

Sus palabras fueron calladas por un puñetazo de FANB.

— Eres un maldito sapo -. Le escupió.

Rusia agarró del brazo a la organización, intentado alejarlo del castaño.

Alejandro solo veía cómo golpeaban al que alguna vez fue su tutor... Y amigo, ser golpeado.

No era una vista bonita.

— ¡Tiene qué creerme! ¡No saben en el peo que me metí por entregarte a esos malditos! -.

Venezuela seguia impasible, pero levantando la mano para que FANB dejará de forcejear con el eslavo.

— ¿Por qué me traicionaste? -. Pregunto en tono severo, mientras lo tomaba bruscamente del mentón. Viendolo directamente a los ojos.

— Tenía miedo... -. Aparto la miraba en cuanto sintió sus ojos picar -. ... Mi familia, tenía miedo por ellos.

...

Pussy e' your motherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora