Torre de vigilancia - parte 1.

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Cap 33.

Luego de tres horas recorriendo los alrededores, bajando y subiendo de la moto, caminando, y detallando lugares probablemente sin un dueño u habitantes, se tomaron la molestia de "extender" su búsqueda.

Luego de otra media hora decidieron bajar de dicho transporte y explorar la sola.

Luego de unos minutos adentrándose a la maleza el caraqueño vió algo a lo lejos que llamó su atención.

— Venezuela -. Llamo Caracas -. ¿Qué es eso? -. Pregunto en un susurró.

El nombrado giró sobre si para mirar a su capital, este miraba hacia una dirección en especial.

Volteando sus ojos hacia la dirección a la cual este miraba, curioso.

— Hay gente ahí -. Susurró indicándole con el dedo un lugar en específico.

Venezuela enfocó más su vista y logro ver lo mismo que el de orejas de león veía.

Y tenía razón, personas.

Pero, eran uniformados.

— Vente -. Pidió mientras se encaminaba de manera sigilosa a los humanos.

— ¿Esos son miembros de FANB? -. Pregunto en un susurró.

Se habían escondido detrás de unos matorrales ya que se encontraban en un lugar un poco boscoso, pero lo suficientemente cerca como para oír de lo que hablaban.

— No creó... -. Respondió en el mismo tono de voz.

Duraron al rededor de unos veinte minutos intentando escuchar algo que les sirviera para la operación o algo de información relevante.

Pero nada, nisiquiera uno de esos uniformados había dicho una misera palabra.

Estaban empezando a desesperarse.

De pronto, un nuevo integrante, también uniformado, se acercaba a ellos.

Tanto Venezuela como Caracas se tensaron, conocían a ese sujeto.

— ¿Ese no es...? -.

— Sshhhh -. Calló Venezuela.

El sonido que provocaba las pisadas de los militares hicieron que prestarán más atención a su alrededor.

— Es hora -. Aviso el recién llegado mientras se iba por dónde había hecho su aparición.

Los demas no tardaron en seguirle el paso, y con esto, Venezuela y Caracas también.

Obviamente, estos eran muy sigilosos. No sabian lo que les harían si los llegaban a descubrir.

Los seguían a una distancia considerable, pero siempre alertas.

No sé dieron cuenta de cuánto tiempo duraron caminando, no les importó.

Lo único que si lo hizo, fue el lugar en donde llegaron a parar.

Una torre de vigilancia.

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La sala estaba en un profundo y tenso silencio, nadie se atrevía a romperlo.

Pero la preocupación de algunos podía más.

O mejor dicho...

La preocupación de dos capitales.

— ¿Caracas... -. Toda la atención recayó en el moscovita -. El... ¿el está bien? -. Pregunto apenas audible.

La verdad es que la vergüenza que cargaba desde el día de ayer era muy grande.

En cambio la capital Americana había salido con Miranda a comprar algo.

Antes de que Venezuela pudiera contestar, Zulia se adelantó.

— Está muy bien, no gracias a ustedes -. Gruño, pero con tal seriedad que le podía poner los pelitos de punta a cualquiera.

Moscú solo bajo la cabeza incómodo.

— Zulia -. Regaño Lara, al ver la expresión triste que se había alcanzado a ver en el rostro del soviético menor.

— Está bien, se lo merece -. Intervino Rusia.

Venezuela y Alejandro lo miraron mal por un momento.

— Déjalo -. Defendió el país latino.

— No lo voy a dejar, lo que hizo fue una falta de respeto -. Argumento.

Moscú solo se hacía cada vez más chiquito en su asiento.

— Y tienes razón, pero ese no es motivo para tratarlo así -.

Rusia solo rodó los ojos ante las palabras del venezolano de arco de estrellas -. Eres muy blando.

— Y tú un marico triste, déjalo quieto vale -. Pidió -. No paso nada...

— Nada que no fuera un Caracas todo jodio' por dónde lo vieras -. Completo Monagas.

— Lo siento mucho... -. Abmitio el eslavo.

— Bueno pues, tampoco vayas a llorar -. Rió Alejandro -. Uh... ¿Vas a llorar? -. Pregunto incrédulo.

— ¿Qué? No -. Aseguro.

— Mosca pue' -.

Luego de eso, todos fueron a hacer una cosa distinta.

Venezuela, USA, Rusia y FANB fueron con los sujetos que estos habían traído.

— Bueno, terminemos con esta mierda -. Suspiró USA.


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— ¿Caracas? -. Llamó, mientras tocaba la puerta -. ¿M-me dejas entrar?.

...

Pussy e' your motherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora