Capítulo trece

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Escape.

Al llegar a la habitación, encuentro a Marco leyendo algo que inmediatamente esconde bajo su almohada cuando me ve. Mi curiosidad empieza a picar dentro de mí pero tampoco es correcto que urge en sus pertenencias.

—Vamos—le digo y salimos.

El camino hasta la sala de visita se me hace un poco incómodo. Ninguno de los dos habla en el trayecto hasta que un guardia nos abre las puertas y Marco se abalanza sobre el chico, se funden en un gran abrazo y golpes bruscos en la espalda. Al parecer no se veían hace mucho. Yo, por mi parte, me quedo a un lado lo suficientemente lejos para no escuchar nada. No iba a entrometerme en su privacidad.

Se sientan en una mesa y comienzan a pláticas. Ambos ríen entre susurros y noto lo feliz que está Marco de verlo. Se lo ve diferente, se expresa de otra forma, tanto con sus palabras como sus gestos. Parece una persona completamente diferente. Debe ser por la confianza que tiene con Lucas.

Los observo con detenimiento y parecen más bien hermanos. Ambos son altos y tienen algún que otro rasgo parecido. Dejo de mirar cuando noto sus miradas sobre mí. Cuchichean entre ellos y sonríen.

Trato de hacer otra cosa, sé bien que estoy poniéndome roja así que saco el móvil de mi teléfono con la intención de llamar a mis padres pero como en todo este maldito lugar, no hay una mísera raya de señal.

Observo a mi alrededor y me choco con el guardia de seguridad que se encargó de darme la bienvenida el primer día que llegué aquí.

—¿Sabes dónde puedo hacer una llamada?

—Aquí dentro no encontrarás señal. Tal vez en el parque pero no usarías el teléfono en horario de trabajo. ¿O si?

Me resigno antes sus palabras. Aquí las veinticuatro horas del día son horas de trabajo. Aún durmiendo estás trabajando. Me dejó caer contra la pared mientras miro mis uñas esperando que mi paciente termine de hablar con su familia. Quién sabe que cosas estarían tramando, solo Lucas sabe porqué su primo lo llamó con tanta urgencia.

A medida que pasan los minutos sus rostros comienzan a tornarse cada vez más serios y sus rostros se acercan para evitar ser escuchados. ¿Qué clase de secretos tendrán esos dos?

Al cabo de unos segundos, asienten al mismo tiempo, se funden en otro abrazo que parece eterno y Lucas finalmente se va por la puerta de visitantes. Yo me incorporo para recibir a Marco.

—Le pareciste buena candidata para ser mi futura novia—dice de repente y me toma por sorpresa.

No me esperaba para nada que dijera algo como eso y lo evito lo más que puedo.

—Vamos.

La noche llega rápido junto con el frío. La instalación se convierte en una heladera en cuestión de segundos. Desde que he llegado aquí nunca he sentido este lugar tan frío como lo siento esta noche.

Mi cuerpo parece no querer más aún descansando en la cama. Empiezo a creer que esta rutina terminará por matarme o volverme loca. Quizás acabe siendo una paciente más aquí.

—Cinthia, hay algo que nunca te pregunté pero necesito saber—habla Julieta sentándose en su colchón.

Volteo a verla ya que la tengo al lado.

—¿Quién te dió el ascenso? Es decir, ¿Quién te lo informó?

No puedo abrir la boca.

—Un guardia—miento.

—¿Conociste al director?—se entromete Lucía.

Se levanta al igual que Julieta y ambas me miran curiosas. Marisa parece oír atenta mientras se esparce una crema en las piernas.

—El director mandó al guardia a informarme de mi ascenso.

Lucía carcajea.

—No le creo nada. Lo conoció.

Después de eso nadie vuelve a hablar y el misterio del director queda flotando en el aire y en las cabezas de mis compañeras. Levanto la vista al techo, recuerdo al hombre de mi sueño que colgaba de el y se me erizan los pelos. Siento tenerlo bajo mi cama y me acurruco.

Cierro los ojos hasta quedarme dormida pero los insectos a mi alrededor que salen de una puerta no me dejan en paz. Revolotean sobre mi con sus ruidosas alas. Una alarma suena a lo lejos pero el sonido se incrementa con el pasar de los segundos.

Maldito ruido me aturde los oídos. Entre el sueño y la realidad despierto pero la alarma sigue sonando. ¿Realmente estaba sucediendo? Apenas logro abrir los ojos y noto a mis compañeras calzando sus pies mientras corren desesperadas. Los gritos fuera del cuarto me desconciertan y no entiendo si sigo en el sueño o ya desperté.

—¿Qué pasa?—digo tragando de despegar mis ojos.

—¡Es la alarma!—grita Julieta para que la escuche entre tanto al alboroto—¡Una alarma de escape!

—Espero que no sea uno del tercer piso como la última vez—sigue Marisa.

¿Los del tercer piso? ¿Lo más peligrosos? Esto no podía estar pasándome.

Me levanto como si alguien me hubiera empujado y junto a mis compañeras salimos del cuarto. Ahí fuera es una completa guerra. Los guardias de seguridad correr hacia todos lados buscando al paciente que quiso fugarse. Julieta no sabe a dónde ir, solo se desespera en el lugar.

Siento que la sirena no se apagará jamás. Me siento aturdida.

—¿¡De qué pabellón fué!?—pregunta Marisa a un guarda que pasa corriendo pero no entendemos que responde.

Ese sonido me dejará sorda.

Algunos guardias chocan contra mi y recuerdo lo que ha dicho Marisa alguna vez.

"Los del último piso son más propensos a escapar".


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