Capítulo veintitrés

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¿Cómo no llamaría la atención Marco?

La situación se había dado así. Después de varios días de formular miles de hipótesis en mi cabeza sobre la vida de Marco y recoger de a poco varios extractos de información para lograr armar un tipo de esquema mental, por fin iba a oír la historia, su verdadera historia salida de sus propios labios. 

El aire fresco del lugar me hizo extrañar estar fuera, estar dentro de la Posada como una paciente más te hacía creer que te encontrabas en situación de encierro, que eras prisionera por solamente existir.  Borro aquellos pensamientos de mi mente y nos sentamos en el césped frente al gran lago que nos rodea. Su agua es casi cristalina y danza apenas por el viento, lo cubren los árboles que también nos arropan y se siente tan bien estar allí. 

—¿Estás seguro que quieres hablar?

No quería hacerlo sentir que estaba obligado a contarlo todo solo porque el Doctor dio una orden. Si iba a relatar cada anécdota de su vida debía hacerlo porque nacía de su corazón, porque realmente se encontraba listo para largar todas esas palabras que lo tenían ahogándolo durante tanto tiempo. 

—Sí, quiero que sepas todo de mí, y aunque estuviste indagando aún hay cosas que no sabes. Digamos que conoces la parte "linda"—dice remarcando la palabra linda con sus dedos. —Pero creo que nunca te conté exactamente porqué estoy aquí. 

Lo dejo hablar. No quiero interrumpirlo ni siquiera diciendo "sí", "continúa", necesito que se tome el tiempo necesario para poder soltarlo todo, no quiero presionarlo, sé que esto es importante para él; contarle su historia a una persona distinta que los médicos no será nada fácil, menos para una persona tan reservada.

—Mi madre no murió como dicen. Seguro tus padres oyeron en la televisión que murió de una sobredosis—dice y me mira para comprobar mi respuesta. Asiento. —No negaré que tenía problemas con las drogas pero ese no fue el motivo, a ella la asesinaron. 

Al pronunciar la última palabra le tiembla la voz y abraza sus piernas como un niño pequeño queriendo ocultarse del mundo. Sé que ha pasado tiempo y también sé que la muerte de su madre es algo que lo ha traumatizado, le duele en todo su corazón, sé que pensar en ella le ahoga el alma en lágrimas que derramó. Y verlo de esa forma no me agrada, hace que mis entrañas se encojan. Le tomo la mano y tan naturalmente él entrelaza sus dedos con los míos. De inmediato siento su dolor entrar en mi cuerpo. 

—¿Recuerdas al chico que fue a visitarme? Lucas.

—Sí, lo recuerdo. 

—Su tío fue quién la mató y lo hizo frente a mí. El maldito quería que yo lo viera todo y no puedo contarte lo que le hizo porque es algo que ni siquiera quiero recordar, fue algo tan impensado e irrepetible que describir con palabras lo que fue su muerte no tendría sentido alguno. 

Le tiembla tanto la voz que creo está a nada de romper en llanto y lo entiendo. Cualquiera en su lugar lo haría y lo hace. Rodearlo con los brazos es lo único que se me ocurre hacer, quiero abrazarlo durante mucho tiempo y hacerlo sentir bien nuevamente. Sé que abrirse a contar atrocidades de nuestras vidas no es nada sencillo. 

Marco está destruido por dentro. Cuando lo conocí creí que era un lunático egocéntrico y sarcástico, que nada lo rompía, que siempre estaba bien molestando a los demás pero solo era una capa externa bajo la cual se cubría un niño que le habían arrebatado su mamá. 

—Busqué a ese infeliz hasta en el último rincón y cuando lo encontré intenté matarlo—dice y me mira directo a los ojos para ver si lo que está contando tiene una reacción de desagrado en mí pero no la hay—No imaginas como me hervía la sangre y todavía me hierve—hace una pausa para refregar su mano por todo su rostro. —No lo logré porque apareció su gente y me golpearon hasta desvanecerme, así que ese enfermo me metió en la Posada y se aseguró que no saliera nunca. Es por eso que quiero escapar.—aprieta mi mano con fuerza como suplicándome algo. 

Hilos de sangre © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora