Debes admitirlo.
Dominick parece sentir la incomodidad desprendida de mi piel y se corre. Ahí es cuando puedo pensar claro.
―Bien. ¿Dónde anoto la dirección?
―Tranquila, está en tu curriculum.
―Gracias―termino y salgo desorientada de ese sitio.
Camino lejos del guardia por los pabellones de los pacientes más peligrosos pero ya más tranquila. No siento el terror de los primeros días, además mi cabeza está en mi familia hasta que escucho una voz demasiado imponente como para ignorarla.
―¿Qué haces por acá, linda?
Aquí la mayoría está detrás de alambres por su nivel de peligrosidad así que sigo mi camino.
―¿Te dijo que no saldrás este fin de semana, verdad? Lo veo en tus ojos tristes.
Me detengo a verlo. Me acerco lo suficiente para notar el color verde de sus ojos. Está completamente tatuado, pero lo que más me llama la atención es la cruz debajo de su ojo, y una daga bajo su oreja.
―No podrá salir por culpa del que quiso escapar. Pobrecita―ríe.
―¿Fuiste tú?―digo esperando que diga "sí" para arrancarle los ojos.
―No te confundas, linda. Si hubiera sido yo nunca se hubiera activado la alarma.
Sigo caminando pero me persigue a través del alambrado.
―¿No te das cuenta, no?
―¿De qué?
―De que, al igual que a mí, te tienen encerrada por un poco de dinero.
―Es mi trabajo.
―Consumen tu vida mientras ellos se hacen ricos.
―¿Sabes quién fue?
―Alguien del piso de abajo, estoy seguro.
―¡Ciro!―lo reprende un guardia―No molestes.
Él alza los brazos en señal de inocencia.
―¿Estoy molestando?
―No―digo y salgo de ese lugar.
Para ese momento era el turno del patio así que me dirijo hasta el parque trasero ignorando a todo aquel que se pusiera frente a mí, incluso me noté chocando algunos cuerpos en el camino. Iba embriagada de las palabras de ese chico que acababa de conocer. En cierto punto tenía algo de razón aunque estuviera en el sitio de los menos cuerdos. Al igual que él y cualquier otro paciente aquí, nos mantenían presos.
Al llegar veo de lejos a Emma bailando una alegre canción con otros pacientes que también salieron al patio. Danza moviendo sus brazos como si fuese un pequeño cisne y a pesar de esas ojeras negras que cuelgan de sus ojos, se la ve bien, brillando entre todos ellos. Austin, en cambio, está sentado en una banca de madera con una libreta en sus manos, probablemente escribiendo alguna canción. Ese es su refugio.
Busco a Marco entre toda esa gente y es tan fácil de reconocer, solo debes buscar el color que más llame tu atención entre tanto ambo gris. Y ahí está, ahora con una polera roja con cuello de tortuga que le queda espectacular. Noto que sale humo de su boca mientras se apoya en un árbol y observa las montañas alrededor del lugar, como si se estuviera imaginando corriendo sobre ellas.
Me siento junto a Abel una vez lo localizo en una banca alejada de la multitud y vemos a los jóvenes bailar.
―¿Fuma?―se me hace inevitable preguntar.
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Hilos de sangre © ✔️
RomanceCOMPLETA. Cinthia comienza a trabajar en un misterioso hospital psiquiátrico donde conoce al enigmático paciente Marco Ruffo, quién termina por mostrarle las atrocidades que se cometen ahí dentro, y por qué no, también el amor. *** Dispuesta a todo...