Nuestra historia
Las pisadas provocan que los pelos se me erizaran cada vez más a medida que se oían cerca. ¿Era posible que ese bandido nos hubiera encontrado? Quizás si pero tenía la esperanza que fuera otra persona, deseaba que fuera cualquier otro, ansiaba incluso que ese sujeto desconocido estuviera allí con la intención de robarnos o algo parecido pero que no fuera ese maldito hombre.
Marco apunta a la puerta decidido a disparar, supongo que por su cabeza también pasa lo mismo. No le tiembla la mano, no duda, solo apunta como sorprendentemente sabe. Toma el pomo de la puerta mientras yo me escondo detrás de la cama, y cuando por fin se decide a abrir se encuentra con el cansado rostro de Lucas. Nuestros corazones comienzan a latir más tranquilos al verlo a él. No lo esperábamos. El miedo nos cegaba, aunque podría afirmar que más terror sintió su primo al tener un arma en la frente.
-Tranquilo, primo-susurra quitando la punta del arma de su rostro-Tus padres están bien pero no sé por cuanto tiempo. Ahora que huiste irán por ellos, pero tranquila, viajarán a casa de tu abuela. No creo que los encuentren ahí.
Las palabras de Lucas me tranquilizan. Se siente un gran alivio en el pecho, como si algo muy pesado se hubiera ido a algún otro lugar al largar ese largo suspiro. Mayor es el consuelo cuando siento los brazos de Marco rodeándome.
-Necesito hablar con ellos-digo con la cabeza atrapada en el cuello de Marco.
-Hay un teléfono público en frente-avisa Lucas.
-Voy contigo.
-No, necesito ir sola.
Marco asiente, sabe que necesito mi tiempo y espacio. Aprecio su compañía, por supuesto, pero hay momentos en los que la soledad es tan necesaria como el aire que respiramos. Asi que me coloco un buso con capucha y salgo a la calle, hace un poco de frío pero no me importaría estar fuera. Al llegar marco el número de casa tan rápido como me dan los dedos, suena dos veces y contestan, oigo la respiración a través del tubo.
-¡Papá!
-¿Estás bien?-se le escucha apagado. Algo sucede y lo sé.
-Sí... Papá, escúchame, deben irse a la casa de la abuela lo más pronto posible.
-No, no iremos a ninguna parte.
Me desconcierto.
-¿Qué?
-Tú debes volver a la Posada, Cinthia, ese era el trato.
Me altero, mi mano tiembla.
-¿¡Qué estás diciendo!?
¿Es cierto?
-¿Qué trato, papá?-si es cierto que existe tal pacto necesito oirlo de su boca, pero nada dice. -¿¡El trato donde me mentiste para pagar tus apuestas!?
-¡Tú prometiste ayudarnos con el dinero! -me grita y unas lágrimas salen de mis ojos, estaban ahí, listas para salir. -No cumpliste tu palabra.
-¡Sí, pero no así! No lo puedo creer, Dominick decía la verdad, son unos monstruos-aquello último lo dije más para mí misma que para él.
-Vuelve a la Posada, Cinthia. No me decepciones.
Niego con la cabeza mientras muerdo mis labios apunto de sangrar por la presión.
-Adiós, papá.
Cuelgo el teléfono casi arrojándolo sobre la máquina. Camino con rabia hasta la tienda y compro dos cervezas. Jamás he tocado el alcohol pero en ese momento necesito algo que me haga olvidar todo lo que estaba pasando. No estaba segura de si esa era la forma de afrontar el problema pero fue lo único que se me ocurrió hacer.
ESTÁS LEYENDO
Hilos de sangre © ✔️
RomanceCOMPLETA. Cinthia comienza a trabajar en un misterioso hospital psiquiátrico donde conoce al enigmático paciente Marco Ruffo, quién termina por mostrarle las atrocidades que se cometen ahí dentro, y por qué no, también el amor. *** Dispuesta a todo...