CAPÍTULO 4
Merlín.
Las manos de Lala se movían con tanta agilidad sobre los implementos médicos. Me tenía con la boca abierta, mientras ella nombraba algunos medicamentos y me los mostraba, para sentir su aroma.
-Está es una aspirina, supongo que ya la conoces. Ahora, Merlín-aplaudió y movió su corto cabello detrás de sus orejas-Ayer me dijeron que te escucharon llorar de dolor, ¿es algo físico, o mental? Si es físico, lo puedo curar, pero si no lo es, entonces, yo no sé cómo podría ayudarte.
Aclaré mi garganta y mire mis manos.
-No es nada. No te preocupes-dije, susurrando.
No podía con la presión en mi pecho, esa fuerza que me apretaba por dentro, eso que me estaba consumiendo de dolor y me calaba los hueso. No tenía ni idea de qué le ocurría a mi cuerpo, jamás había actuado de esta forma, sin embargo, cuando vi a mi compañero, lo sentí, sentí su dolor aquella tarde, sentí como mi corazón dejaba de latir por un mínimo segundo y luego volvía a latir cuando algo duró golpeó contra él.
Mi cuerpo se sentía tan decaído y mis lágrimas simplemente salieron sin pedirme permiso, ellas recorrieron mis mejillas como cascadas y se dejaron llevar por el dolor que me consumía en aquella tarde.
Lala dejó salir un suspiro ruidoso y se acercó a la camilla, poniendo sus manos sobre los costado de mi cintura, no obstante, cuando sentí el tacto de sus cálidas y suaves manos sobre mi piel, gemí con dolor.
-¿Merlín? ¿Qué te sucede?-Lala quito su mano y cuidadosamente me levanto la camisa, mirando el costado de mi cuerpo, abriendo de par en par sus ojos, para luego tapar su boca, mirando con incredulidad-No es posible, eso no debería estar ahí, Merlín. La cápsula debería de haber curado todo tú cuerpo, estuviste por más de tres días allí adentro, ¿cómo es posible que esa herida siga intacta?
Sus dedos rozaron el gran morado y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, llenándome de dolor.
-¿Eso no es normal? Se había curado, sin embargo ayer en la tarde me comenzó a salir mientras me dolía todo el cuerpo y el pecho, justo aquí-señalé sobre mi corazón y Lala abrió de par en par sus ojos.
-No es normal que esto suceda...¿hace cuanto que llevas sintiendo dolor en tu pecho? ¿Antes de que conocieras a tu elegido o después?-me preguntó, tomando un cuaderno que estaba sobre una mesa.
Junte mis labios y los chupe, viéndola fijamente.
-Después de que apareciera mi pareja...
Trague saliva.
No sabía lo que ocurría, sin embargo, me di cuenta que Lala ya sospechaba el porqué de todo esto. La mire cuando ella soltó el cuaderno sobre la camilla y se giró, yendo directo a la puerta de la habitación.
Ella abrió la puerta y se detuvo, mirando a alguien desde afuera, conversando silenciosamente. No pude escuchar muy bien su voz, no obstante, mi corazón saltó cuando oí su nombre.
Darwin...
Una sonrisa curva nació en mis labios. Mi ojo comenzó con su insistente malestar y lo dejé, durante algunos minutos, mirando a Lala entrar y tomar varios de sus implementos, poniéndolos a un lado de mí. Ella despejó el lado derecho de la cama, justo a mi lado y estiró la sábana, evitando mi mirada.
-Vendrá Darwin. Necesito saber qué está pasando contigo y esa herida, y si realmente tiene que ver Darwin en esto.
Asentí.
¿Él vendrá? Con solo pensar en ello, mi corazón saltaba emocionado en mi pecho y mis manos comenzaban a temblar de los nervios que aquella afirmación provocaba. Lo volveré a ver.
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Darwin #2
RomanceSEGUNDO LIBRO DE LA SERIE "ELEGIDOS" Cuando despiertas en una caja mágica con tres chicos y una chica diciéndoles que serán felices y encontrarán el amor, no es algo que muchos creerían. Darwin Scott pidió un deseo en su último momento, haciendo ca...