Si puedes

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CAPÍTULO 9

Darwin.

"La mirada es el lenguaje del corazón."

Sus ojos eran un abismo. Un abismo que me incitaba a seguir y dejar las excusas de lado. Sus ojos eran mi debilidad. Sus ojos me hacían imaginar. Mis emociones se veían reflejadas en sus ojos carmín.

-¿Cuál es el motivo de tu tristeza?-preguntó.

Tenía sus ojos puestos en mí. No en nada más de lo que había a nuestro alrededor. Ella solo me miraba a mi. Estaba interesada, curiosa... había amor en su mirar. Su mirada era profunda, jodidamente preciosa y maravillosa.

-Mi hermanita-conteste.

-Cuéntame de ella, Darwin-pidió, casi suplicando en silencio. Sus ojos decían más que miles de palabras.

Tenía el poder de hacerme doblegar y dudar de mis acciones. Nunca me había percatado de su poder, jamás me había dado cuenta que su simple mirada iba a ser mi destrucción, la destrucción de mis barreras.

-Ella... ella era-balbuceo-Ella era mi única familia, además de mi madre. Ellas estaban conmigo en mis peores momentos, estuvieron en todos y cada uno de ellos, llorando, pidiendo, suplicando. Son mis fortalezas, pero... a veces pienso que ahora que ya no están conmigo, ellas podrán descansar en paz, sin tenerme en sus vidas, sin cargas... a veces solo deseo que ellas estén siendo felices ahora y cumpliendo todo lo que nunca pudieron hacer cuando yo estaba con ellas...

Incline mi cabeza y apoyé mi barbilla en mi pecho, quitando las lágrimas que salieron sin permiso de mis ojos. Tragando fuertemente, sentí las manos de Merlín tocando mi brazo. Ella subió su mano cálida hacia mi mejilla y la ahueco, limpiando con su pulgar una lágrima que se deslizaba en mi mejilla.

Sus ojos brillaron. Rojos, verdes y azules.

-Si tu deseo es que ellas sean felices, lo harán... Solo si tú también lo eres. Se feliz por ellas, cumple el deseo de ellas-sus labios dibujaron una cálida sonrisa, sus mejillas se colorearon.

-No puedo... -susurré.

Mis ojos se cristalizaron y bote aire, acercándome mucho más a su contacto. No sabía como actuar, no sabía cómo dejar de confundirla cuando mi cuerpo actuaba por sí solo.

-Si puedes-ánimo, surcando su labio y alzando su otra mano, poniéndola en mi otra mejilla. Sus caricias fueron las que me hicieron cerrar los ojos y dejar de temblar, dejar absolutamente todo y rendirme.

-No te quiero hacer daño-confesé-No quiero ser otro idiota que te haga daño. No te merezco, Merlín-suspiré y corrí mi cara, besando la palma de su mano.

Los ojos de Merlín se cerraron e hizo una mueca. Dio un paso más al frente y apoyó suavemente su cabeza contra mis pectorales. Abrazándome.

-No me estás haciendo daño-mintió, ocultando su rostro en mi cuello.

Suspiré y bajé mi cuerpo, rodeando su cintura con mis brazos.

-Si lo hago. Mi indiferencia, mi poco interés, mi falta de cariño te hace pensar en cosas y eso te lastima. Merlín, no puedo darte nada más que mi amistad, perdóname-Merlín retrocedió.

-Está bien-aceptó cabizbaja.

No quería lastimarla, pero era la única opción. No podía estar con ella, para que luego yo me muriera y ella quedará mucho más destrozada. No podía. Estaba siendo egoísta, pero yo creía que era lo correcto, no sabía qué hacer.

Por un lado, no quería volver a un hospital. Tenía miedo de que todo volviera a ser como antes. Volver, sanar, volver, sanar... y sería así sucesivamente. No quería ser un fracaso aquí en este mundo.

Mi mente se volvió un huracán de inseguridades. Miedos. Negatividad. Darse por vencido.

-Merlín, yo...

Ella alzó su cabeza y me observó desde abajo, sus ojos brillaron con algo diferente, con esperanza. Esperando tal vez un cambio, sin embargo me quedé en silencio porque sus ojos fueron los que me hicieron enmudecer por completo.

-Darwin... ¿Te puedo pedir un favor? Antes de que salgamos de aquí-ella lamió sus labios tentativamente. Húmedos, suaves.

Asentí con la cabeza y quité mis brazos de su cintura, dando un paso atrás.

-Claro, pídeme lo que quieras-sus labios dibujaron una preciosa sonrisa y vi como sus mejillas comenzaban a tomar el color morado pálido.

Por Dios, que bella es.

-Yo...yo-tartamudeó con nerviosismo-Me da vergüenza pedirte esto luego de lo que me dijiste, pero quiero saber que se siente-arrugue mis cejas y di un paso adelante, agarrando su barbilla cuando bajó su cabeza.

-Tranquila, solo dime.

Sus manos se movieron nerviosas por su ropa y tragaba saliva una y otra vez, movía su largo cabello, lo peinaba y lo desordenaba. Sus labios tomaron un color rojo intenso mientras los mordía con muchísima fuerza.

Hasta que lo que salió de esa preciosa boca me dejó con la boca abierta y con el corazón completamente a mil. Por un momento creí que me iba a dar un paro cardíaco ahí mismo, sin embargo me pude controlar.

-Besame.

¿Qué?

-Merlín, yo no te quiero confundir más. No te quiero lastimar más y...-ella me interrumpió rápidamente, cubriendo mi boca con su mano.

-Solo es uno, por favor. Te lo pido. Me dijiste que te pidiera todo lo que yo quisiera-sus ojos me observaron con tanto anhelo.

Quería hacerlo. Baje mis ojos hacia sus labios e instintivamente me lamí los míos. Trague saliva y alce mi mano, dejándola a centímetros de su rostro. Apreté mi mano en un puño y la bajé, dejándola caer a mi costado.

-... Merlín-susurré.

Me estaba reteniendo tanto. Me dolía hacerlo. Quería hacerlo.

-Darwin, por favor-suplicó.

Di un paso al frente, invadiendo su espacio personal. Con mucho cuidado tome su cintura y la acerque a mi cuerpo, ella puso sus manos sobre mis hombros y yo bajé solo un poco mi cabeza.

¿Qué estás haciendo, Darwin?

Me incliné y sentí su aliento chocar contra mis labios, el deseo de sentir sus labios sobre los míos. Lamiendo, mordiendo. Quería.

Hazlo de una vez.

Pose mis labios sobre los de ella. Perdiendo el control de inmediato, cuando me apreté contra ella y abrí mi boca invadiendo la suya con mi lengua. Ella gimió fuertemente y se agarró de mis hombros cuando la empujé contra la pared y posé mis manos sobre su nuca y cabello. Mordí su labio inferior contra mis dientes y moví mi cabeza, intensificando el beso.

Ella jadeo en mi boca.

Su lengua chocó contra la mía y les juro que perdí todo mi control cuando bajé mis manos hacia sus glúteos y la alce al aire, haciendo que enrollara una de sus piernas alrededor de mi cadera, agarre su muslo y me trague su gemido.

-Joder... -jadeé.

Me separe de sus labios completamente avergonzado. Tenía mi respiración acelerada y ella tenía los ojos cerrados, la boca entreabierta y rojos, hinchados, húmedos.

-Wow... no creí que fuera tan intenso-murmuró.

Perdí el control, no puede ser.

Darwin #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora