No Puedo

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CAPÍTULO 6

Darwin

Quiero besarla...

¡No puedes! ¡Eres un egoísta!

Quiero tocarla...

¡Darwin, detente!

Los bellos labios de un rojizo oscuro se curvaron en una linda sonrisa, como la curva de una guitarra perfecta. Estaba sonriéndole a otro hombre, y mi cuerpo hierve de rabia repentinamente.

--¿Cómo has estado, Darwin? Recientemente me enteré de tu pequeña crisis en casa de Tatum. ¿Necesitas ayuda?-Preguntó, mirándome directamente a los ojos.

No baje la mirada. Sentía el intenso aire a nuestro alrededor cuando Merlin colocó su mano sobre mi pecho desnudo y me dio una de las caricias tan arrebatadoramente perfectas.

Darren dio un paso amenazador hacia adelante y me miró, aniquilando con su mirada gris.

-Si, la tuve. Ya estoy mejor, gracias por preguntar-Respondí.

Él asintió con una sonrisa de lado y miró a Merlín. Ella suspiró y cerró la camisa del hospital que yo tenía puesta con cuidado.

-Me dijeron también lo que ocurrió hace un rato, así que llegué a la conclusión de que ambos se irán a su hogar-Merlín se tensó y me miró-Darwin, tú la cuidarás hasta que se sienta mejor. Según se, ella se siente mejor cuando la tocas, ten cuidado...

Dicho eso, él se giró mirando por última vez a Merlín y guiñando un ojo. Me quedo mirando en silencio la puerta, con el ceño fruncido y unas tremendas ganas de preguntarle de una vez por todas qué es lo que le sucede conmigo.

Unas suaves manos me acarician la barbilla y me hacen quitar el ceño fruncido, para mirar hacia abajo y observar a la preciosa mujer que me dieron como alma gemela.

-¿A que se refiere?-preguntó Merlín.

-Tenemos que ir a nuestra casa, nuestro hogar...

Ella asintió y se giró, tomando su camisa del suelo, para luego quitarse la mía, mostrándome su espalda, una espalda que...

Darwin, basta.

Cuando su cuerpo se encontraba cubierto, se giró y me extendió su camiseta con una sonrisa, sonrojada y acalorada. Ella desvía sus ojos hacia abajo y mira mi entrepierna con las mejillas aún más moradas de lo normal. Ay, no me digas que...

Me giro ante su mirada y sonrojado me quito la bata de hospital y me coloco mi camiseta, oliendo la exquisita fragancia de su piel.

-¿Qué es eso?-preguntó de repente.

Me giré de inmediato, con una mano sobre mi entrepierna y vi como ella señalaba en donde mi mano estaba cubriendo mi erección. Trague saliva y murmuré un silencioso, "Salgamos de aquí"

Joder.

(...)

¡Tenemos casa sobre el mar!

Había unas largas escaleras que descendían hasta esconderse bajo el agua cristalina del mar calmado y con pequeñas olas suaves. Se olía la tierra húmeda, la sal y el aire sin contaminación.

Joder, era la gloria.

Solo quería meterme en esa playa y quedarme ahí por largas horas. Me giré para preguntarle por curiosidad a Merlín.

-¿Nos podemos meter al agua? ¿No nos hará daño?-Ella me miró y sonrió.

-Podemos, claro. Lo maravilloso de las agua de Cyder, es que tienen tanta sal que hace que nuestros cuerpo no se hundan, sino que floten...También, el agua de aquí limpia la piel y la rejuvenece, está limpia de contaminación y tiene muchas plantas curativas-comenzó a decir, mientras bajaba las escaleras y metía la punta del pie al agua-El agua es tibia... cambia acorde al clima.

-¡Wow! ¿Cómo sabes eso?

Ella se sentó sobre las escaleras y miró hacia arriba, donde yo estaba, cubriendo sus ojos de los dos soles.

-Mi padre algún día me lo dijo. Él me enseñó todo sobre el mundo Cyder y Scardem. Me mostró las maravillas de cada mundo y cómo cuidarlo, pero le falle... ¿Has visto alguna vez un atardecer aquí en Cyder?-su sonrisa disminuyó.

Apreté mis labios y bajé las escaleras, sentándome un peldaño más arriba que ella.

-No, jamás he visto uno.

-Son hermosos. Como has visto, aquí hay dos soles y dos lunas, un sol se va hacia la izquierda, tapando la luna y uniéndose, el otro sol se va a la derecha y se une a la otra luna, quedando de lado y los colores que se reflejan son completamente maravillosas, quedas con la boca abierta... Yo lo veía todo el tiempo con mi padre y mi madre, hasta que ellos murieron y a mi me encerraron por años en una celda-hace una mueca y deja entrar su pie en el agua, suspirando satisfecha.

-Lo lamento-murmuré.

Ella sonrió.

-No te preocupes. Se que ellos están siendo felices en donde sea que estén. Se lo merecen, además, tú no lo sabías, ahora te lo cuento porque eres mi compañero y quiero conocerte y quiero que me conozcas-me sonroje.

Sentía una presión en mi pecho. No podía estar tranquilo cuando me quedaba poco tiempo en este mundo.

-Merlín, tú sabes que yo... No-Ella me interrumpió.

-Lo sé. Se que no quieres formar una familia conmigo, estar conmigo y completar el vínculo con tu alma gemela. Lo sé, y lo entiendo. Sea como sea,-Ella pestañea quitando algunas lágrimas de sus ojos-Será imposible para ambos no ilusionarse. Por más que intentes tratarme mal o yo a ti, será imposible no enamorarme de ti, Darwin. Yo no quería que esto ocurriera, yo no lo pedí... Si quieres ser libre, hazlo. Se libre y haz lo que quieras, pero no te vayas... no te alejes de mí-sus palabras me hicieron un nudo en la garganta.

-Yo...

-Sé también que nos estamos conociendo, pero el vínculo es fuerte... Con cada acción, gesto o actitud, me enamoro. Así es el vínculo, Darwin. Perdón si te estoy atando a algo que tú no querías.

-No pidas perdón... -murmuré-No es que no quiera estar contigo, es que , ¡Joder! ¿Quién no estaría contigo? Eres hermosa, tímida, perfecta y maravillosa, sin embargo yo soy el idiota que no puede estar contigo por un problema. No puedo, por más que quiera estar atado a ti y amarte, no puedo, no puedo, Merlín. Perdóname a mí-su rostro estaba dado vuelta, solo observaba su perfil.

Su nariz recta y la punta respingada apuntando hacia el cielo. Mordiendo sus labios y sus pies metidos dentro del agua, con sus ojos cerrados.

-Lo entiendo-Respondió.

Ella me miró y sonrió de lado, bajando la vista hacia mis pies sobre la madera nueva de las escaleras.

-¿Te gustaría nadar?-pregunté, llenando el silencio que se armó entre nosotros.

Me sentía tan mal, porque este silencio fue gracias a mí y a mi ganas de dejar en claro que no la quería. Por Dios, Darwin. Si tu hermana estuviera aquí, estaría dándote patadas en el culo por imbécil.

-No lo creo. El agua se está poniendo fría, así que no quiero resfriarme, quizás mañana quiera nadar, ¿me acompañaras?-dijo mientras se levantaba y acomodaba su ropa, y subía dos peldaños, quedando más grande que yo.

Mi cabeza quedaba por encima de su vientre y podía sentir el rocé de su ropa contra mi piel, su aroma chocando contra mi nariz y mis ojos contra los de ella.

-Quizás.

Ella simplemente asintió con la cabeza e hizo una simple mueca que me estrujo el corazón de dolor.

La estaba lastimando.

Debía detenerme, no podía hacerle más daño, sin embargo como ella dijo, no importaba como yo la tratara, ella aún así se enamoraría de mí y se ilusionaria.

Tal vez, si ella conociera a otro hombre...

Me interrumpí. No, ella no podía hacer eso. Arrugue mis cejas y mire a mi costado, ignorando su mirada de dolor.

Darwin #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora