CAPÍTULO 12
Merlín.
Darwin soñaba despierto
Sus ojos se mantenían abiertos, mirándome. Me veía moverme de aquí para allá en la habitación buscando y moviendo un paño en agua tibia para ponerlos sobre su cuerpo hirviendo de fiebre. Su esclerótica estaba levemente enrojecida, los bordes de sus hermosos iris verde oscuro estaban enrojecidos de igual forma, dándole más color y hermosura a sus ojos.
Me gustaba como era.
Su cabello estaba despeinado y mojado por la toalla que se encontraba sobre su frente. Me acerque a él cuando remoje nuevamente un paño con agua y me senté en el borde de la cama, poniendo una mano sobre su pecho cubierto solo con la sábana blanca. Me incline para mojar con suaves toques su rostro, lavando la sangre esparcida que salió por un leve momento de su nariz.
Me preocupa. ¿Estará enfermo? Quizás es mi culpa por haberlo metido en el mar en la madrugada. El agua estaba completamente congelada y para mí eso no era nada, pero para él. Él era un humano, un hombre que se podía enfermar con facilidad.
-... Rojita-murmuró abriendo sus labios resecos cuando puse la toalla sobre sus labios, haciendo que goteara sobre sus labios secos y quebradizos.
No tenían la misma textura que la última vez que él posó sus labios sobre los míos. Ahora estaban secos y cuando me beso con esa lujuria y pasión, sus labios eran suaves, húmedos. La textura es igual al terciopelo. ¿Por qué estaba pensando en sus labios? ¡Dios, Merlín!
Respire hondo y con cuidado retire la toalla de sus labios para dejar esta misma dentro del cubo con agua y tocar contras las yemas de mis dedos sus labios. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo cuando el dibujo una sonrisa sobre sus gruesos labios y mostró sus dientes.
Es tan lindo.
Ahuecó su mejilla y contemplando a mi pareja, baje mi cabeza y besé su mejilla, escuchando su exhalación y su mano acariciando con suaves caricias mis brazos.
-Estaré bien, Rojita-murmuró nuevamente con voz grave.
Usualmente su voz era grave con un tono dulce. Un tono de voz bastante diferente a lo que escuchaba usualmente.
-¿Qué es lo que realmente te ocurre, Darwin?-pregunté sin poder evitarlo.
La duda me carcomía. No podía dejar de pensar en todas las veces que fingía no haberlo escuchado vomitar en el baño, no haberlo escuchado tratar de respirar y sus quejidos y gemidos en la madrugada. ¿Estará enfermo? Sea lo que sea, de alguna u otra forma, iba a encontrar la solución para que él dejará de sentirse mal.
-Es un secreto-se rió al decir aquello y cerró sus ojos, dejando de acariciar mi brazo extendido sobre su pecho con mi manos ahuecando su mejilla húmeda.
-Desearía que dejaras de guardar secretos. Quiero conocerte, Darwin. A pesar de que no quieras tener absolutamente nada conmigo, quiero que sepas que te quiero conocer como amiga...-confesé, corriendo un mechón que se escapó de su cabello y lo corrí hacia su oreja.
Deslice mis dedos sobre su mandíbula y sentí lo áspera de su piel. Estaba creciendo vello sobre su mandíbula, bigote en forma de candado y me pregunté, ¿cómo se vería con ella? Sonreí y detalle nuevamente su sonrisa dormilona.
-Rojita... -musitó. Mire en su dirección y lo encontré mirándome fijamente con los ojos de caídos.
Me acomode sobre el espacio que dejaba la cama y lamí lentamente mis labios bajo su mirada. Él bajó su mirada hacia mis labios y lamió los suyos por instinto, calentando ese fuego desconocido que quería conocer.
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Darwin #2
RomansaSEGUNDO LIBRO DE LA SERIE "ELEGIDOS" Cuando despiertas en una caja mágica con tres chicos y una chica diciéndoles que serán felices y encontrarán el amor, no es algo que muchos creerían. Darwin Scott pidió un deseo en su último momento, haciendo ca...