Debo decirle

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CAPÍTULO 14

Darwin.

"Algunas personas sienten la lluvia, otras simplemente se mojan y disfrutan"

Suavicé mi agarre contra sus hombros y desordené su cabello, sonriendo como un tonto cuando ella me palmeó el hombro con enojo. Una de las cosas que aprendí de Merlín es que ella odia que le toquen o desordenen su cabello. Amaba hacerla enojar.

Sabía que gracias a mi fiebre solté palabras y había confesado cosas que ni siquiera habían pasado por mi mente, sin embargo, eran completamente la verdad. Merlín me gustaba, y mucho. No podía negar mis sentimientos por ella, era casi imposible hacerlo cuando me retuve por casi un dos meses. El vínculo que creaba la caja en nosotros era tan fuerte, tanto que se comparaba con el martillo de Thor, nadie podía tomarlo si no era digno de hacerlo. Recordaba cada gesto de su rostro cuando disfrutó de mis caricias sobre su piel, cuando me descontrolé, cuando la besé cómo un loco. Fue inevitable.

Estaba cayendo por mis ojitos rojitos.

-Esta lloviendo muy fuerte, ¿Crees que la casa se inunda? Si oyes bien, se escucha el mar chocando con la madera de allá afuera- Comenzó a murmurar sobre mi pecho, pasando uno de sus brazos sobre mi torso, pegando su cuerpo mucho más al mío.

- ¿Quieres que vaya a ver? - Pregunté.

Ella asintió con la cabeza y se separo de mi cuerpo, ayudando a pararme de la cama.

Caminé despacio, salí de la habitación y comencé a bajar las escaleras para ir hacia la sala y mirar a través de las puertas del balcón. Todo estaba en absoluto control. Las mesas estaban mojadas por la lluvia, sin embargo, el mar se mantenía en calma y solo la lluvia era la descontrolada. Me giré para ir a decirle a Merlín, pero di un salto cuando me la encontré detrás de mí. Me toque el pecho, sobando mi pecho, justo donde mi corazón golpeaba contra mi caja torácica. Por Dios, esta mujer si que me va a matar de un paro cardiaco.

-Lo siento- Se disculpó haciendo un dulce puchero que fue imposible no imaginarlo entre mis labios.

Esta vez no me retengo a hacer lo que mi mente me ordena que haga, simplemente ignore todas mis palabras y me abalancé sobre sus labios. Chupe el contorno de ellos cuando una sonrisa se creó en medio de nuestro beso y suspiré sobre sus labios soltando una risita.

-Perdón...Tenía muchas ganas de besarte-Sus mejillas se tornaban moradas y bajó la cabeza completamente avergonzada.

-No tienes que disculparte-Respondió-Puedes besarme las veces que quieras, solo no dejes de hacerlo-Subió la mirada hacia la mía y les juro que mi corazón dio un salto.

- ¿Alguna vez has bailado y besado a alguien debajo de la lluvia?

Los ojos de Merlín se iluminaron de inmediato y una sonrisa nació sobre sus labios rosados. Tenía una idea en mente, y me gustaría muchísimo hacerlo con ella, sin embargo, tenía que esperar su respuesta. Aunque la idea de que ella haya besado a otra persona bajo la lluvia era como la dinamita para mis celos. Me desagradó demasiado la simple imagen de Merlín siendo besada por alguien más que no fuera yo, sólo yo podía.

Fruncí el ceño y sacudí mi cabeza, saliendo de mis pensamientos, dándome cuenta de que Merlín estaba pensando demasiado en su respuesta. Seguramente se dio cuenta de mi impaciencia por querer saber la respuesta, ya que soltó una deliciosa risa que hizo mis oídos llorar.

Ella me mataba.

-Jamás he besado a un chico y bailado con uno bajo la lluvia, ni en ningún lugar. Fuiste mi primero...y el último-Ella se levantó de puntas y me rodeó el cuello con sus brazos, sonriendo como una niña pequeña.

Darwin #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora