Capítulo 40

697 122 46
                                    

— Kaia, despierta, ya es tu día — Habla, el rey mientras me mueve para despertarme

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Kaia, despierta, ya es tu día — Habla, el rey mientras me mueve para despertarme.

La noche de ayer fue todo un caos, después de sus fuertes declaraciones terminé en shock y más aún, cuando se convirtió, pensé que me estaba bromeando, pero no fue así.

La verdad, saberlo fue como tener la última pieza en el rompecabezas y ahora que lo sé, ya todo me parece menos extraño.

Aun no termino de asimilar todo, y menos con el peso que cargaré después de ser coronada, ahora tendré que cuidar de más personas y lo peor es que ni siquiera puedo cuidarme a mí misma.

De mala gana me levanto y sorprendentemente veo a Damen con una enorme sonrisa, no lo entiendo, un día está feliz, y al rato ya está lanzando comentarios mordaces e hirientes.

— Será mejor que quites esa cara, tu felicidad me mata — Suelto, mientras me dirijo al baño a ducharme para después iniciar todo el show.

Con Stella al mando de todos los preparativos, no me siento tan presionada como estuve en la boda, tal vez sea porque mi relación con el rey mejoró, también porque ahora conozco un poco más del pueblo, aunque no me he encariñado con ellos.

Y por mi bien, espero que no lo haga.

— Te veo con Gustav, ya tiene listo tu vestido — Grita el rey, detrás de la puerta.

Mi baño es rápido, porque ya todo está en itinerarios, tengo el tiempo suficiente para desayunar. Con el estómago lleno, voy a la habitación de confecciones de Gustav, y ahí está, junto con Damen, simplemente esta entretenido detallando el hermoso vestido que hizo para mi coronación.

— Pero que silencioso está aquí — Me burlo, todo el castillo está corriendo de un lado a otro, mientras que aquí el rey está viendo cómo hacen un vestido.

— ¡Mi musa! Me alegra que llegaras, aquí mi nueva creación, hecha con mucho amor para ti — Habla señalando el vestido.

Me acerco y lo detallo más, pasándole los dedos por encima.

— ¡Pero ¡qué haces!, deberías ponértelo ya, es más póntelo ahora, así ya solo necesitarás que te peinen.

El rey solo asiente, y entonces yo me subo a la tarima, para que me ayuden a ponerme semejante obra de arte.

Esta habitación está rodeada de espejos, y aunque el rey se voltea para darme más privacidad, noto sus miradas fugaces. Y verdaderamente, no sé si sean hacia el vestido o para mí, Gustav nunca decepciona con sus confecciones, pareciera que siempre se propone hacer algo más hermoso que el día anterior.

Pero ahora sí se pasó, hace las mejores cosas cuando es para días importantes. Gustav se da cuenta de lo que estoy pensando, por mi expresión impresionada.

—No todos los días una doncella se vuelve reina — Dice con una sonrisa de oreja a oreja.

Me admiro en el espejo, y el vestido me hace ver impresionante, resalta lo que tiene que resaltar, acentúa mi figura y hace que mis pechos se vean más voluminosos.

Sed de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora