Capítulo 3

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Después de quedar como tonta esperando el regreso del príncipe, me doy cuenta de que él no regresará a mí, tengo que ir yo misma a buscarlo si es que quiero aceptar la propuesta de que nos conozcamos

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Después de quedar como tonta esperando el regreso del príncipe, me doy cuenta de que él no regresará a mí, tengo que ir yo misma a buscarlo si es que quiero aceptar la propuesta de que nos conozcamos. Así que, emprendo camino a buscarlo, me tomo el atrevimiento de preguntarle a la señora más amable que pude encontrar, pero no sabe dónde está, sigo buscando sin encontrarlo.

Me canso de buscar y caminar entre la gente que me mira extrañamente, y pido que me sirvan vino del que están dando a los invitados, mientras busco con la mirada al príncipe.

De repente mi copa se convirtió en dos y creo que voy en la séptima, cuando escucho que el grupo de músicos que están tocando en esta bonita fiesta, anuncia que el pianista hará un solo con una pieza difícil de tocar.

El pianista empieza a tocar, y es tan rápido que sus dedos ni siquiera se notan, la gente se junta a su alrededor a ver como hace su magia, en lo que se supondría que le gusta. Pero solo las personas como yo, que saben lo que significa que te obliguen a aprender las cosas, notamos a otros iguales, este joven es igual a mí, se ve que no disfruta de su toque, solo se concentra en hacerlo perfecto.

Mientras que a mí me encanta tocar todo tipo de instrumentos, a él no se le nota eso, me pongo en su lugar y es como si fuera yo en las clases de pintura, puedo pintar piezas excelentes, pero odio tener que pintar.

Tanto me enfrasco en mis pensamientos que no noto que ha acabado, se levanta del piano y se va, dejando el lugar del piano y a la gente desconcertada, es cuando se me ocurre la grandiosa idea de tocar, sólo por el simple hecho de que me gusta y es un escape de este horroroso mundo.

Así que camino al piano, con la gente mirándome a cada paso que doy, cuando me siento en el piano, para empezar a tocar.

Toco los primeros acordes y de pronto, me convierto en el centro de atención, pero no me doy cuenta, sigo haciendo danzar mis dedos con la melodía, encerrada en mi propio mundo donde soy una persona libre y feliz.

Lo hago como si fuera lo único que he hecho en la vida, fusionándome con el piano, el piano y yo somos uno solo.

Cuando estoy a punto de acabar dejo que las lágrimas que desde hace rato amenazaban con salir, salgan, expulsando todos los sentimientos y experiencias crueles y volviendo a ser la Kaia feliz que me gusta ser.

Cuando termino, el lugar se llena de aplausos, no me di cuenta de toda la gente que me observaba, solo éramos el piano y yo.

Entre toda esta gente está el príncipe, y cuando nuestros ojos conectan, puedo sentir en su mirada algo más que admiración, que es lo que él quiere transmitir, me lleno de valor y camino hacia él, aun siendo el centro de atención y dejando de nuevo el piano solo.

— ¿Qué le pareció, su alteza? —Digo, aun limpiando las lágrimas que hicieron acto de presencia, pero también con mi tono de altanería, porque estoy segura de que toqué precioso.

—Me dejaste sin palabras, no sabía que tocas el piano.

—Sé hacer muchas cosas, por ejemplo, tocar todos los instrumentos que tocaron tus músicos en esta fiesta: piano, violín, guitarra, la mandolina y el arpa. También sé pintar, pero no lo disfruto, algo que sin duda disfruto es plantar y leer, amo leer—Todo esto lo digo con la intención de conocer al príncipe, y poder tomar la decisión acertada.

—Bueno, yo no cuento con esos dones tan sorprendentes como los de usted mi lady, pero puedo darle una buena pelea con mi espada y también me gusta leer, algo que tenemos en común—Me lo dice con un tono aburrido que me hace notar que mi intento de conocernos fue un fiasco.

Me pongo a idear qué más preguntar, o hacer con él para poder conocerlo, pero no se me ocurre algo bueno, hasta que empieza la música para bailar, es ahí cuando se me ocurre el gran plan de decirle que bailemos, lamentablemente se va a dar cuenta que no sé bailar, pues tengo dos pies izquierdos.

Alguna vez intentaron que aprendiera a hacerlo, pero una cosa es que te enseñen y otra es que aprendas y yo no aprendí nunca.

Él capta la indirecta, y me invita a bailar, ahora si no me salvará nadie de esta, espero no pisarle los pies.

Me lleva a la pista y nos acomodamos para bailar, con su solo toque me estremezco, es una canción rápida que requiere de brincos y cambiar pareja, o sea que no solo haré el ridículo con él, si no, con todas las parejas con las que bailaré.

Empiezo a bailar con él, intercambiando apenas unas palabras, cuando tenemos que cambiar de pareja, el señor con el que me encuentro ni siquiera me mira a los ojos, pero no me importa, ya bastante problema tengo con la decisión que tengo que tomar, y más aparte, en este momento toda mi concentración está en el baile.

Cuando acabamos, aún siento las copas que me tome hace un rato, mientras más pasa el tiempo más hace efecto el alcohol, tanto que hago que el príncipe no deje de bailar conmigo, él acepta encantado y así pasamos las horas hasta que se da por finalizada la fiesta.

La verdad he disfrutado mucho la compañía del príncipe, no sé si es por tanto alcohol que tome o por él, eso me hace tomar mi decisión.

Me pongo a buscar al príncipe, hace un rato que está despidiendo a todos los invitados. Pero cuando llego al lugar donde estaba ya no lo encuentro, ni a Cédric, ya no hay nadie en el salón más que la servidumbre, me dejaron sola y yo no me di cuenta.

A lo lejos veo que dejaron una botella de vino abierta y sin acabar, no puedo dejar que se desperdicie, así que la agarro y me la empino, ni la servidumbre nota que sigo aquí, por lo que aprovecho para tomarle hasta tope a la botella y acabar rápido.

Al siguiente día, despierto en medio del salón, con el vestido todo manchado de vino, el cabello todo enredado y no recuerdo nada después de que empecé a tomarme esa deliciosa botella.

Me hago una nota mental de no volver a tomar en la vida, nunca había tomado alcohol, pero bueno, siempre hay una primera vez. Me paro como puedo y salgo del salón solitario donde fue la fiesta y me quedé dormida, creo aun nadie despierta, porque no noto ningún movimiento.

Voy subiendo la escalera como puedo, cuando me encuentro con el príncipe, ¡No puede ser, que mala suerte tengo!, intento hacer el típico si no me muevo no me ve, pero creo que no funciona.

— Buena noche, ¿no? —Me lo dice con un tono de burla, ¿Acaso no recuerda que me dejó plantada al final de su fiesta?, que feo que no tuvo ni la decencia de despedirse.

La verdad prefiero ignorarlo y seguir subiendo como puedo, escucho su risa mientras sigue bajando, pensé que me iba ayudar. Llego a mi cuarto y me acuesto a dormir para intentar quitarme este dolor de cabeza horrible.

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Pieza que tocó Kaia:

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Sed de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora