CAPITULO VEINTIUNO

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21

Lee Fletcher

    AL DÍA SIGUIENTE, durante el desayuno, había mucho revuelo en el comedor

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    AL DÍA SIGUIENTE, durante el desayuno, había mucho revuelo en el comedor. Al parecer, a las tres de la madrugada se había localizado un dragón etíope en la frontera del campamento. Pero Percy y yo habíamos seguido dormidos, Percy porque tiene el sueño como un tronco...yo, estaba demasiado cansada. El caso es que los límites mágicos habían mantenido al monstruo a raya, pero éste siguió merodeando por las colinas intentando encontrar algún punto débil en nuestras defensas y no pareció dispuesto a marcharse hasta que Lee Fletcher, de la cabaña de Apolo, y dos de sus camaradas se pusieron a perseguirlo. Cuando el dragón tuvo una docena de flechas alojadas en las grietas de su armadura, captó el mensaje y se retiró.

   —Tiene clavadas veinte flechas en el pellejo y lo único que hemos conseguido es enfurecerlo. Es de un color verde intenso y mide nueve metros. Sus ojos... —Se estremeció.

   —Buen trabajo, Lee —dijo Quirón, dándole una palmada en el hombro—. Que todo el mundo permanezca alerta, pero sin perder la calma. Esto ya ha sucedido otras veces.

   —Así es —intervino Quintus desde la mesa principal—. Y volverá a ocurrir. Cada vez con más frecuencia.

   Hubo un murmullo general.

   Todos habían oído los rumores: Luke y su ejército de monstruos planeaban invadir el campamento. Muchos de nosotros creíamos que el ataque se produciría aquel verano, pero nadie sabía cómo ni cuándo. Que el número de campistas fuera más bien bajo no ayudaba mucho. Sólo éramos unos ochenta. Tres años atrás, cuando mi hermano y yo  habíamos empezado, había más de cien. Ahora, en cambio, unos habían muerto, otros se habían unido a Luke y algunos habían desaparecido.

   —Un buen motivo para practicar nuevos ejercicios de guerra —prosiguió Quintus, con un brillo especial en los ojos—. Esta noche veremos qué tal lo hacéis.

   —Sí —convino Quirón—. Bueno... ya está bien de anuncios. Vamos a bendecir la mesa y a comer. —Alzó su copa—. ¡Por los dioses!

   Todos levantamos nuestras copas y repetimos la bendición.

  Tyson, Percy y yo llevamos los platos al brasero de bronce y arrojamos a las llamas una parte de nuestra comida. Esperaba que a los dioses les gustara el pudin de pasas y los cereales.

  —Poseidón —dije, bajando la voz—, échame una mano con Nico y Luke. Y con el problema de Grover...Apolo, ayúdame tú también, por favor.

   Había tanto de que preocuparse que podría haberme pasado allí la mañana, pero volví a sentarme. Cuando todos habían empezado a comer, Quirón y Grover se acercaron a nuestra mesa. Este último tenía cara de sueño y la camisa mal remetida. Deslizó su plato sobre la mesa y se desplomó a mi lado.

LAS CRÓNICAS DE CAS JACKSON (1)  ━ pjo (EN REVISIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora