LIBRO I: LAS CRONICAS DE CAS JACKSON
¿QUÉ OCURRE SI UN DÍA DESCUBRES QUE ERES HIJA DE UN DIOS GRIEGO? Eso es lo que le sucede a los mellizos Percy y Cas Jackson, que a partir de ese momento comienzan a vivir una vida completamente distinta a la...
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LAS DISTANCIAS ERAN MÁS CORTAS EN EL LABERINTO.Aun así, cuando llegamos otra vez a Times Square, guiados por Rachel, me sentía como si hubiese hecho todo el camino a pie desde Nuevo México. Salimos al sótano del hotel Marriot y emergimos por fin a la luz deslumbrante de un día veraniego. Aturdidos y guiñando los ojos, contemplamos el tráfico y la muchedumbre. No sabía qué resultaba más irreal: Nueva York o la cueva de cristal en que había visto morir a un dios.
Abrí la marcha hasta llegar a un callejón, donde podía obtener un buen eco. Silbé con todas mis fuerzas cinco veces.
Un minuto más tarde, Rachel sofocó un grito.
—¡Son preciosos!
Un rebaño de pegasos bajó del cielo en picado entre los rascacielos. Blackjack iba delante con Lucky y otros cuatro colegas de color blanco.
«Jefa—relinchó Lucky—me alegro de verla.»
—No tienes ni idea de cuanto te he echado de menos, colega—lo abrace rápidamente y le di un beso en la cara, sabia que a Lucky le ponían nervioso ese tipo de muestras de cariño, pero me las permitía.—Tenemos que volver al campamento chicos, rápidamente.
«¡Mi especialidad! Ah, vaya, ¿ha venido con ese cíclope? Eh, Guido, ¿qué tal tienes ese lomo?»
El pegaso Guido gimió y protestó, pero al final accedió a llevar a Tyson. Todo el mundo empezó a montar, salvo Rachel.
—Bueno —le dijo a Percy—. Supongo que esto se ha acabado.
Asintió incómodo. Ambos sabíamos que no podía acompañarnos al campamento. Mire a Annabeth que falsamente se hacía la ocupada a mi lado con su pegaso—Tss—la miré con una sonrisa de diversión, sabía que estaba celosa.
—Cállate anda.
Reí.
—Gracias, Rachel —dije—. Nos has salvado el culo en ese sitio.
—No me lo habría perdido por nada del mundo. Bueno, salvo lo de estar a punto de morir, y lo de Pan... —Le flaqueó la voz.
—Dijo algo de tu padre —recordó Percy—. ¿A qué se refería?
Rachel retorció la correa de su mochila.
—Mi padre... El trabajo de mi padre... Bueno, es una especie de hombre de negocios famoso.
—¿Quieres decir que... eres rica?—dijo mi hermano.
—Pues... sí.
—¿Así fue como lograste que nos ayudara el chófer? Pronunciaste el nombre de tu padre y...
—Sí —me cortó Rachel—. Percy... mi padre es promotor. Viaja por todo el mundo en busca de zonas poco desarrolladas. —Inspiró, temblorosa—. Las zonas vírgenes... Él las compra. Es horrible, pero desbroza la vegetación, divide la tierra en parcelas y construye centros comerciales. Y ahora que he visto a Pan... La muerte de Pan...