12
Batalla de burritos
A LA SALIDA DEL VERTEDERO, tropezamos con un camión de remolque tan desvencijado que parecía que también lo hubiesen dejado allí como chatarra. Pero el motor arrancó y tenía el depósito casi lleno, así que decidimos tomarlo prestado. Thalia conducía, pues parecía menos aturdida que los demás.—Los guerreros-esqueleto aún andan por ahí —nos recordó—. Hemos de seguir adelante.
Avanzamos por el desierto bajo un cielo límpidamente azul. La arena brillaba de tal modo que no podías ni mirarla. Zoë iba en la cabina con Thalia; Percy, Grover y yo, en la caja, apoyados en el cabrestante. El aire era caliente y seco, pero el buen tiempo parecía un insulto después de perder a Bianca. Llevaba en la mano la figurita que Bianca me había dado ¡Dioses...! ¿Qué iba a decirle a Nico?
Quería creer que Bianca seguía viva en alguna parte. Pero no sabía que pensar, por lo que me hice una promesa. Cuidaría de Nico por Bianca.—No debí dejarla —mascullé—. Tendría que haberme metido yo en el gigante.
Percy me miro preocupado.
—¡No digas eso! —dijo Grover, alarmado—. Bastante terrible es que hayamos perdido a Annabeth. Y ahora a Bianca. ¿Crees que podría resistirlo? —Se sorbió la nariz—. ¿Crees que habría alguien dispuesto a ser mi mejor amiga?
—No es culpa tuya Cas, pero por los dioses no vuelvas a decir algo así, eres mi hermana, hubiera perdido una mitad de mí mismo—dijo Percy
Me di cuenta de lo que había dicho. No había pensando ni en Percy ni en Grover.—Chicos...lo siento.
—Está bien—abrace a Percy.
Grover secó los ojos con un pañuelo grasiento que le manchó la cara, como si llevara pinturas de guerra.—Estoy... bien.
Pero no lo estaba. Desde lo sucedido en Nuevo México con aquel viento salvaje que había soplado de repente, se lo veía más frágil y sentimental que de costumbre. No me atrevía a hablar de ello, porque igual empezaba a sollozar. Tener un amigo que pierde la calma más fácilmente que uno no deja de ofrecer una ventaja. Debía de dejar de culparme y deprimirme pensando en Bianca y espolear a los demás, como hacía Thalia. Me preguntaba de qué estarían hablando aquellas dos en la cabina.
• • •
Se nos acabó el depósito a la entrada de un cañón. Tampoco importaba, porque la carretera terminaba allí. Thalia se bajó y cerró de un portazo. En el acto, reventó un neumático.—Estupendo. ¿Y qué más?
Escudriñé el horizonte. No había mucho que ver. Desierto en todas direcciones y, aquí y allá, algún grupito de montañas peladas y estériles. El cañón era lo único interesante. El río en sí mismo no era gran cosa: tendría unos quince metros de anchura y unos cuantos rápidos, pero había abierto una garganta muy profunda en mitad del desierto. Los riscos se precipitaban vertiginosamente a nuestros pies.
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LAS CRÓNICAS DE CAS JACKSON (1) ━ pjo (EN REVISIÓN)
FanfictionLIBRO I: LAS CRONICAS DE CAS JACKSON ¿QUÉ OCURRE SI UN DÍA DESCUBRES QUE ERES HIJA DE UN DIOS GRIEGO? Eso es lo que le sucede a los mellizos Percy y Cas Jackson, que a partir de ese momento comienzan a vivir una vida completamente distinta a la...