23
Nico da menús infantiles a los muertos
ERA DEMASIADO PRONTO para que hubiera tanta luz y es que parecía que en la habitación había más luz de lo normal cuando aún faltaban dos horas para el amanecer. De la fuente salada se elevaba un fulgor verde azulado que parecía más intenso que la última vez. Esta vez no salió del agua ninguna voz pidiéndome una moneda. Era como si la fuente esperase a que yo me acercara. Tendría que haberme vuelto a la cama, pero me quedé pensando en lo que había visto la noche anterior: aquella extraña imagen de Nico en la orilla del río Estigio.—Estás tratando de decirme algo —dije. No salió ninguna respuesta de la fuente.—Muy bien. Muéstrame a Nico di Angelo.
Ni siquiera arrojé una moneda, pero esta vez no fue necesario. Era como si, aparte de Iris, la diosa mensajera, hubiera otra fuerza que dominase la fuente. El agua tembló y enseguida surgió la imagen de Nico. Ya no estaba en el inframundo, sino en un cementerio bajo el cielo estrellado. Unos sauces gigantescos se alzaban a su alrededor. Nico miraba trabajar a unos sepultureros. Oí el ruido de las palas y vi la tierra que salía despedida de una fosa. Él iba con una capa negra. La noche era brumosa, húmeda y cálida; las ranas croaban sin parar. A los pies de Nico reposaba una bolsa enorme de WalMart.
—¿Ya es bastante hondo? —quiso saber. Parecía irritado.
—Casi, mi señor. —Era el mismo fantasma que había visto con él la otra vez: la imagen tenue y temblorosa de un hombre—. Pero os digo que esto no es necesario, mi señor. Ya me tenéis a mí para buscar consejo.
—¡Quiero una segunda opinión! —Nico chasqueó los dedos y el ruido de las palas se detuvo. Dos figuras emergieron de la fosa. No eran personas, sino esqueletos vestidos con harapos—. Retiraos —ordenó Nico—. Y gracias.
Nico era muy poderoso definitivamente.
Los esqueletos se desmoronaron y quedaron convertidos en una pila de huesos.—Sería lo mismo darles las gracias a las palas —comentó el fantasma—. No tienen más juicio unos que otras.
Nico hizo caso omiso. Hurgó en la bolsa de Wal-Mart y sacó un paquete de doce latas de Coca-Cola. Entonces abrió una con un chasquido y, en lugar de bebérsela, la vertió en la fosa.—Que los muertos sientan otra vez el sabor de la vida —musitó—. Que se alcen y acepten esta ofrenda. Que recuerden de nuevo.
Vertió el contenido de las demás latas en la tumba y sacó una bolsa blanca de papel adornada con tiras cómicas. No la había visto desde hacía años, pero la reconocí: un menú infantil de McDonald's. Le dio la vuelta y la sacudió hasta que las patatas fritas y la hamburguesa cayeron en la fosa.
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LAS CRÓNICAS DE CAS JACKSON (1) ━ pjo (EN REVISIÓN)
Hayran KurguLIBRO I: LAS CRONICAS DE CAS JACKSON ¿QUÉ OCURRE SI UN DÍA DESCUBRES QUE ERES HIJA DE UN DIOS GRIEGO? Eso es lo que le sucede a los mellizos Percy y Cas Jackson, que a partir de ese momento comienzan a vivir una vida completamente distinta a la...