Que empiece el entrenamiento

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Aquella kitsune la atrajo con sus encantos míticos hacia el tronco de un árbol creando una ilusión óptica para evitar la llegada inesperada de seres humanos, la cual en su interior escondía un secreto: un templo florecido por una montaña de flores de cerezo.

- Puedes llamarme Ponyo, mi pequeña niña.

Ponyo comenzó a enseñarle aquel lugar y para su sorpresa, más de un ser semi-humano habitaba esas tierras: vampiros, hombres lobo, etc.

Rin, asombrada, no esperaba encontrar más especies con características a las de ella y menos aún diferentes.

-Este será tu nuevo hogar. Primeramente, te presentaré a tu nueva familia. Él es Dante, mi esposo y este es nuestro hijo Cheem.

La elfa saludó entusiasmada a ambos sujetos.

-Sígueme, tengo mucho que enseñarte. Sin embargo, debo enseñarte a luchar contra tus enemigos. Voy a entrenarte para que seas una buena luchadora y, además, he estado observando como cazas.

-¿M-me has estado espiando? - contestó ante tal respuesta-

-Si te soy sincera, llevo el suficiente tiempo observándote como para saber a que te estás dedicando.

- ¡Baka Baka! ¡Eso no se hace! ¡No puedes espiar a la gente como una acosadora! - empezó a darle pequeños golpes en el brazo de la kitsune-

Ponyo rió levemente al ver a la inocente chica golpearla de esa forma.

-Te enseñaré personalmente el arte del combate. Lucharás contra mi cuando hayas aprendido todos los movimientos necesarios.

-¡Eso sería maravilloso! Entrenada por una kitsune ¡y en privado! ¡Es muy emocionante!

Al verla tan ilusionada acarició el cabello de ésta. 

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