El Deseo de una Diosa

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Cómo modo de descanso, Rin siempre se disponía a escribir algo en su valioso diario, cómo podrían ser sus logros y metas, sus aspiraciones y sobre todo los avances que iba completando en sus entrenamientos.

Querido diario,
Creo aparentar haber mejorado mi puntería, algún día llegaré al 100, estoy en ello.

Mientras tanto, por otro lado, deduzco mejor los golpes con ayuda de la máquina de entrenamiento que me regaló Ponyo por mi cumpleaños y resisto con más ligereza sus ataques.

Quizás sea el momento de enfrentarme a la gran pelea junto a ella, aunque no sé con exactitud de qué se tratan sus poderes.

Respecto a cómo demonios la diosa aterrizó de la nada en la Tierra, tampoco lo tengo claro, pienso que debería de investigarlo más a fondo y descubrir la verdad detrás de esta guerra entre elfos y humanos.

¡Puedo hacerlo!

La elfa cerró el libro y corrió hasta la sala de entrenamiento.

Sigilosa, la mujer zorro se dispuso a bajar las escaleras del calabozo.

En este lugar, entre rejas residían en su gran inmesidad humanos capturados y extrañados por sus familias suplicando por sus vidas.

Sin embargo, la matriarca de la familia se centró en la alocada osa, colocándose delante de sus narices con sus ojos grandes y brillantes de verde color.

- Escúchame atentamente osa.
Debes prometerme que cuando llegue el momento clave de soltarte, no pensarás en colocar otro de tus pies en esta familia, ni intentarás dañar de nuevo a mi querida hija Rin con tu presencia y con ello, te llevarás a las catacumbas sus recuerdos contigo, ¿lo has entendido?

Al mirar su rostro, Ponyo podría ser capaz de imaginarse unos ojos igual de fuertes en cuanto a brillo y tono de color, de otra manera, sus persuasiones resultarían claramente en vano, lo cual se convirtió en una realidad.

Es decir, el estado mental de Bubusia se constituía por una inmunidad hacia los poderes derrochados por parte de la kitsune.

- Pero....tengo que salvar a todos, a todos los elfos.

La osa habló.

Ponyo la observó de forma sobresaltada, dándose cuenta de que aquella fortaleza mental solo se daba en dioses. Como era, la diosa Bubusia.

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