El aprendiz aprende del maestro

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- Así que eras un humano -dijo Rin hablando con la boca llena.

- Sigo siendo uno pero aprendí a utilizar la magia - contestó Rendell.

Ambos estaban desayunando en una taberna bastante solitaria.

- ¿Y has estado viviendo solo durante años en diferentes ciudades?

- En realidad, tengo hijas pero no suelen venir a mis aventuras.

- Querrás decir trapicheos.

- Yo no las llamaría así. Y si vas a estar a mi lado, preferiría que no hicieras tantas preguntas.

- Soy curiosa - sonrió Rin inocentemente.

- ¿Algún día las conoceré?- preguntó la elfa.

- Lo dudo bastante. Este lugar es peligroso para ellas.

- Se ve que las quieres mucho - sonrió amablemente pero se fue borrando esa expresión de su cara al recordar a sus padres.

- Me gustaría estudiar tu magia - respondió Rendell evitando que la elfa pensara.

- ¿Magia elfica? No es muy complicada.

- Parece poderosa.

- ¿Habéis terminado ya? Tengo que cerrar el local pero no puedo con vosotros dentro - dijo el dueño de la taberna.

- ¡Ya vamos señor! - Rin dejó dinero sobre la mesa y agarró del brazo a su acompañante dirigiéndose a la salida.

- Hay algooooooo... que debes saber de mí.

- Te escucho - respondió el joven.

Rin susurró en su oído: "Yo no soy una elfa normal, estoy maldita".

Rendell se extrañó ante su comentario.

- Tengo un problema desde que era pequeña. No me dejes ver sangre jamás - mirando de cerca al hechizero.

- Si me corto, ¿te sucedería algo?

- No, solo es en grandes cantidades. Me es incapaz controlar esa fuerza y mis pensamientos. Así que sería estupendo si no tengo que pasar por eso, ¿de acuerdo?

- Que te de sangre, anotado.

- ¡Eh! Dije lo contrario.

El joven rió.

- Estaba bromeando. Ahora que somos amigos podemos hacer eso, ¿verdad?

Rin lo miró algo sorprendida.

- Cierto, ahora eres mi amigo.

- ¿Lo ves? No pasa nada.

- Quiero enseñarte algo, seguro que tú lo valoras.

- ¿De qué se trata?

La elfa buscó un lugar lo bastante oscuro para mostrarle lo que era capaz de realizar.

Comenzó a dibujar algunos dibujos bastante extraños, entre ellos, un reloj.

- Rin eh... ¿qué se supone que es todo eso?

- ¡Es arte! - miró sus pinturas- Todos estos dibujos... No no... ¡representaciones! Han salido de mis sueños. Suelo dibujar lo que sueño esa misma noche, si lo recuerdo claro.

- Son bastante interesantes.

- ¿Tú pintas, Rendell?

- No tengo mucho tiempo para hacerlo la verdad.

Rin tomó su mano y le metió uno de sus dedos en pintura. Manejando así ésta por las paredes.

- Ahora estás haciendo arte, ¡Rendell es un artista!

El joven esbozó una sonrisa en su rostro y dibujó una doble R.

- Mmmm... Re...no, rana..., ¿Rin? ¡Eso es Rin! Rin..., ¿rara?

- No no, -rió- es Rin y Rendell.

- Pero eso lo ponen los enamorados - le miró deprisa- ¿¡Estás enamorado de mí!? Me halagas Rendell-kuuuuun~

- Mira que eres extraña, Rin.

- También eres raro, y eso me gusta~

- ¿Has pensado en ir a un convento? Para que se te bajen los humos.

- ¿Eh?










Reality Or Imaginary?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora