No escaparás tan fácil de mí

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Después de varios días de arduo entrenamiento, Rin logró aumentar su velocidad y capacidad luchadora.

- ¡Ahora sí estoy lista! ¡Voy a por tí Bubusia! - la joven preparada para marcharse fue detenida por su tutora-

- ¿Adónde crees que vas, cariño?

- Em... A buscar a... ¿la Diosa?

- Ir sola allá afuera es peligroso, mejor quédate con nosotros. Aquí no te ocurrirá nada malo.

-¡Pero! Es mi... ¿deber? Siempre he querido conocerla y no me voy a detener ahora que está tan cerca.

- Déjala ir, esposa mía. -aclaró el albino- Es una elfa, sabrá defenderse. Seguro que ya vivió más ataques y, mira el lado positivo, aún sigue viva y quizás encuentre más especies.

- ¡Dante tiene razón, Ponyo! Déjame ir, sabes donde se encuentra cada animal, si me pasa algo ¡gritaré!

- Está bien -comentó-.

- ¡Gracias gracias!

- Pero... Con una condición.

- ¡La que sea! - Rin no podía contener la emoción, tenía muchas ganas de salir por aquella puerta pero debía esperar a lo que Ponyo dijera-.

- Serás mi abastecedora de alimentos personal.

- Eso puedo hacerlo-

Antes de seguir su frase, la kitsune la detuvo.

- Y... También cuidarás de la casa y ellos cuando no me encuentre aquí, ¿entendido?

- Pero no puedo hacer tantas cosas a la vez.

- ¿Quieres salir o no?

Rin dió un suspiro a regañadientes y aceptó el trato.

Salió en cuanto se despidieron de ella y empezó a dar numerosos pasos entre aquel bosque.

- Soy una elfa, no temas Rin, tienes poderes, todo irá bien, solo... Escucha tu alrededor, los elfos siempre fuimos buenos en eso.

La chica se quedó quieta agudizando su oído tratando de escuchar algo más que viento y pájaros.
De pronto, unos gruñidos llegaron a sus oídos, así que sin pensarlo fue en busca de ese sonido.
Al llegar al lado de un pequeño río volvió a encontrarse con aquella osa desnuda.

(¡Sí, sí, sí, sí sí! La encontré más rápido de lo que pensaba y está atacando a-) Pensó.

Al ver un par de humanos Rin se espantó.

(¿¡Humanos?! ¡Están cerca de donde vive Ponyo y los demás! Tengo que alejarlos de alguna forma)

- ¡hey! Par de... ¡Idiotas!

Los humanos me miraron sorprendidos al ver otra especie no humana a parte de la osa, así que me intentaron atacar para detenernos.
Sin embargo, Rin se liberó de ellos gracias al aprendizaje y los amenazó para que no volviera a pisar esas tierras mostrando sus dientes.
Ellos huyeron sin pensarlo.

- ¡Oigan! No soy tan fea.

Miró a la osa intentando no alterar su comportamiento.

- Tranquila tranquila -se sentó de rodillas- soy una elfa, son de verdad ¿lo ves? - le enseñaba sus orejas y permitiéndole que se acercara para tocar éstas-
Por casualidad... no te sonará algo relacionado con... ¿una Diosa?

La pequeña criatura solo se limitó a hacer ruidos extraños.

- ¿Conoces a la Diosa Bubusia? Se parecía bastante a tí, al menos por como me lo contaron.

Seguía sin pronunciar ni una sola palabra, solo miraba a la elfa de manera algo perturbadora.

- Estoy convencida de que podrías ser tú, los demás no me creen pero si se lo demostramos dejarán de verme como una loca, quiero saber porqué no nos atacaste, ¿los elfos te ayudaron? Necesito saber y quizás sepas algo sobre esto.

La osa seguía manteniendo la misma cara desde que Rin inició conversación con ella.

- Te llevaré a casa con el resto, te verán y dirán: Rin tenía razón y no le creímos, haremos lo que ella diga jajaja
Me he pasado, ¿verdad?

- (∵)? - no tenía ni idea de lo que su contraria hablaba-

- Debo enseñarte a hablar.

Pasó bastante tiempo hasta que la elfa la llevó consigo.

- ¡He vuelto! Y he traído esto.

Todos se alertaron.

- Cariño, ¿por qué la trajiste aquí? Y... ¿Qué trajiste exactamente?

- A la Diosa, ahora mismo no sabe hablar porque... seguro que olvidó su pasado ¡pero! yo le enseñaré.

Aquella semi humana de origen desconocido empezó a actuar agresivamente desconfiando de todo el mundo a su alrededor.
Intentó escapar de ahí pero Rin se lo impidió.

- Rin, puede tener enfermedades, mira sus condiciones. De momento no hay más remedio que dejarla en el calabozo.

- Pero Ponyo...

- Hazme caso - tranquilizó a la osezna con sus poderes dejándola inconsciente durante un par de horas, la cargó en sus brazos y la encerró-.

- Creo que es cruel hacer eso.

- Mi pequeña, lo entenderás. Hasta que no sepamos si padece enfermedades no te acerques mucho a ella, ¿de acuerdo?

- Está bien...

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