La Pesca del conocimiento

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A la mañana.

-¿A dónde vas, hija mía? - preguntó la sabia kitsune.

- Voy... Llevo a Bubu a pescar peces conmigo, me encomendaste la tarea de traer alimentos, ¿verdad?

- Vas a pescar peces ... Siendo una criatura mitad marina.

No lo había pensado - reflexionó.

- Em... Sí, soy marina pero soy... una mitad carnívora como puedes ver así que yo también necesito alimentarme para estar sana y fuerte.

- Pero no has probado ni un bocado de pescado desde que llegásteis aquí.

- Eso es porque quizás YO no lo necesite pero Bubu es una animalita indefensa y ya sabes lo que comen los... osos.

- ¿Bubu? - preguntó extrañada.

- Es mi apodo cariñoso - Rin rió leve.

Se está encariñando bastante con la mascota... Pero es mejor verla feliz que triste - razonó Ponyo.

- Está bien, pero no regreséis pasada la media noche. Entre estos bosques se esconden criaturas peligrosas.

- No lo haremos - sonrió para ocultar su nerviosismo.

Después de aquello, la elfa salió con la osa dirigiéndose al mar.
Agarrando un bote, subo a Bubusia en él entrando la última.

- Bien pequeños, necesito vuestra ayuda, ¿podéis llevarnos a la primera tierra firme que encontréis?

Rin colocó una mano en el agua moviéndola lentamente para provocar ondas haciendo que varios peces acudiesen en su llamada.

Al escuchar su pregunta, comenzaron a nadar guiándolas por el agua.

La chica oso quedó estupefacta ante tal poder y como instinto animal intentó capturar algunos peces.

- Bubu no puedes comértelos - agarró sus manos para que no pudiese atraparlos.

Bubusia observó a Rin con una expresión tan humana que haría aterrar a cualquiera.

Su expresión era de absoluto desconcierto, tratando de ver algo más allá en los ojos de la joven elfa.

Rin miraba directamente a los ojos de su contraria intentando predecir su próximo movimiento.

Al ver que Bubusia se le acercó más, cerró sus ojos asustada.

Notó algo suave y mojado en su mejilla decidiendo abrir sus ojos de nuevo.

La osa le estaba lamiendo.

- ¿¡P-pero qué estás haciendo?! - la apartó notándose un sonrojo en la elfa- N-no puedes lamerme así como así, en estos tiempos la gente se suele prometer y-y estar a solas tan cerca en mitad del mar e-es... - aumentaron su sonrojo y sus nervios- .

La pequeña criatura no entendía porqué actuaba de esa manera, sólo estaba demostrando algo de afecto por ella.

Mientras tanto en la mansión/hogar.

- ¿¡ Que ha hecho qué?! - gritó Ponyo.

Dante se atragantó con una de las galletas que estaba comiendo al oír aquel grito y fue de inmediato.

- ¿Qué sucede, esposa mía?

Enfadada le mostró la carta de Rin que dejó antes de marcharse.

El albino la empezó a leer.

- ¿Cómo puede ser tan revoltosa? ¿No puede hacerme caso por un momento?
Le he dado un hogar y esto es lo que me hace.

- Pero cariño, todavía es joven, quiere aventuras y explorar. Yo a su edad me la pasaba de ciudad en ciudad haciendo lo que me gustaba.

- Rin no sabe defenderse de un ser superior, ¿y si le pasa algo malo?
Dante ve a buscarla.

- ¿Eh? ¿Por qué debo salir yo? Estoy algo ocupado pegando a ese "hermano" tuyo por querer salir con nuestra hija.

Ponyo empezó a expandir un aura de enfado y siniestra a su alrededor.

- Vale, ya voy - contestó Dante.

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