16

4.7K 263 20
                                    


Caprice Scorts

— Entonces... ¿tu mamá se llama Margaret, tú papá Hugo y... tú hermano menor que apenas soportas se llama Jal?—Pregunté a George mientras tomaba un rollo de sushi.

El asintió

Después de terminar mi turno de la mañana en Tóxica, tuve una llamada de George, invitándome a comer sushi y pidiendo miles de disculpas por haber estado ausente estos días.

Y obviamente...

No le podemos decir que no al sushi.

El me estaba contando acerca de su familia, sus amigos y su vida en particular.

— ¿y tú?—Fruncí el ceño ante su pregunta

— ¿Yo qué?

— Tú familia—Ay mierda, hice una mueca—Tus padres ¿Cómo se llaman?

Me tensé, ¿qué le diría? ¿Le digo que mi madre se suicido o...? ¿Y si se asusta? ¿Le miento?

Relájate.

Bien, solo le diría sus nombres, nada más ¿es lo único que me pidió no?

— Está bien si no me lo quieres decir, lo entenderé—Dijo, yo abrí los ojos como plato.

— ¿Qué? ¡No!— Carraspee y me miró— Mi madre se llamaba Jessica y mi padre se llama Leonardo y...

— ¿Llamaba?

Carajo

Dile la verdad Caprice

Ahora no...

Tenemos que decir...

¡¡Que ahora no!!

— Si, ejem... Falleció hace ya tres años— Mentí

Ella... ella no murió... se quitó la vida.

El rostro de George pasó de ser alegre a uno con preocupación y arrepentimiento —supongo que por haber hecho la pregunta— pensé.

— Mierda... digo no, lo siento no quise...— Comenzó a decir pero yo lo interrumpí.

— Está bien, no hiciste nada malo— Volví a carraspear— Como decía, ejem...— esa última frase se quedó en el aire, ya no pude decir nada más.

Odiaba hablar sobre mi familia... sobre ese terrible pasado.

— Caprice, esta bien, en serio, podemos hablar sobre otra cosa si quieres— Asentí poniéndome roja.

Nos quedamos hablando de muchas cosas por horas, hasta que el sushi se acabó y tuvimos que pedir más para que no nos corrieran ya que había más gente queriendo una mesa.

Lo sé somos crueles.

George me habló sobre su escuela y los trabajos y proyectos que había tenido. No le pregunté por qué no había estado estos días, no quería ser impertinente o que se yo, a demás no soy nadie para que me diga que estaba haciendo y tal vez ni siquiera me lo diría.

Le conté sobre la universidad a la que iría el año que viene sobre arquitectura y todas esas cosas. Cada vez que yo le contaba algo o hablaba sus ojos tenían un brillo increíble.

Y claro yo no evité ponerme roja por su forma de verme.

— ¿No tienes calor?— Pregunté rato después, hacía demasiado calor y no sabía si era yo o que.

— No, ¿tú si?

— Por eso te pregunté.

— Ahh

Perfectamente imperfectos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora