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Me puse de pie con tal de ir al baño, Azul tomó mi antebrazo haciendo que me detuviera.

—Iré contigo.

Asentí con la cabeza.

Entrelazamos nuestros brazos y como dos típicas mejores amigas nos dirigimos al baño. Nos separamos para entrar a un baño y hacer nuestra necesidades.

Salí minutos después, Azul estaba de pie en el espejo retocando sus labios con un labial rojo fuerte. Me acerqué a ella y me lave las manos con agua y jabón.

—¿Aún sigues enojado?—pregunté ladeando la cabeza.

Ella giró el cuello guardando su labial en el bolsillo para terminar mordiendo su labio—No es que esté enojada Cap, simplemente tengo curiosidad—respiró profundo y chasqueó la lengua—. Guardan algo y quiero saberlo.

Puso sus manos en jarra haciendo una mueca.

—¿Y... por qué no le preguntas a Alan? Solo debes decirle y a ti te dice nuestros secretos más oscuros.

—Lo haré—se acercó—, pero después. Hoy es una noche de amigos, podremos preguntarles después ¿no?

—Si.

Salimos del baño, al llegar los tres chicos estaban muriéndose de la risa con el celular en la mano, Azul y yo nos sentamos riendo disimuladamente. Alan chasqueó la lengua dispuesto a hablar

—Al...

—Solo fueron diez minutos no seas ridículo, Alan—lo cortó Azul rodando los ojos.

El celular de George comenzó a sonar, hizo una mueca al mirar la pantalla. Como toda novia chismosa miré el celular, lamentablemente no alcancé a ver de quien se trataba, preguntas comenzaron a crearse en mi mente.

George colgó la llamada, su rostro completo era de una buena señal de que estaba enojado.

—Aquí tienen el cambio de su cuenta—dice la camarera, en su manos sostenía una bandeja con seis galletas.

—Muchas gracias— Tom le guiñó un ojo, ella se sonrojó de inmediato.

Tomé una galleta echándola hacia mi boca completamente. No era muy grande que digamos.

—¿Los llevo a su departamento?—preguntó George mirando a todos.

—Eh...si—contestó Tom.

El celular de George volvió a soñar, no pude evitar mirar la pantalla. Fruncí el ceño, no se trataba de su madre, tampoco de su hermano.

Era Hanna.

🍒🍒🍒

—¿No te molesta que esté aquí todos los días?—pregunté a George pasando los dedos por su cabello.

Seguíamos acostados en la cama y eso que ya es medio día, todavía no habíamos desayunado.

Ayer en la noche todavía me encontraba curiosa por saber quien chuchas era Hanna, luego llegaron los pensamientos positivos. George también tendría amigas y yo no tenía nada en contra de eso, él tendría cosas que no me quiera contar y lo entendía perfectamente.

—Me molesta que no estés aquí.

Metió la mano bajo mi suéter, subió y subió hasta encontrar uno de mi pechos y apretarlo.

—¿Estás seguro?—volví a preguntar— no quiero que...

Sacó rápidamente la mano, se subió encima mío dejando sus piernas alrededor de mi cintura. Sus brazos quedaron a cada lado de mi rostro.

Perfectamente imperfectos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora