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—Si un día no me encuentran por ningún lado, estaré en prisión por homicidio— sentenció Seth después de haberle contado todo lo que paso—. Voy a asesinar a esas tías y no me importa si son tus amigas.

Luego de llamar a mis hermanos -que por cierto llegaron como tren- todavía no les explicaba nada hasta que llegamos a su piso, jamás me sentí tan humillada como hace un par de horas. Me sentía en otro mundo.

Ahora mismo estamos en el departamento de mis hermanos donde me quedaré hasta que yo pueda rentar uno o... no lo sé. Tom, Alan y George me acompañaron y ahora están aquí...

Ay...

¡No los he presentado!

—Ah, ellos son mis hermanos, Seth y Mein—Dije señalándolos con mi dedo índice.

Desde que llegamos, Tom no dejaba de mirar a Seth con ojos entrecerrados y por supuesto que lo mira así por sus lindos ojos, a Seth jamás le molesto que lo miraran de esa manera, el ya estaba acostumbrado y no estaba muy orgulloso de ellos.

—¡Tus ojos son increíblemente peculiares!— chilla Tom dando saltos, Seth asintió sin importancia.

George y Alan fueron hasta mis hermanos y estrecharon sus manos.

—Alan.

—George.

—Tom— él junto los puños con ellos y yo reí.

Todos regresaron a mirarme y me puse roja.

Era la primera vez desde que habíamos llegado que yo sonreía. Se quedaron unas horas platicando y el único que no habló casi nada fue George que estaba muy serio, él miraba el suelo con los puños apretados.

Yo me sentía vacía a parte de tonta, mis propias amigas me habían hechado del departamento, jamás las creí capaces de hacer algo como eso, tal vez creí que me dejaran de hablar pero, ¿humillarme así? Jamás las creí capaces. Ellas fueron las primeras amigas que tuve aquí en Chicago, las primeras en ayudarme a abrirme aunque... me juzgaban.

Ni siquiera pude saber que carajos paso.

Rato después de estar pensando, encontré a George mirándome, el estaba frente a mi en el sillón grande lo vi pero se veía muy... ¿Preocupado o...?

Me puse de pie y fui hasta donde él estaba, me senté en sus piernas y giré mi cuello para poder verlo mejor.

El sonrió.

—¿Estas bien?—Pregunté en susurro.

El asintió, me abrazó acomodando su cabeza contra mi espalda.

—Bueno...—Habló Tom y Carraspeó—Creo que es hora de irnos.

Alan y Tom se despidieron de mis hermanos, pero George seguía abrazado de mi, le hice una señal con la mano que ya era hora de irse, el asintió.

Me paré de sus piernas y los llevé a todos hacia la puerta, George se quedó en la entrada.

—Yo...—Trague saliva muy fuerte— Gracias por traerme aquí, a los tres y...—No pude terminar por que George ya me estaba abrazando.

No pude evitar soltar un par de lágrimas.

Pero que llorona..

Cállate.

—Para eso están los amigos linda—Dijo Alan con los pulgares arriba.

George se separó de mí y me dio un beso en la frente, después junto su frente con la mía.

—¿Puedo besarte?—Preguntó, asentí con una sonrisita boba.

George junto nuestros labios, ahora sus labios se encontraban fríos.

—Yo me encargaré— musitó, fruncí el ceño.

Sin ninguna otra palabra se separó de mí y salió del departamento, dejándome confundida ¿De qué se iba a encargar?, Sacudí la cabeza sin darle importancia y me fui a la que iba a hacer mi habitación.

🍒🍒🍒

Ya habían pasado cuatro días desde lo qué pasó con Sam...No, Samantha, ya no era mi Sam, tuve muchas llamadas de ella y mensajes diciendo que era una maldita cobarde y todos los insultos que existen en el mundo, yo no conteste ninguno y la bloqueé a ella y a todas las demás. Ya tenía suficientes problemas.

También Hansel me envió mensajes, yo le pregunté que si sabía lo qué pasó o algo por estilo, el estaba igual de perdió que yo, le comenté lo qué pasó y me pidió disculpas por no haber estado conmigo, compró un bote de helado de chocolate y unos doritos.

Vaya combinación.

Yo le dije que no se preocupara y que no fue su culpa pero él insistió.

Cuatro días sin saber nada de George, Tom me dijo que estaban ocupados resolviendo un problema... ¿Qué tipo de problema? Incluso mis hermanos han estado fuera de casa.

—¡Hijas de puta!— protestó Azul mientras limpiábamos las mesas del bar.

Me obligó a hablarle de lo qué pasó hace cuatro días.

Bueno... yo sé lo conté.

—Lo se, lo se—Dije—Ya no me interesa ninguna de ellas.

Azul resopló y yo la miré.

—Mierda Cap, me hubieses llamado y ahí mismo les rompería la madre. Estoy con el moño virao— tiró el trapo con el que limpiaba la mesa hacía el piso, puso su mano derecha en jarra y con la otra majaseaba su frente. Sonríe.

Mi risa no duró ni cinco segundos por que luego la borre.

—No quería preocuparte Azul— Contesté, ella puso los ojos en blanco.

No quiero que sientan mas lastima.

Pensé

—No digas eso, esas mujeres no se merecen nada de ti, ninguna lágrima, tú eres una chica fuerte— Yo negué con la cabeza—. Claro que lo eres, eres una amiga increíble y mi mejor amiga, yo te admiro y te quiero mucho.

Cuando lo estaba diciendo, se escuchaba tan sincera y yo me pude sentir segura con mi... mi mejor amiga.

Azul se acercó a mí para abrazarme y pude escuchar lo que susurró.

«Gracias por estos dos meses maravillosos, Caprice...

Sonreí, sonríe como nunca antes había sonreído.



Nota de la autora:

Hola, la verdad no sé si alguien me lee, pero aquí les traigo el capítulo 13, estaba muy ansiosa y me adelanté a subirlo (((:

Perfectamente imperfectos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora