24

3.5K 207 49
                                    



Desde que tengo quince años mi amor por el dibujo no cesó. El dibujo me ayudó bastante, me ayudó a abrirme conmigo misma, y también a despejarme un rato, cuando estaba enojada dibujaba, cuando estaba feliz dibujaba. Y más que nada, dibujaba cuando me sentía mal mentalmente, no hablo de esas personas que lloran porque su novio/a no les contestó el mensaje que él enviaron hace cinco minutos y piensan que ya los están engañando y se sienten mal. Hablo de cuando sientes que ya no puedes más, cuando tu mundo se está desmoronando, cuando son las cinco de la mañana y tú todavía no puedes quedarte dormido. De eso hablo.

Recuerdo que en preparatoria había un profesor que me ayudó mucho con esto del dibujo arquitectónico, un día le había dicho que quería ser una arquitecta muy famosa, a lo que él respondió con un: «sigue estudiando y cuando seas grande serás una Arquitecta famosa» y eso mismo hice, pero solo llegué a graduarme de la preparatoria. Muy pronto sería una estudiante de arquitectura, muy pronto.

—¿Haz hablado con tus hermanos?— Habló George, estaba debajo de mi suéter de lana.

Así es, debajo de mi suéter.

Sin sujetador.

Y el estaba dentro.

—Si, lo normal— pasé una mano por su cabello por encima del suéter.

Sacó la cabeza de mi suéter para luego mirarme con los ojos entrecerrados. Algunos mechones de cabello le tapaban la frente.

—¿Y con tu padre?

Mi padre... habían pasado cuatro días desde que había llegado de la nada. Había estado hablando con él por chat, incluso me dijo que le presentara a George y... la verdad no estaba muy segura de querer presentarle a George, él era muy celoso y posesivo, así era con mamá. Y mi madre jamás se dejó, ella siempre le contestaba, lo regañaba y no lo dejaba dormir en su cama, una vez ella lo dejó fuera de la casa por que él le había alzado la voz. Amaba cuando mi mamá lo regañaba.

A mis hermanos no les hacía caso, ellos podían ir y tomar por culo si yo hacía algo y no les agradaba.

—Quiere que te presente con el.

Asintió lentamente.

—Si no quieres no, yo tampoco tengo muchas ganas de ir, papá no es muy sociable con las personas que les presento.

—No, si quiero conocerlo— me dio un beso en los labios y luego volvió a meterse bajo mi suéter.

Se quedó allí durante unos cuantos minutos.

Mis párpados comenzaron a ser pesados, quería dormir...

Luego sentí un mordisco en uno de mis pechos...

¡Mierda si duele!

—¡GEORGE!— exclamé, eso no se sentía nada bien.

Me lo quite de encima, el solo sonrió muy maliciosamente. Me quité el suéter y fui hasta donde estaba un espejo de cuerpo entero que el tenía en su habitación, cuando vi mis pechos lo único que quería hacer fue estrangular el hermoso cuello de George.

¡Tenía chupetones!

¡¡Y dos mordiscos MUY visibles!!

—Whaaa— chillé—, George esto no es gracioso— sollocé pataleando el suelo.

—Me encantan tus berrinches.

Soltó una risita baja, me enderecé entrecerrando los ojos y lo señalé, él no me miró, mis pechos exclamaban todo su atención.

—Tienes prohibido meterme bajo mis blusas ¡desde ahora!— sentencie, toda su felicidad se esfumó en cuanto escucho eso, y ahora si me miró a la cara.

Perfectamente imperfectos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora