George MurphyMaldita Hanna.
Se supone que NO conteste sus llamadas porque no quería verla no quería ver su rostro ni mucho menos discutir. Pero he aquí la pregunta ¿Hanna fue mi amiga de verdad? Nos habíamos conocido cuando entré a preparatoria. Si, puede que Hanna y yo habíamos sido inseparables ¡La dejé que me llamase bebesito! En verdad que odiaba a mi yo de quince años, ¿Hanna conoció a mis novias? ¡Si! Solo tuve tres novias antes de conocer a Cherry.
Sin embargo todo cambió cuando Hanna comenzó a actuar extraño, más bien raro. Por días le pregunté que pasaba con ella, si estaba bien o mal, si tenía problemas con su madre o vete a saber que. Ella no cooperó en nada, y tiempo después entré a la universidad donde no la volví a ver o saber de ella. No siento que Hanna haya sido mi amiga después de lo que me hizo.
Ahora después de cuatro años ¿se dignaba a llamarme como loca? Y ¿Venir a mi apartamento? Y lo más importante ¿Cómo sabía donde vivía y quien le dio mi nuevo número? Esto comenzaba a dar escalofríos.
Lleve a Hanna a fuera con empujones, en el momento que salimos la solté, me limpie la mano con mi pantalón haciendo una mueca. Odiaba el contacto físico.
—¿Qué mierda te pasa?—solté molesto—¿Te vas cuatro años y regresas como si nada? ¿Cómo sabias donde vivía? Habla.
Hanna sonrió coqueta mientras yo le dedicaba una mirada de desprecio, no estaba para juegos como ella solía hacer muchas veces que hablábamos.
—Pues perdón, te extrañé bebesito. Veo que me cambiaste.—señala hacia el restaurante donde mi novia se encontraba con su entrecejo fruncido mirando la mesa.
Sentí algo en el pecho al mirarla desorientada con ganas de saber que es lo que pasaba, quise ir y abrazarla muy fuerte mientras ella me llenaba la cara de besos. Sonreí por un momento y luego recordé tener a Hanna enfrente y la quite.
Si dejaba a Hanna Justo ahora, sabía muy bien que lo único que haría sería joder y joder hasta que le hiciera caso.
—No me llamas así, nunca. Me sabe a mierda si antes me llamabas así, ya no tengo quince años—espeté—. Tengo novia y una a la que quiero muchísimo. Déjame en paz.
—La conociste hace menos de uno año—masculló señalándome—. Apenas y se conocen.
—¿En que te afecta? No te metas en donde no te llaman—me acerqué a ella con la mirada más fría que había dedicado—, no somos amigos y nunca lo fuimos.
Tragó saliva fuertemente, su cara comenzó a ponerse roja de lo enojada que estaba y lo que dije si le afectó.
—¡Claro que lo fuimos! Te quité de encima a todas tus novias y haré lo mismo con esa, ¡nadie es bueno para ti!
—¿Y tú si? Yo quiero estar con esa mujer de ahí adentro porque es la mejor persona que he conocido en mi patética vida. Tú solo la arruinaste, Tom y Alan ya me contaron todo—su cara palideció al escucharme decir eso—, ahora se porque ella se fue, pero te agradezco ya que si no se hubiese ido no habría conocido a Caprice.
—No es lo que crees... yo...—intentó tocarme y yo se lo impedí dando un paso hacia atrás. Apretó la mandíbula y su mano.
En verdad quería irme de ese lugar, sentía que me asfixiaba con tanta gente caminando y Hanna aquí.
Mi frente comenzó a dejar rastros de sudor . Mi respiración comenzó a agitarse. Me maree y Hanna lo notó.
—¿Estas bien? Tu cara esta pálida, George.
Cerré los ojos un momento tratando de inhalar y exhalar, me concentre en lo rápido que mi corazón latía, solo eso me importaba. No podía pensar en otra cosa que no fueran mis latidos, sentía que me estaba muriendo, en verdad lo sentía. Por más que intentaba que mi corazón latiera normal, no podía, un miedo terrible comenzó a invadirme. Hanna me hablaba pero yo no hacía caso, lo sentía cerca...
—¿George?—abrí los ojos de golpe al escuchar la dulce voz de Caprice, en cuanto me vio se acercó a mi, colocó sus manos en mi hombro y me miró con sus hermosos orbes grises—¿Qué pasó? Respira, tranquilo yo estoy aquí.
Posó una manos donde se encontraba mi corazón. Me centre en las facciones de su rostro, ella es tan hermosa...
—Inhala... exhala...—mi pecho subía y bajaba desesperadamente. Me tranquilicé minutos después, ahora mismo latía normal, ella tocó mi rostro repetidas veces— ¿Cómo te sientes? ¿Quieres comer algo? ¿Agua?— se encontraba desesperada.
Recargué la frente sobre su hombro, inhale su loción y la sujete por la cintura.
—Solo... hay que quedarnos una rato así ¿si?
Era la segunda vez que pasaba esto, la primera fue hace dos años y no recordaba lo mal que se sentía esto. Hanna carraspeó intentando llamar la atención, Cap no le hizo caso mucho menos yo.
—Yo... te veo luego, George—su voz me irritaba—. Llámame cualquier cosa— como si fuera a llamarle.
No le respondimos.
🍒🍒🍒
Ambos nos quedamos a comer en el restaurante, todavía haciéndome preguntas de que si estaba bien, si necesitaba un doctor o algo para tranquilizarme o medicamentos. La verdad nunca fui al doctor y cuando iba no me decían algo específico.
Horas después no encontrábamos en el auto, no hablamos.
—George... ¿seguro que estás bien? No quiero sonar impulsiva pero en verdad me asuste por ti.
Alcé la vista para encontrarme con una Cherry con ojos cristalizados, desabroche el cinturón de seguridad. Me acerqué a ella y la abracé.
—No llores..., por favor, yo estoy bien. Lo prometo.
Besé su frente.
—¿Qué pasó con Hanna?—no respondí, todavía no quería contarle nada sobre ella hasta que todo estuviera bien.
Negué con la cabeza—Otro día ¿si?
—De acuerdo—me dedicó una sonrisa que quise ver desde lo qué pasó hace unas horas.
Bajamos del auto y cuando estuvo junto a mi, entrelacé nuestras manos.
En verdad quería estar con esta mujer el resto de mi días.
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Perfectamente imperfectos ©
Novela JuvenilCaprice Scorts es una chica muy insegura por contar su pasado. El suicidio de su madre Jessica Scorts, frente a sus ojos. Su padre y sus hermanos se separaron siguiendo sus vidas, mudándose a otros países. Quedándose... solo a sus 16 años en Londres...