Capítulo dieciséis

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El silencio en el auto es bastante incómodo, y no ayuda que Rick tenga canciones de Olivia Rodrigo en la radio.

Bueno, decido romper el silencio antes de que alguno de ellos -posiblemente Nico, que parece bastante cabreado-, explote.

—¿Qué hacían ahí?

Nico le sube el volumen a la radio, pero Rick le baja rápidamente, dándole una mirada fea. Me siento como una niña a punto de ser reprendida por sus padres.

—Estábamos un poco preocupados, es todo —Es lo que Rick dice con suavidad—. Fuimos a ver que estuvieses bien.

Mentía, estaba tamborileando su meñique, y hacía eso siempre que mentía.

—¿Fueron a espiarme?

—Estábamos...

—Barbie, ella puede ver cuando mientes —Recuerda Nico, gruñón—. Y no, Elena, no estábamos espiándote. ¿Sabes qué queríamos hacer? Hablar, ya que al parecer la única forma de hacer eso es encontrarte en un lugar público.

—¿Estás enojado?

Pregunta estúpida, pero necesito saber.

—Claramente estoy enojado, Elena.

—¿Conmigo? —Murmuro, tan bajo que temo que no me escuche, pero lo hace y sus hombros se relajan.

—No, Lena... No contigo.

Silencio de nuevo en el auto, y esta vez Rick si le sube el volumen a "deja vù".

¿He estado tan inaccesible como Nico dice? Quiero creer que no, pero la verdad es distinta.

En la última reunión de Cupido le grite a Dawn, prácticamente me desligué de todo. Le he gritado a mi hermana, he preocupado a mis padres, he dejado la universidad, traté mal a Cami, y me niego a hablar de cualquier cosa relacionada a lo que me sucede.

Miro por la ventana y suelto un suspiro, agotada de toda la situación.

A ratos solo quiero dormir, por varias horas, varios días, y cuando despierte sentirme como nueva, estar bien.

Cierro los ojos y pienso en mi botella de vodka, abandonada en algún lugar de la peor fiesta de mi vida, y desearía tenerla a mano para hacer desaparecer por unas horas la sensación de miseria que vive conmigo.

Froto mi cuello y hago una mueca cuando me escoce la zona. Creí que Samuel me había apretado despacio, pero la verdad parece que dejó una marca bastante grande.

Y odio eso. Odio no haber previsto que esto sucedería. Odio no haberme amado lo suficiente y haber creído que merecía estar en una relación así, que valía la pena intentarlo.

A veces me odio por hacerme tanto daño, y me odio aún más por no saber cómo evitarlo.

—Sanos y salvos en casa —Anuncia Rick, bajándole el volumen a la radio—. Gracias por escoger Transportes Barbie, no olviden dejar su calificación en la aplicación.

Logra sacarme una pequeña sonrisa que desaparece cuando Nico se baja del auto y cierra su puerta detrás.

—Descansa, Peach, mañana será otro día —Rick me sonríe—. No me arrepiento de haberle disparado.

—Gracias.

—Siempre voy a protegerlas, a ti, a Dawn, a tu hermana, incluso a Nico y a sus hermanos. Somos una familia, y la familia se cuida —Me da un guiño—. Si quieres denunciarlo, háblame y podemos ir juntos.

Las Alas de Cupido (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora