Capítulo veinticuatro

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Puedo resumir mis últimos tres días en una sola palabra: felicidad.

Leo la mayoría de los libros que me había traído, me envuelvo en mi manta junto al fuego y bebo chocolate caliente. Nico me acompaña la mayor parte del tiempo, leyendo los libros que yo ya terminé, o dándome besos sorpresa cuando ni Rick ni Dawn están alrededor.

La decisión de no decirles aun fue unánime, aun queremos descifrar cómo funcionará esto y cómo afectará nuestra amistad, y no es necesario involucrar a nuestros amigos hasta que sepamos que todo estará bien.

No le he dicho que ya creo que nuestro noviazgo será un éxito, porque, ¿cómo no lo sería?

Digo, sí... Temo por nuestra amistad, demasiado, porque lo que tenemos es algo que pocas personas comparten, pero creo que ya que durante gran parte de esa amistad ambos estuvimos enamorados sin decir nada, no debería cambiar mucho nuestra dinámica.

De todas formas, la idea del secretismo no me desagrada del todo. Les da emoción a esos besos, a las escapadas en la noche a su cuarto y a las mañanas en las cuales debo pretender que dormí toda la noche en mi cuarto, cuando la verdad es que las pijamadas con Nico, mi novio, empezaron la misma noche que formalizamos.

No es nuevo que durmamos en la misma cama, lo que es nuevo es el deseo de tocarlo y besarlo, y hacer muchas cosas que no sé si estoy realmente lista para hacer, pero que no me molestaría intentar.

Lo veo preparar el almuerzo de hoy. Rick está en el jardín cortando leña, Dawn sigue trabajando en la inauguración de Cupido en su cuarto, y yo leo en la encimera, echándole algunas miradas a Nico de vez en cuando.

Observarlo es tan interesante como el libro que tengo al frente.

Creo que de los cuatro, yo soy la única que sabe cocinar cosas decentes, por mi padre el señor chef, pero Nico también sabe preparar algunas cosas... Pasta, específicamente.

Se lo he dicho más de una vez, y no me molestaría volver a hacerlo, pero Nico es demasiado italiano. Pueden ser los veranos que ha pasado con su abuela en Italia desde que era niño, o que se siente más cercano a sus raíces que sus hermanos, pero algo lo hace muy...

—¿Qué estás leyendo? —Pregunta mientras pica las cebollas sin que se le humedezcan los ojos.

—Fantasía —Le muestro la portada.

—¿Quieres leerme un poco mientras cocino? —Pregunta distraído—. Quizás luego me interese leerlo.

Voy a decir que sí pero cuando reviso la página me doy cuenta de que quizás no es lo mejor.

—Preferiría no hacerlo, no quiero hacerte spoilers —Sonrío con inocencia. Él me mira, entrecerrando los ojos.

—No me importa.

—Me duele la garganta —Mentira, mentira, mentira, pero joder que no quería leer justamente ese capítulo.

Había empezado una saga de libros solo para leerme ESE capítulo en particular, y él justamente me pedía que le leyese.

—Lena... ¿Puedes leer para mí, por favor?

Podría decir que no, y sé que no insistiría, pero la verdad es que una pequeña y mórbida parte de mi quería ver hacia donde nos llevaba esa lectura.

Me aclaro la garganta y evito el contacto visual.

—"Se arrodilló sobre esas estrellas y montañas que había en la parte interior de sus rodillas. No se inclinaba ante nadie y nada...

Las Alas de Cupido (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora