Capítulo veintiocho

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Despierto con un brazo envuelto en mi cintura y mi espalda recargada en un cálido pecho.

Ayer me quedé en el nuevo departamento de Nico pues hoy tendría un examen y necesitaba llegar temprano, pero la realidad es que amaba quedarme incluso cuando no tenía razones.

Suspiro sonoramente cuando los labios besan detrás de mi oreja y se deslizan hacia mi cuello con suaves caricias que envían corrientes eléctricas por mi columna vertebral.

—Pareces de buen humor.

—Tenerte cerca siempre me pone de buen humor —Indica. Me recuesto sobre mi espalda y lo miro, divertida—. Buenos días, ragazzina.

Sonrío, acariciando su rostro con suavidad, deslizando mis dedos por su cuello, su pecho...

—¿Cómo dormiste? —Lleva algunas semanas teniendo problemas al dormir. Pesadillas.

—Dormí, lo cual es algo —Admite inclinándose hacia mí, en busca de un beso, pero se detiene antes de tocar mis labios. Suelto un bufido frustrado—. ¿Qué haces, dulce Lena?

Sonrío con inocencia que él no se traga, y jugueteo con el elástico de sus calzoncillos, rozando mis dedos con su piel.

—¿Yo? Nada. Solo mis manos amanecieron... Juguetonas.

—Puedo verlo —Se posa sobre mí y delinea mis labios con la punta de su lengua de una forma que acelera mi corazón y calienta mi cuerpo—. Dime, ragazzina, ¿qué es lo que deseas lograr?

Todo lo que esté dispuesto a darme, y sé que si lo pido me dará todo de él.

Sus manos se aferran en mi cintura y mueve mis caderas en círculos, lentamente, rozando de vez en cuando la erección creciente en su entrepierna.

—Bésame —Ordeno con voz ronca. No se lo debo repetir dos veces.

Nuestros labios se unen en un hambriento beso. Sus manos suben dentro de mi camiseta hacia mi cintura y me estrechan cerca de su cuerpo. Desesperada por contacto, tiro del borde de la suya hasta quitársela.

Jadeo cuando sus manos acunan mis pechos y pellizca mis pezones, haciendo que me retuerza bajo él.

Su lengua se abre paso entre mis labios y comienza a luchar contra la mía. Mis manos se deslizan por su pecho hasta llegar al elástico de su ropa interior, pero muerde mis labios en una advertencia.

—No aun —Gruñe, besando mi cuello—. Voglio assaggiarti prima.

No sé qué dice, y mi cerebro medio nublado por el placer no quiere entenderlo. Estoy desesperada por contacto, por sus labios recorriendo todo mi cuerpo.

Me quito la camiseta dejando al descubierto mi pecho desnudo.

Nico toma una profunda respiración y desliza sus labios por mi clavícula hasta el monte entre mis pechos, dejando un largo beso en esa zona.

Non so cosa mi stai facendo, ma non osare fermarti —Una de sus manos atrapa mi pezón izquierdo mientras que él con su lengua juguetea con el derecho.

Jadeo y me retuerzo bajo su cuerpo, pero no me deja ir por varios minutos en los que siento que me voy a deshacer.

Sigue su recorrido dejando besos húmedos en mi estómago, rasgando con sus dientes los huesos de mi cadera. Mi piel es de gallina. El mundo podría acabarse ahora mismo y a mi no me importaría porque él me tenía convertida en la nada misma.

Juega con el borde de mis bragas y me mira. Sus ojos azules oscuros relucen y tiene los pómulos ligeramente sonrojados. Es lo más hermoso que he visto.

Las Alas de Cupido (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora