Epílogo

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Luke

Me tomaron unos largos minutos lograr enfocar la vista.

Estaba cansado, adolorido y ni siquiera sabía dónde estaba.

Mi ropa había sido reemplazada por una bata...¿estaba en el hospital?. Con cuidado, dirigí mí mirada hacia los notables moretones que adornaban mis brazos. Apenas era capaz de mover la cabeza. El dolor era latente. Insoportable.

Procuraba hacer pequeñas pausas para cerrar los ojos, me mareaba demasiado al intentar mantenerlo abiertos, pero todo esfuerzo fue inútil y me resigne a dejarlos cerrados.

Quería vomitar.

Escuche como se abría la puerta de la habitación en la que me encontraba.

Contuve la respiración.

Me permiti escuchar atento a sus pasos, que se dirigían hacia donde me encontraba. Y luego sentí como tomaba asiento cerca mío.

—¿Mama..?—intente articular, pero mí voz salió más bien como un susurro entrecortado.

—Por el amor de dios...—murmurro por lo bajo.— Despertaste.

Me relami los labios.

—No entiendo nada.—confese.

—Cariño...te accidentaste a la salida del Orpheum.—me explico con suma delicadeza. Aunque no estaba seguro de si lo hacía por mí, o lo hacía para no romper en llanto.

—Ah...—aun con los ojos cerrados, sentía como mí cabeza daba vueltas.—¿Cómo están los chicos?.

Cada palabra que articulaba se sentía como si perdiera el aliento. Se sentía...como si desperdiciar el oxígeno.

Estaba muy cansado.

—¿Por qué sigues con los ojos cerrados?—pregunto alarmada.

Su voz chillona reventó mis tímpanos.

—Shh...mamá por favor no grites.—le rogue en un susurro.— Me siento muy mareado como para mantener rlos ojos abiertos.

—Necesitas descansar, Luke. Sera mejor que vuelvas a dormir mientras que voy a hablar con el doctor.—acaricio mí mano con cuidado.—Te van a recetar un par de medicamentos y podremos volver a casa.

—Te hice una pregunta.

Mama no hablo.

Una punzada atraveso mí pecho.

—¿Cómo están los chicos?—repeti.

—Luke...

—¿Cómo están los chicos?

—Hijo mío...

—Reggie, Maeve y Alex.—nombre a cada uno de ellos.— Dime cómo están.

La presión en mí pecho se hacía más fuerte y sentí como comenzaba a hervirme la sangre.

La impotencia y las nauseas iban de la mano.

—Luke no creo que...

Abrí los ojos.

—¡¡Te estoy exigiendo que me digas como están!!—me levanté de un golpe.

Ignore el mareo, ignore las punzadas en la cabeza y el dolor en cualquiera de mis articulaciones y me plante frente a mí madre tomándola de los hombros.

—¡Luke cálmate!

—¡¡Dime de una buena vez que sucede!!—La garganta me quemaba.—¡¿Por qué no quieres decirme nada?!!

Siempre a tu lado || Luke PattersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora