Colmillos

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Anthony arrastró el cuerpo de Alastor por la casa hasta llegar a su habitación, debido a que el castaño había llegado a casa agotado, terminó dormido en la entrada de la casa por lo que ahora Anthony estaba batallando para poder llevarlo a su cama. Intentó moverlo un par de veces para despertarlo, sin embargo Alastor dormía tan plácidamente que el rubio no tuvo más opción que llevarlo a rastras hasta su cuarto.

Fat Nuggets intentó ayudarle, mordiendo parte de las prendas de Alastor para poder tirar junto a su dueño, rindiéndose a medio camino para poder regresar a su hueco en el sillón, dejando al omega por su cuenta -Muchas gracias por la ayuda- dijo sarcástico antes de lograr entrar a la habitación del médico en donde solamente llegó a la mitad y cayó al suelo de espaldas, dejando caer también el cuerpo del alfa, quien ni siquiera reaccionó a ello *vaya... Si que tiene el sueño pesado* cruzó por su mente mientras se acercaba a su lado.

Dio un par de golpes suaves en su rostro, buscando la manera de despertarlo más este ni se inmutaba, sólo dormía con una sonrisa de oreja a oreja, incluso dormido no dejaba de sonreír... Un poco extraño, si que era. Resignado a no poder interrumpir su siesta, decidió que le dejaría sobre el suelo, solo encendería un poco la calefacción y le cubriría con una sabana para que pasara la noche.

Con cuidado coloco una almohada debajo de la cabeza del castaño y le cubrió con una de las sábanas de la cama, observándole dormir con una paz tan encantadora, sintiéndose completamente embobado por la imagen del Alastor durmiente. A decir verdad, era nuevo poder ver a Alastor en ese estado tan vulnerable, usualmente lo veía con esa típica sonrisa burlesca y aquella mirada que se asemejaba a la de un zorro, por lo que quiso disfrutar un poco más de ese Alfa tranquilo que descansaba.

Tomo asiento a su lado, comenzando a acariciar su rostro, pasando sus dedos por cada una de sus facciones, empezando por su nariz, subiendo hasta sus ojos y después bajando hasta sus labios. Las puntas de sus dedos rozaron la suave piel en estos y pronto pudo sentir los colmillos del contrario. Inconscientemente llevó su mano libre hasta su propio cuello, recordando las dos veces en las que Alastor le había marcado *¿Entonces los alfas tienen dientes más afilados que los omegas?* se cuestionó a sí mismo a la par que con curiosidad levantaba unos centímetros los labios ajenos, exponiendo un poco los dientes; 32 piezas perfectamente blancas que asemejaban a pequeñas perlas, fue entonces que su mirada se posó en los colmillos del castaño, confirmando que en efecto eran más puntiagudos que sus propios Colmillos... Mucho más de lo que pensó y por alguna razón su corazón comenzó a acelerarse, eran simples dientes pero aún quería tocarlos otro poco.

Sabía que era sucio tocar la boca de otra persona y sobretodo era maleducado hacerlo cuando esta estaba sumergida en la inconsciencia del sueño pero un deseo oscuro se afloró en su interior cuando imagino como sería la tercera mordida, la forma en que los dientes se hundirían en su piel y sellarían por completo y de una buena vez el lazo que los estaba uniendo.

La sensación de hacer algo prohibido lo invadió cuando Alastor reaccionó un poco, obligándolo a detenerse por un momento, con la adrenalina corriendo por su cuerpo y los latidos aumentando. Contuvo la respiración por unos segundos y cuando el castaño dejó de moverse, suspiro aliviado, no quería que el alfa despertase y le encontrase tocando sus dientes cual pervertido.

Alejo sus dedos de la boca ajena y tocó sus pequeños colmillos, aun recordaba el día que lo había mordido y lo bien que se había sentido, como si toda su vida hubiese tomado al fin un sentido -¿así te sentiste?- cuestionó en voz baja antes de acariciar sus cabellos, sonriendo levemente.

Un nuevo suspiro escapó de sus labios al recordar que aún no había podido decir su confesión, quería hacerlo cuando Alastor volviese del trabajo pero ahora que estaba dormido en el suelo, lo mejor era esperar hasta el día siguiente o tal vez tomarse unas semanas más para poder prepararse mentalmente para ese momento, después de todo una confesión siempre era algo importante. Con cuidado se recostó a un lado de Alastor, admirándolo dormir -¿Qué fue lo que este alfa idiota vio en un omega como yo?- preguntó extendiendo su mano hasta el rostro ajeno, acariciando su mejilla -Eres un poco raro... - el hecho de que Alastor estaba dormido permitía que sus palabras saliesen con tranquilidad, no había titubeos ni vergüenzas, sólo la confianza de lo que era real -pero aún así... Me he enamorado de ti- en un susurro logro aceptar su amor hacia Alastor mientras cerraba los ojos y continuaba acariciando sus mejillas.

En el momento en que Anthony logró decir aquello, los ojos de Alastor se abrieron un poco, encontrándose con el adorable rostro de Anthony así como la mano de éste acariciando su piel -¿Eso sería una confesión?- le cuestionó un poco adormilado a la par que extendía su mano hasta sus mejillas, comenzando a hacer lo mismo, notando cómo el rubio abría de golpe los ojos y le observaba nervioso.

-... Tu... ¡¿D-Desde c-cuando estabas despierto?!- preguntó completamente sonrojado antes de alejar su mano, temeroso de que Alastor le hubiese visto tocar sus dientes.

Una pequeña risilla se escapó de sus labios mientras que atraía ambos cuerpos para poder mantenerse juntos -Desde que te acostaste a mi lado- confesó besando su nariz

-¡¿EH?!- exclamó antes de cubrir su rostro con ambas manos, si bien no le había atrapado fantaseando con sus colmillos, seguía siendo bochornoso que fuese durante su confesión. Alastor sólo pudo apretar su cuerpo con suavidad, completamente feliz de haber escuchado al fin como se sentía el rubio, que viniese de sus labios tan adorable confesión, hacía que su corazón latiese con fuerza.

La habitación se mantuvo cálida gracias a ambos, aunque estaban en el suelo, el calor corporal de los dos ayudaba a sobrepasar el frío de la noche. Alastor cedió nuevamente al sueño mientras que Anthony moría internamente en los brazos del alfa, algo en su interior le decía que con esa confesión, el castaño ya no se limitaría como antes, después de todo su interés romántico de infancia al fin había aceptado sus sentimientos y no sólo eso sino que los estaba compartiendo, por lo que ya no habría sentido en contener sus atenciones románticas.

"En este mundo" Omegaverse /RadioDust Donde viven las historias. Descúbrelo ahora