capítulo 1

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1.
·Fort William, Escocia
20 de abril, 2018

Clarke Griffin tendió su mano hacia el joven cliente al que acababa de atender.
-En cuanto tenga la sentencia se la notificaré -pronunció amable.
El muchacho aceptó y se marchó todo apenado. Sabía que no se libraría, seguro que
lo condenaban a pagar una multa. No podía pretender ir con una tasa tan elevada de
alcohol conduciendo y quedar impune. Si hubiese sido la primera vez que le ocurría quizá
el juez habría sido más benevolente, pero el muchacho, a sus veintidós años, acumulaba
ya seis antecedentes por el mismo tipo penal.
Clarke se pasó la mano por su rostro, agobiada, y miró el reloj. Era casi la una del
mediodía y sin nada en el estómago.
Le encantaba su trabajo, con veintiséis años podía presumir de ser una joven abogada
que trabajaba para un prestigioso despacho en Fort William. Como había dicho, disfrutaba
de su trabajo, pero le agotaba mentalmente. Demasiadas lamentaciones, demasiadas vidas
destrozadas que no parecían poner empeño en mejorar. Detestaba la decadencia de toda
aquella gente.
Caminó por los pasillos del juzgado, pensando en todo el trabajo que tenía acumulado
en el despacho. Al menos era viernes y podría disfrutar de un fin de semana tranquilo, era
lo único que necesitaba, sumergirse en una tonta película romántica o novela que la
llevase a lugares plácidos, donde ella era feliz, donde siempre triunfaba el amor.
Y hablando de amor. Su mirada chocó directamente con aquellos ojos color miel que
la observaban intrigado. Finn vestía su impecable traje gris, con una corbata roja
cargándolo de fuerza. Su cabello castaño le daba un aspecto aniñado.
Le saludó con la mano mientras hablaba con unos clientes y Clarke seguía su camino.
No quería hablar con él, ni siquiera quería verlo. Se había dicho infinidad de veces que
debía superarlo, que la vida seguía y que aún tenía tiempo suficiente para encontrar el
amor, pero el recuerdo de lo que había vivido con él le entristecía. ¿Entristecía? Bueno,
más bien la enfadaba, le hacía sacar toda la furia que llevaba dentro. Sí, él había sido su
gran amor desde el inicio de la facultad de derecho, pero también su mayor desengaño.
Tras seis años de relación, Finn había decidido que ella ya no era lo suficientemente buena para él, sin embargo, sí lo era la secretaria del despacho donde trabajaba, una
mujer de hermosas curvas, delgada, pelirroja, ojos chocolate... todo lo contrario a ella. Una chica
de estatura media, rubia. Al menos, podía presumir de tener los ojos más azules que aquella zorra.
Se había alegrado cuando Raven, su mejor amiga, le había informado de que Finn lo había dejado con aquella mujer explosiva, pero se había sorprendido cuando, poco
después de recibir la noticia, Finn parecía volver a acercarse a ella.
Lo único bueno que había sacado de aquella relación era a su perro Pluto, al que
quería con locura. Un pequeño Yorkshire que Finn le había regalado hacía poco más de dos años.
-Oh, no, ahora no -susurró observando como Finn se despedía de sus clientes y se dirigía en su dirección a paso apresurado.
Chasqueó la lengua y siguió caminando como si nada, hasta que él se interpuso en su camino.
-Buenas tardes, letrada -pronunció con humor, como si aquello le hiciese gracia. ¿Y
ahora qué? ¿Intentando hacerse el simpático?
-Ahora no tengo tiempo, Finn -respondió sin reducir el ritmo de sus pasos.
Finn se colocó a su lado y siguió caminando junto a ella, ignorando su último comentario y abrochándose la americana.
-¿Has tenido un juicio? -preguntó él.
-Sí.
-Ya veo -respondió observando su perfil, que miraba ansiosamente hacia la puerta
de salida del juzgado-. ¿Ha ido bien?
-Sí.
Finn chasqueó la lengua y algo desesperado, le cortó el paso. Ella se removió
incómoda.
-¿Qué quieres?
-Verás -comentó pasándose la mano por su cabello castaño-, he pensado que quizá, si
no haces nada este fin de semana, podríamos quedar para tomar algo y hablar.
Ella inclinó una ceja.
-¿Hablar de qué? -preguntó tajante.
Él la miró fijamente y sonrió intentando parecer tranquilo.
-Vamos, solo un café -insistió.
Ella lo esquivó y finalmente llegó a la puerta de salida.
-Tengo planes -dijo saliendo, sin siquiera despedirse de él.
Mientras la puerta del juzgado se cerraba observó el rostro contrariado de Finn.
¡Oh, no! Después de lo que había sufrido no iba a conseguirla tan fácilmente. De
hecho, no quería verlo. Había sido demasiado doloroso ir a buscarlo a su puesto de trabajo
y encontrarlo en una actitud demasiado romántica con su administrativa. Sí,
romanticismo sobre la mesa de su despacho.
Le asqueó aquel recuerdo y se dirigió hacia su coche buscando con ansiedad el móvil
en su bolso. Buscó el número de su mejor amiga, Raven, y marcó mientras abría la puerta de
su vehículo y se sentaba.
Dio un portazo y cerró los ojos intentando controlar toda la rabia que sentía mientras
los tonos de llamada sonaban.
Al menos, sabía que Raven la distraería. Se conocían desde pequeñas. Si había alguien
que pudiese calmarla y hacerle olvidar lo desgraciada que era en ese momento era ella.
-Al habla la mejor psicóloga para el alma cándida -contestó directamente su amiga, a
lo que Clarke gruñó mientras se daba pequeños golpecitos en la frente con el volante-.
Dispara.
La conocía demasiado bien. Sabía que si la llamaba era porque la necesitaba, de lo
contrario, los mensajes hubiesen volado entre ellas.
-Finn -gruñó Clarke.
-Creo que necesitas una buena botella de vino esta noche -pronunció su amiga
divertida.
Raven volvió a llenar el vaso de chupito de su amiga con tequila y le pasó otra rodaja de
limón.
-¡Ese tío es un cerdo! -gritó Raven haciendo que algunos de los jóvenes que se
encontraban en aquel bar las mirasen sorprendidos.
Habían cenado cada una en su casa y se habían encontrado en un bar de moda
situado en un punto medio entre el domicilio de ambas. Después de tomarse un cubata
cada una decidieron comenzar con los chupitos.
-¿Qué pretende ahora? -seguía gritando Raven. Desde luego, Finn nunca le había
caído bien, así que desde la ruptura disfrutaba de lo lindo destripándolo-. Tú aguanta
Clarke, ese tío no te conviene.
-Eso ya lo sé. -Acto seguido tragó el chupito y mordió el limón achinando los ojos.
Gimió un poco cuando la bebida se abrió paso a través de su garganta, ante la mirada
divertida de su amiga-. Lo lleva claro si cree que va a poder tenerme. -Señaló a su amiga
-. Perdió su oportunidad.
-Exacto. -Volvió llenar los vasos y sonrió, acto seguido se movió hacia su banco y se
sentó al lado de ella, abrazándola-. Ayyyyy... cuanto te quiedo, Clarke. Tú... -dijo
señalándola-, eresh mi másh mejol amiga. Tú te mereches a alguien mejol -decía
totalmente convencida-. Alguien que te valore y te quieda pucho -susurró. Luego rio y
elevó más su tono de voz- ¡Alguien que te eche un buen polvo!¡Wiiiiii!
De nuevo, algunos chicos que permanecían en la barra cercana a la mesa donde
estaban sentadas se giraron riendo por lo que escuchaban.
Clarke puso los ojos en blanco y negó con su rostro. Desde luego, Raven cuando bebía
no se controlaba, no es que ella fuese mucho mejor, pero al menos aún tenía algo de
cordura y pudor, aunque si seguía a ese ritmo iba a acabar arrastrándose por el suelo.
-Y tú -dijo señalando a un muchacho que no paraba de mirarlas-. ¿Qué miras?
-Shhhhh... -intentó calmarla-. Madre mía, como estás...
-Eshe tampoco te conviene -pronunció señalándolo. Luego miró a su amiga-. Pero le encontrarás...
Clarke volvió a beber otro chupito y se encogió de hombros.
-Ahora mismo me da todo igual. No quiero saber nada de ninguno.
-¿Habéish escuchado? -gritó su amiga hacia los chicos de la barra que aún las
observaban, acto seguido se giraron volviendo a coger sus cervezas. Raven se dirigió de
nuevo hacia ella-. Esh que tienesh muy mal ojo...
Clarke hizo un puchero.
-Lo sé -gimió-. Yo le quería...
-Shhh... Tranquila, tranquila... -dijo Raven abrazándola-. Raven essshtá aquí. -La soltó
de golpe y volvió a coger la botella de alcohol-. ¡Y el tequila también! ¡Wiiiiiii!-gritó
alzando la botella.
Volvió a llenar los vasos y ambas tomaron otro chupito soltando con un golpe el
pequeño vaso sobre la mesa.
-A partir de ahora te voy a chupervichar.... -le indicó de nuevo con un gesto de su mano.
-¿Chupervicharme de qué? -preguntó Clarke que ya tenía dificultades para articular
una palabra tras otra.
-Chobre el ganado. -Luego rio con sorna-. A partir de ahora yo lesh daré el vishto
bueno. Tú chabes que yo tengo muy buen ojo... ¡Fíjate! Acherté de pleno con Finn... Yo
shé lo que esh bueno para ti. Tú eresh muy bonita... y shimpática... y buena... abogggada...
-Yo me los puedo buscar cholita -interrumpió a su amiga.
-Para comenchar -prosiguió ignorando a Clarke-. Nada de abogadosh, son unos
chupachangre -le susurró como si le dijese un secreto.
-Eh -se quejó de malos modos, como si se sintiese insultada.
-Ni ficales, ni jueches ni nada relachionado con los juzgados...
-Eshtoy totalmente de acuerdo -prosiguió Clarke, afirmando rotundamente con su
rostro y rellenando de nuevo los chupitos.
-Achí no tendrás que verlos por el juzgado. -Se quedó pensativa-. Tampoco
polichías, ya que vas a comicharias. Ni médicos, no vaya a ser que chea forenche...
-Tampoco ninguno de ninguna tienda donde... donde... ehhh... donde vaya a comprar habitualmente.
-Echaaaacto, shii shii -dijo mientras comenzaba a reír-. Aunque el del
chupermercado echtá muy bien.
Clarke abrió los ojos incorporándose rápidamente en el asiento.
-¿A que chí? Yo también lo penchaba -decía realmente sorprendida.
-¡Estamos sincronichadas!
Clarke pasó un brazo por los hombros de su amiga y la miró con una sonrisa.
-Tú tiene chuerte. Paul es increíble.
-¡A Paul lo conozco hache tré chemanas! -Luego se quedó pensativa-. Chí, tienes
toda la rachón, eshh increíble... -Luego se removió inquieta, como si una idea le rondase
la cabeza-. ¿Chabes qué? Paul tiene un amigi, che llama Franki -decía realmente feliz-.
Trabaja en una disshscoteca...
-¿En una disssshcoteca? -preguntó sorprendida-. ¿Qué edad tiene?
-Creo que veintidós o veintitrés. Un yogurín -rió traviesa-. Ohhhh.... Clarke, che te caerían las bragas al suelooo...
-¿Pero cómo eresh tan ordinariaaaa? -rió.
-Tú, ecucha. Voy a enviarte a Franki.. para que te haga un baile chechual... -dijo divertida.
-Oh, no, no... nada de coshas ashí -le reprendió Clarke-. Yo no quiero eso, quiero una persona sssheria... ressshpetuosa... atentaaa....
-¡Deja de leer novelashh románticashhh! -Luego golpeó su cabeza suavemente-. ¿No
vesh el daño que te eshtán hachiendo? Esas. gente¡. No. Eshisten. -Observó el rostro
algo disgustado de su amiga-. Sholo. En. Tu. Imaginashión.
-Bueno, yo no perderé la esperancha de encontrar a alguien ashí -pronunció
volviendo a llenar los vasos de chupito, una vez más.
Raven la miró fijamente, con gesto serio, y luego cambió su rostro a uno más alegre
alzando la mano con su chupito, aunque derramando gran parte de la bebida.
-¡Por la esperanchaaa!

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En breve aparece nuestra Lexa :)

Ojos verdes. (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora