2. Ni siquiera el frío viento logró despejarlas cuando salieron de aquel bullicioso bar. Clarke se abrochó su abrigo negro y caminó de un lado a otro de la calle seguida de su amiga Raven. -Creo que voy a vomitar -gimió Raven llevándose la mano al estómago. Clarke fue hasta ella y le pasó la mano por la cintura ayudándola a caminar. -Vamos, te pediré un taxi. -¿Tan pronto nos vamos? -gritó Raven colocándose totalmente recta-. Oh, no, no... es muy pronto aún. La noche es muy joven. -Ja -gritó Clarke-. Sí, es joven, pero yo estoy destrozada. Solo necesito meterme en la cama e ir a dormir con la mona. -Abrió su bolso y comenzó a buscar su monedero. -Dirás a dormir la mona -apuntó divertida. -Eso, a dormir la mona, la mona Chita, Raven, ¿lo pillas? Ja ja ja -Esperó a que Raven volviese a hablar pero algo llamó su atención. Raven no respondía. Volvió a alzar la mirada hacia ella y la observó. Se había quedado petrificada, con los ojos como platos mirando hacia el otro lado de la calle-. ¿Qué pasa? -preguntó asustada. Giró su rostro y miró en dirección a donde miraba su amiga. Al momento inclinó la ceja. -Se me ha ocurrido una idea. -La miró de forma traviesa. -Oh, no, no... -Comenzó a alejarse Clarke de ella-. No. ¡Ni hablar! -Vamos, ¿qué pierdes? -gritó intentando cogerla de la mano. Clarke la miró divertida. ¿De verdad estaba sugiriendo eso su amiga? Desde luego iba mucho más borracha que ella. Miró de nuevo el cartel luminoso sobre el local que Raven observaba con devoción y volvió a leer «El fuerte del tarot». Entornó la mirada hacia su amiga e intentó parecer seria. -Perderé dinero. -Oh, tonterías... -dijo avanzando hacia ella. Intentó cogerla de la mano, pero Clarke se escapó de nuevo-. Vamosssss -pidió dando pequeños saltitos y palmas. -¿Eso lo has aprendido de tus alumnos de parvulitos? -bromeó haciendo referencia a su trabajo con niños en una guardería. -¡Venga! -suplicó colocando sus manos juntas por delante de su rostro, como si estuviese implorando una oración-. Será divertido... -¿Divertido para quién? -¡Para las dos! -gritó entusiasmada. Clarke suspiró mirando a su amiga y luego volvió a observar aquel cartel luminoso, en un azul eléctrico-. ¡Te pille! -gritó Raven cogiéndole la mano y comenzando a tirar de ella hacia la otra acera. -Que no, que no... -Golpeó su mano-. ¡Qué esto es un timo! ¡Nos va a sacar el dinero! -Yo te invito -gritó su amiga subiendo a la acera y deteniéndose ante la puerta. La soltó y se arrimó para mirar en su interior-. ¡Y está abierto! -gritó de nuevo dando palmas realmente eufórica. -¿Y qué hace abierto? ¡Son casi las doce de la noche! Raven se acercó sonriente. -Te estaban esperando -pronunció con voz siniestra. -Que tonta -rio, luego chasqueó la lengua-. De verdad, lo único que vas a conseguir es quedarte sin dinero. Raven cogió de nuevo su mano y tiró de ella. -¿Y las risas que nos vamos a pegar? Vamos, hay que buscar un papi o mami para ese perro tan mono que tienes, el pobre tiene secuelas desde la separación. Necesita otra figura paterna o materna que... Raven abrió la puerta tirando de la mano de Clarke que aún protestaba al verse arrastrada hacia ese lugar. -Deja de decir tonterías -susurró. El sonido de unas campanillas les hizo elevar la mirada. La puerta había chocado contra unos cilindros que colgaban del techo produciendo un sonido relajante. -Oh, sí. Ya me siento en paz -bromeó Clarke ante la mirada divertida de Raven. Observaron a su alrededor. La tienda era bastante pequeña y olía a incienso. Tenía muchas estanterías donde había muchas velas, piedras, colgantes... y repisas con diversos botes de colores con alguna sustancia en su interior. Había poca luz. Solo unos pequeños focos que iluminaban las esquinas y levemente el resto de la pequeña tienda, dándole un aspecto misterioso. El sonido de una cortinilla al correrse les hizo desviar la mirada hacia atrás. Una mujer, de unos treinta y pocos años apareció tras la cortina, observándolas. Vestía una túnica azul oscuro. Llevaba su cabello caoba recogido en una cola alta, de la que colgaban algunos rizos. Su rostro era algo pecoso, aunque lo cierto es que parecía bastante amistosa, pues tenía un brillo peculiar en su mirada que daba buenas vibraciones. -Buenas noches, soy Rosilyn. ¿Puedo ayudarlas en algo? -preguntó dirigiéndose hacia una pequeña mesa acristalada. Sobre ella, había varias figuras de hadas, duendes y brujas. Clarke miró a su amiga de reojo, algo cortada por la situación. Raven se acercó a la mujer, sonriente. -Sí, verá... me gustaría que le dijese a mi amiga qué le depara el futuro respecto al amor -pronunció divertida, y de nuevo pareció que iba ponerse a dar palmas, aunque logró controlarse. Clarke se pasó una mano por los ojos, abochornada, pero cuando elevó la mirada se encontró con aquella mujer de pelo caoba mirándola fijamente. -Ven, acércate -pronunció con bastante solemnidad. Raven y Clarke se miraron muy sorprendidas, con los ojos como platos. -Vamos, ven -le animó su amiga con un movimiento de su rostro, que se encontraba al lado de la pitonisa. Clarke se colocó firme y dio unos pasos hacia ella, con la cabeza baja. La mujer estuvo observándola unos segundos. -Mmmm... ajá... ya veo... -iba diciendo. -¿Qué? ¿Qué? -preguntaba Raven realmente intrigada. Clarke puso los ojos en blanco. Lo cierto es que todo aquello le parecía una pérdida de tiempo, aunque estaba claro que a su amiga le divertía bastante. Rosilyn giró su rostro hacia Raven y se encogió de hombros. -Serán veinte libras -pronunció como quien da la previsión del tiempo-. Si luego queréis realizar un conjuro o un hechizo os haré alguna oferta. -¡Un conjuro! -gritó sorprendida Raven hacia Clarke. Se giró de nuevo hacia la mujer que parecía esperar muy calmada y abrió su bolso-. Pago, pago... Clarke suspiró y se acercó a su amiga. -Raven... -le advirtió. Pero Raven no parecía escucharla. Entregó el billete de veinte libras a la mujer que lo cogió y lo depositó directamente en su bolsillo. Clarke no dejaba de negar con su rostro, como si no diese crédito a lo que su amiga estaba haciendo. Cuando volvió a mirar a la pitonisa la encontró estudiándola. -¿Cuál es tu nombre? -preguntó. -Se llama Clarke -contestó Raven entusiasmada. La mujer miró a la amiga que sonreía sin parar, obviamente por un estado algo alcoholizado. -Acércate, Clarke -dijo tendiéndole la mano. Ella suspiró y finalmente se acercó a regañadientes-. Dame tu mano. Se removió incómoda pero se la tendió. La mujer la cogió delicadamente mientras encendía una pequeña lámpara y la acercaba a la luz. -¡Qué ilusión! ¡Qué ilusión! -decía Raven dando pequeños saltos detrás de ella. La pitonisa observó. -Has sido víctima de un desengaño amoroso hace poco. -Clarke enarcó una ceja hacia la pitonisa, pero Raven se acercó intrigada-. Mmmm... sí, ya veo... -¿El qué? -preguntó Raven observando también la mano de su amiga. -Tú confiabas en él -dijo mirando fijamente su mano-. Y ahora te sientes defraudada. -Clarke resopló-. Te engañó con otra chica -pronunció finalmente la pitonisa, observando la mano. En ese momento Clarke y Raven se miraron de reojo. -Él tiene un comportamiento que te desconcierta, por eso estás tan confundida - siguió susurrando la mujer. Raven la miró asombrada. -¿Y qué le depara el futuro? -preguntó intrigada. La pitonisa se quedó observando la mano y una duda recorrió su rostro. -Es extraño -susurró. -¿El qué? -preguntó esta vez Clarke preocupada. -Tienes la línea de la vida muy larga, pero... se divide en dos partes. Es extraño. ¿Has sufrido algún accidente? -Ella negó-. En una de las partes se cruza con la línea del amor. -Oh, oh... eso quería saber yo -intervino Raven entusiasmada. La mujer seguía observando su mano, intrigada, hasta que la soltó y luego miró a la muchacha de arriba a abajo. -Espera un segundo -Le señaló. Fue hacia una estantería y cogió las cartas comenzando a mezclarlas. Clarke y Raven se miraron de reojo. -Dime cuándo quieres que deje de mezclar -indicó la pitonisa. Esperó unos segundos y finalmente se lo dijo. La mujer comenzó a repartir las cartas sobre la mesa. La verdad es que nunca había creído en esas cosas, pero se había sentido intrigada cuando aquella mujer le había dicho lo que le sucedía. Estaba claro que si su amiga preguntaba por el amor es porque ella estaba sufriendo, pero lo más lógico sería pensar que ella estaba enamorada de alguien y quería saber si le correspondía. Que la pitonisa hubiese acertado todo aquello había captado la atención de Clarke. -¿Qué dice? -preguntó Raven intrigada. -Hay una persona que se acerca... -susurró. -¡Ves! ¡Te lo dije! -gritó su amiga entusiasmada. -Pero esa persona viene... viene de muy lejos -susurró como si no lo comprendiese. -¿De dónde? -preguntó Raven-. ¿América? ¿China? -No, no puedo precisarlo bien -dijo como si estuviese haciendo un gran esfuerzo. Luego miró hacia el otro lado señalando unas cartas-. Pero tú tienes que estar dispuesta a recibirlo, dispuesta a correr un gran riesgo. Clarke la miró intrigada. -¿Un riesgo? ¿Va a ser narcotraficante o algo así? -preguntó sorprendida. -Clarke es abogada -explicó su amiga- ¿Puede que sea un cliente suyo? La pitonisa negó. -No, esta persona... esta persona llega con tu llamada -susurró intrigada. -¿Se supone que lo tengo en los contactos del móvil? -preguntó sorprendida. -No, escucha -dijo la pitonisa impaciente, dado que no dejaban de interrumpirla todo el rato-. Esta persona vendrá a ti solo si tú quieres. Clarke la miró. -No entiendo nada. -Esta persona te hará conocer el amor de verdad -dijo la pitonisa con una sonrisa-. Será una relación complicada, pero... la más bella que pudieses desear -decía mientras pasaba las manos sobre las cartas, luego volvió a arrugar su frente-. Pero... hay algo... algo que se escapa a mi comprensión... -Las dos se acercaron intrigadas para mirar las cartas-. Es como si tu vida se dividiese en dos partes. Esta persona está aquí, pero de repente desaparece... - Señaló una carta-. Hay algo que ocurre, pero luego esta persona vuelve a aparecer... -¿Se va y viene? -interrumpió Clarke nerviosa. -¿Quizá es piloto de avión? -preguntó Raven entusiasmada-. Ha dicho que venía de muy lejos. -Es diferente. Es como... si tu vida acabase... y luego volvieses a nacer junto a esta persona. -Tía, qué bonito -comentó Raven en tono aterciopelado. -Pero, a partir de ahí... se corta. No puedo ver nada más. -¿Por qué? -gimió Clarke. -No lo sé -comentó la pitonisa, como si estuviese confundida. Volvió a cogerle la mano intrigada y la observó-. Hay un momento en que todo desaparece. Ella abrió los ojos como platos. -¿Me voy a morir? -gritó. -No, tienes la línea de la vida muy larga, y a partir de aquí se une a la del amor formando solo una, pero mira, la línea de la vida está quebrada justo aquí. -Luego miró las cartas-. Normalmente, con las cartas puedo saber más o menos lo que ocurrirá, si puedes contraer una enfermedad, o sufrir un accidente, o un asunto de trabajo que os separe, pero en tu caso es diferente. Las cartas no me lo dicen, es... como si aún tuvieses que forjarte tu propio destino. La pitonisa se la quedó observando sin soltar su mano. -Vale, de acuerdo -interrumpió Raven- ¿Y cómo se lo forja? ¿Cómo llama a esa persona? La mujer parecía realmente sorprendida y negó con su rostro. -Sinceramente, no lo sé. Yo interpreto lo que me dicen las manos, las cartas, las hojas de té, pero no sé nada más. Clarke y Raven se miraron de reojo. -¿Usted no puede hacer nada al respecto? -preguntó Raven. -¿Hacer qué? -preguntó sorprendida. -Bueno, un hechizo, un conjuro o algo así para que él acuda. La mujer la miró con rostro divertido, pensativa, como si no diese crédito a lo que escuchaba. Se cruzó de brazos y miró a Raven directamente. -Puedo hacer un conjuro, pero te costará dinero. Clarke resopló mientras Raven ya cogía su monedero emocionada. -¿Cuánto? -preguntó directamente. Clarke le dio un pisotón. -No -gritó. -¿Cómo que no? -dijo su amiga mirándola-. Hay que llamar a esa persona... y la única forma que se me ocurre es esta. -Pero... -dijo en voz baja-. No creo que sea verdad todo esto... -Al momento una tos intencionada desde atrás les alertó de que Rosilyn había escuchado aquellas palabras-. Lo siento -gimió mirando a la pitonisa. Luego miró a Raven-. Vámonos Raven, estás perdiendo dinero por algo que son suposiciones. -No, no -dijo su amiga-. Ha acertado todo sobre Finn. Vamos, ¿qué pierdes? - preguntó divertida. -El tiempo. Otra tos intencionada le hizo chasquear la lengua. -Vamos, te lo pago yo. Tu cumpleaños es dentro de dos meses, adelanto mi regalo. -Pero yo no quiero esto -Se quejó. -Un regalo es un regalo, no va a ser lo que tú quieras -bromeó su amiga mientras se soltaba de su mano y se acercaba a la pitonisa. Se colocó ante ella y la miró fijamente-. ¿Cuánto? -volvió a preguntar. La mujer se encogió de hombros y vaciló. -Normalmente cobro cincuenta libras pero... os lo dejaré en treinta. -Hecho -dijo extrayendo de su monedero un par de billetes. La pitonisa los cogió, los guardó en su bolsillo y miró a las dos muchachas con una sonrisa. -Está bien, seguidme -Les indicó hacia la puerta por donde había aparecido. Las llevó a través de un pasillo hasta una pequeña sala a la que se accedía apartando una pequeña cortinilla. La sala era pequeña y excesivamente recargada. Tenía una pequeña mesa circular en el centro, cubierta por un mantel rojo del que salían unos flecos color dorado. Las paredes parecían tapizadas en un color rojizo similar al del mantel, con unos pequeños grabados en plata. Había estanterías plagadas de macetas y figuras, y dos armarios bastante antiguos en madera oscura. -Tomad asiento -indicó hacia la mesa. Raven estaba realmente entusiasmada, pero a Clarke la idea le asustaba un poco. Sí, era cierto que había acertado en varias cosas pero... ¿ahora iba a tontear con cosas paranormales? La mujer fue encendiendo unas velas de color rojo, dejando una en el centro de la mesa. Mientras seguía encendiendo velas distribuidas por la pequeña sala, aprovecharon para echarse miradas furtivas. -Bien -dijo la pitonisa apagando dos de los tres focos que colgaban del techo, haciendo que la luz de las velas cobrase importancia -. Te explicaré lo que vamos a hacer -indicó mientras sacaba una llave de su bolsillo y abría uno de los cajones de un armario -. En tu caso no quieres hacer un hechizo sobre ninguna persona, lo que quieres es atraer el amor. -pronunció dejando unas cuantas cajitas metálicas en la mesa, colocándose frente a ellas. -Un conjuro de amor-. Abrió una de las cajas y depositó dos pétalos de rosa sobre la mesa, de otra caja extrajo una amatista y una esmeralda colocándolas delante de ellas. Clarke miró insegura a Raven. -Mmmm... no voy a tener que hacerme ningún corte, ¿verdad? La pitonisa la miró y sonrió por su ocurrencia. -No, claro que no. -Ni bailar desnuda bajo la luz de la luna, ¿no? Esta vez le respondió con una mirada graciosa y negó con su rostro. Encendió una vela de color rosa colocándola frente a ella y luego vertió en un cuenco un tipo de aceite perfumado, situándolo también a su lado. Se sentó y las miró fijamente, con una sonrisa. -Bien, ahora, Clarke, quiero que pienses en el tipo de persona que te gustaría conocer, en el tipo de amor que querrías tener en tu vida, y tú, Raven, quiero que visualices el tipo de persona que tú, como amiga suya, querrías que Clarke tuviese. Cerrad los ojos y visualizadlo. Ambas cerraron los ojos mientras escuchaban susurrar algo a la pitonisa que parecía estar recitando en voz baja. -Espíritus del bien, aproximaos. -Se mantuvo en silencio unos segundos-. El amor es lo más trascendental, lo que nos otorga la vida, un sentimiento que nunca muere, que transfiere el tiempo y el espacio, por eso, nosotras os invocamos para que nos ayudéis a encontrar tan deseado sentimiento. Escuchad lo que Clarke y Raven tienen que deciros. - Ambas la miraron sin comprender, inclinando una ceja hacia ella. La pitonisa suspiro-. Dime como te gustaría que fuese tu amor ideal. Clarke rio algo vergonzosa. -Bueno, pues... guapx, altx, que sea cariñosx, que me haga reír... -Que sepa montar a caballo -intervino Raven divertida-. Y que sepa luchar para que se sienta protegida. Clarke golpeó suavemente la pierna de su amiga al escuchar aquellas palabras y chasqueó la lengua. -Qué sea una persona lista, tierna... -Fuerte, que sea fuerte. De esos que les miras y se te caen las bragas. -Volvió a recibir otro golpe por parte de su amiga y observó como la pitonisa se sonrojaba por la ocurrencia de Raven. -Y si puede ser con ojos claros mejor... aunque no es un requisito indispensable -rio Raven de nuevo. Clarke resopló y decidió ignorar a su amiga. Posteriormente, se encogió de hombros algo nerviosa y pensativa. -Solo quiero que me quiera por lo que soy, que me valore, que aunque no esté de acuerdo en algo conmigo se esfuerce por comprenderme -pronunció con voz suave. Suspiró con una sonrisa algo triste-. Simplemente que me quiera de verdad. Raven la observó fijamente y sonrió hacia ella de forma tierna durante varios segundos, como si le hubiesen enternecido aquellas palabras. Luego miró hacia la pitonisa y directamente alzó la mano. -Que sea una persona de honor y de palabra. Fiel -intervino Raven de nuevo-.Y también que sea bueno en la cama -aportó rápidamente con una sonrisa. Tanto la pitonisa como Clarke resoplaron durante unos segundos mientras Raven parecía estar pasándolo en grande. Abrió los brazos hacia ellas y cerró los ojos. -Estos son los requisitos que Clarke solicita para el amor. Espíritus del bien, buscadlos para ella, para que Clarke sea feliz y pueda encontrar el amor verdadero. -Bajó las manos y miró a Clarke con una sonrisa-. Moja las puntas de tus dedos en el aceite y coge la vela rosa. -Ella hizo lo que le ordenaba-. Ahora, repite conmigo: Espíritus del amor, vengan en mi ayuda... -Espíritus del amor, vengan en mi ayuda... -Dejen que pueda encontrar a mi verdadero amor... -Dejen que pueda encontrar a mi verdadero amor... -Traigan a la mitad de mi alma junto a mí... -Traigan a la mitad de mi alma junto a mí... -En ese momento giró su rostro para encontrar a una Raven muy sonriente, desde luego se lo estaba pasando en grande. -Para que los dos formemos una sola... Chasqueó la lengua. -Para que los dos formemos una sola... -Hasta el fin de los tiempos. -Hasta el fin de los tiempos. La mujer le sonrió. -Coge los dos pétalos de la mesa, sumérgelos en el aceite y quémalos con la vela dejándolos en el cuenco de bronce hasta que ardan y se consuman. Ella lo hizo, depositando los pétalos encendidos sobre un pequeño cuenco. Justo en ese momento las tres volvieron su mirada hacia la vela, estaba titilando, como si una corriente de aire la moviese, sin embargo, no había aire alguno allí. Las dos miraron a la pitonisa. -Está surtiendo efecto -pronunció con una gran sonrisa, y justo cuando los pétalos ardieron la vela dejó de moverse. Las tres se quedaron calladas durante unos segundos. -Bien -dijo la pitonisa con una sonrisa-. Pues ya está hecho. -¿Ya está? -preguntó Raven sorprendida. -Sí. -¿Ni fuegos artificiales? ¿Ni sacrificio de animales? -La magia, como todo, evoluciona -explicó la mujer con una sonrisa. Acto seguido les indicó que la siguiesen hasta la puerta. Abrió y les tendió la mano en actitud amistosa -. Espero que el amor llegue pronto -Le susurró. -Ya. ¿Esto cuánto tarda en hacer efecto? -preguntó Raven mientras la pitonisa cerraba la puerta. -Pronto, muy pronto -susurró con una sonrisa enigmática dejando a las dos chicas confundidas. Cerró la puerta y apagó la luz mientras ambas seguían observando pasmadas hacia el interior. -¡Qué divertido! -gritó Raven dando saltos y haciendo que Clarke diera un respingo. -¡Quieres parar de gritar! Vas a matarme de un susto -reaccionó enfadada. Luego resopló- ¿A qué ha venido eso de que sepa montar a caballo? ¿De que sepa luchar?- Ella le sacó la lengua en una actitud graciosa. -Bueno, por pedir que no quede. Como te gustan tanto las novelas románticas... -Se encogió de hombros con una gran sonrisa -Vamos, ¡ha sido toda una experiencia! -Volvió a reír mientras se situaba a su lado y caminaban por la calle, abrochándose el abrigo-. ¿Vamos a tomar otra copa? Clarke se frotó los ojos, cansada. -La verdad es que prefiero irme a casa y dormir. Creo que por hoy ya hemos tenido bastante. -Va, venga... -insistió- ¿Acaso el hechizo de amor te ha dejado agotada? -preguntó cruzándose de brazos. -Esto ha sido una locura, Raven -pronunció alzando la mano al ver que se acercaba un taxi. -Puede -Volvió a reír-. Pero este día lo recordaremos siempre como el día en que invocaste a tu amor -pronunció con solemnidad. El taxi se detuvo delante de ella y Clarke la miró divertida. -Lo único que he invocado esta noche ha sido una buena resaca para mañana-dijo abriendo la puerta. -Está bien -acabó diciendo-. Entonces, ¿nos vemos mañana? Ella sonrió a su amiga, que llamaba la atención de otro taxi alzando su mano. -Sí, claro. -De acuerdo, y... llámame si aparece tu alma gemela -Volvió a bromear. -Claro, claro... -Sino, siempre podemos llamar a Frank, ya lo sabes. Quizá te lo mande para que te haga un baile sensual. Clarke puso los ojos en blanco y cerró la puerta del taxi. Tras indicarle la dirección se relajó en la parte trasera. Le dolía bastante la cabeza, no tendría que haber bebido tanto. Sabía lo que iba a ocurrirle mañana, estaría todo el día en plan zombi. Cerró los ojos durante el trayecto, intentando relajar los músculos y que el dolor fuese remitiendo. Quince minutos después pagaba la carrera al taxista que la dejaba frente a la puerta de su pequeña casa. La observó y suspiró. Lo único que tenía ganas era de meterse en la cama y dormir hasta el día siguiente, hasta muy tarde. Su casa, aunque era pequeña, disponía de un jardín delantero. La había comprado junto a Finn, pero tras su ruptura ella se había quedado allí y Finn se había alquilado un ático en el centro. Ella hubiese preferido marcharse, pero aquella casa le pillaba bastante cerca del trabajo y la hipoteca que pagaba era ridícula. Abrió la verja para acceder a su jardín delantero por un pequeño camino entre dos árboles, donde hacía poco había plantado varias flores. Se dirigió a su vivienda buscando las llaves en el interior del bolso, pero una voz le heló la sangre y le hizo dar un salto hacia atrás.- ¿Pero qué diablos...? -escuchó una voz muy cercana. Clake se removió nerviosa buscando el lugar de donde provenía aquella voz. Rodeó el árbol y observó una mujer tirada en su jardín. Pluto parecía estar chupándole la cara. La mujer lo apartó de un manotazo-. Apártate chucho, que me vas a desgastar... -Acto seguido comenzó a pasarse la mano por su rostro como si lo hubiese dejado totalmente babeado. Clarke dio unos pasos atrás. -Eh -gritó hacia aquella mujer, la cual parecía estar mirando el cielo y a todos lados asustada-. ¿Qué está haciendo aquí? ¡Fuera de mi propiedad o llamaré a la policía!-grito asustada. La mujer la contempló durante unos segundos y se puso en pie. Aunque la poca luz que provenía de las farolas de la calle no le permitían observarla con claridad pudo intuir que era una mujer de gran envergadura y parecía desubicada, pues no dejaba de mirar de un lado a otro como si estuviese asustada, pero eso no fue lo que más llamó su atención. La observó de arriba a abajo. ¿Iba disfrazada de escocesa?
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