4.
Fort William, Escocia
21 de abril, 2018No supo cuánto tiempo estuvo en la oscuridad, pero poco a poco fue consciente de
que estaba tirada sobre la tierra. Abrió los ojos notando como una gota de sudor frío caía
por su mejilla. Gimió un par de veces notando como el cuerpo le pesaba en exceso, pero
progresivamente fue tomando de nuevo el control sobre él.
Estaba bastante oscuro. Miró hacia el cielo observando las estrellas y suspiró. ¿Pero
qué le había dado aquella mujer? Giró su rostro y se quedó de piedra ¿Pero qué…?
Aquello no era Fort William. Se encontraba frente a una casa o pequeño castillo,
jamás había visto algo así. Miró de un lado a otro, aún tumbada sobre la hierba,
recuperando poco a poco las fuerzas cuando fue de nuevo sorprendida.
Un pequeño perro corrió hacia ella abalanzándose hacia su pecho, se subió encima y
comenzó a lamerle el rostro directamente.
Lo apartó con algo de cuidado dejándolo en el suelo y contempló de un lado a otro,
había varios árboles, un pequeño camino de tierra que conducía desde unas vallas hasta
aquel castillo.
De nuevo, el pequeño perro se puso ante ella colocando sus patitas delanteras en su
frente y lamiéndole su nariz.
—Puajjjjj —se quejó —¿Pero qué diablos…? —gritó—. Apártate chucho… que me vas a
desgastar… —Lo apartó con algo más de brusquedad. Aquel perro parecía muy cariñoso.
Acto seguido comenzó a pasarse la mano por su rostro secándoselo.
Lo observó de nuevo, tan pequeño y dando saltitos, moviendo su cola a gran
velocidad y dispuesto a volver al ataque. Chasqueó la lengua y miró al cielo cuando una
voz femenina le distrajo.
—¡Eh! —gritó Clarke —. ¿Qué está haciendo aquí? ¡Fuera de mi propiedad o llamaré a la
policía!—gritó asustada mientras daba unos pasos hacia atrás.
Lexa se puso en pie de inmediato, asustada, y se fijó en la pequeña figura que tenía
delante. Intentó centrar los ojos en ella. ¿Eso era una mujer? Parecía que sí, tenía el
cabello largo, y parecía menuda pero ¿vestía pantalones? Ahí estaba pasando algo raro. A
saber el brebaje que le había dado aquella bruja. Debía de estar en un sueño inducido por
aquella bebida.
Observó a aquella mujer dar unos pasos hacia atrás, mirándola fijamente. Dio un paso
hacia delante cuando aquel pequeño perro volvió a ponerse ante ella con ganas de juego,
dispuesto a saltar sobre ella moviendo su cola con énfasis. Se puso en pie apoyando las
patitas delanteras en su pierna, como si quisiese unas caricias.
Lexa lo observó.
—Que te quites… —susurró moviendo la pierna para que el perro cayese. Volvió a
mirar a la muchacha y luego observó todo a su alrededor—. ¿Dónde estoy? —preguntó amenazante.
Clarke iba dando pasos hacia atrás, buscando las llaves en su bolso sin perder el
contacto visual con aquella mujer. Perfecto, encima una borracha.
Lexa dio unos pasos más hacia ella, en actitud intimidante, colocando la mano sobre
la espada dispuesta a atacar.
—¿Qué me has hecho? Maldita bruja endemoniada —rugió hacia ella.
Notó las llaves en su mano y acto seguido dio media vuelta corriendo desesperada
hacia la puerta de su casa.
—¡Eh! —gritó Lexa que salió corriendo tras ella—. ¡No huya!
Clarke llegó hasta la puerta pero de repente se vio elevada por los aires.
—¡Ahhhh! —gritó mientras se removía entre sus brazos—. ¡Suélteme! —Comenzó a
golpear con sus piernas las de Lexa mientras la mantenía elevada—. ¡Maldita sea! ¡Suélteme!
—¡Ahhhh! —rugió Lexa al recibir unas cuantas patadas.
Al momento, el pequeño perro se colocó ante ellas ladrando en actitud divertida,
como si también quisiese participar en su juego. Corrió de nuevo hacia la pierna de Lexa
volviendo a colocar sus patitas delanteras sobre la pierna de Lexa.
Lexa observó el perro mientras mantenía elevada a aquella extraña mujer que no
dejaba de intentar golpearle, gritar y removerse entre sus brazos.
—Quita, chucho —susurró intentando deshacerse del juguetón yorkshire.
Clarke tomó impulso con su cabeza y con la máxima fuerza que pudo la echó hacia
atrás golpeando la frente de aquella mujer, que gritó de inmediato y la soltó.
—Ahhh, maldita mujer hija del dia… —gruñó mientras se llevaba la mano a la frente,
sorprendida por el gesto de ella. Pero eso no fue lo único, observó como aquella
muchacha tomaba impulso con un saco que llevaba en su mano y lo estampaba contra su cara.
El impulso le hizo retroceder unos metros, pero aún así no llegó a perder el equilibrio.
Clarke gimió mientras cogía las llaves del suelo y corría hacia la puerta, aprovechando
que aquella loca parecía aturdida por el golpe que le había dado con su bolso, pero claro
estaba que no le había dado con suficiente fuerza, y ahora, parecía que estaba aún más
enfadada.
Iba a introducir la llave en la cerradura cuando esta vez notó como la agarraban por la
cintura y la arrojaban al suelo.
—¡Ahhhh! —gritó al caer. Intentó incorporarse pero se quedó de piedra cuando
comprobó que aquella mujer se había puesto frente a ella y la apuntaba desafiante con
una espada.
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Ojos verdes. (Clexa)
RandomTrescientos años las separan. Todos los derechos a su autor.