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La cabeza de Dante descansa en mis piernas mientras estoy tumbado en mi cama.

De vez en cuando acaricia mi pecho alzando su brazo y otras veces entrelaza su mano con la mía.

Me presta mucha atención como si fuera el único ser que habita en este mundo.

Aquí empieza la historia. Mi historia con Tania.

La conocí cuando ambos teníamos solo 13 años.

Era diciembre y hacía mucho frío. Estaba usando un abrigo de mi hermano que me quedaba muy bien.

Paseaba por las calles de Roma antes de entrar en el instituto. Me fijaba en todas las personas que pasaban delante de mí.

Niños pequeños llorando negándose a ir al colegio. Adultos caminando con prisa porque tenían que ir a trabajar. Personas pidiendo un café o una bebida caliente en alguna cafetería. Perros con jersey de varios colores.

Y allí estaba yo alegre al ver la vida de verdad aunque sabía que todo era demasiado pacífico.

Jacopo no quería estar mucho conmigo porque prefería hacer otras cosas que, según él, eran de chico mayor.

Pero siempre escondía estas cosas a nuestros padres. Les decía que iba a quedar con unos amigos antes de clase, pero siempre se veía con una chica detrás de una cafetería.

Yo mantenía las distancias y veía a mi hermano con aquella muchacha.

Ya os adelanto que mi hermano ha tenido varias novias, así que esta chica no era la definitiva.

Esa muchacha cogía el rostro de Jacopo sonriendo sin parar y besaba sus labios sintiéndose feliz.

Las manos de mi hermano se colocaban en sus caderas mientras ambos se besaban en una mañana de diciembre.

Una mañana de diciembre en la que una chica de mi edad pasó por delante de mí.

Su pelo corto me llamó mucho la atención porque estaba acostumbrado a ver a las chicas con pelo largo.

No podía perderla. Quería hablar con ella.

Caminé detrás de ella con mi mochila en la espalda. Giró hacia la calle izquierda y entró en mi instituto.

Me di cuenta de que era una especie de señal y tenía que hacer algo para que hablásemos.

¿Os imagináis un Damiano en pleno inicio de la adolescencia corriendo al lado de una chica, chocándose con ella y llamar así la atención?

Eso es lo que ocurrió.

Pero las cosas fueron a peor porque apareció mi hermano y me llamó enano cuando me vio pasando a mi lado.

Genial...

—¿Lo conoces? —me preguntó la chica. Asentí después de disculparme por haberme chocado con ella.

Menuda pregunta tan tonta... ¡Somos iguales!

—Claro que lo conozco.

—Bueno, pues se dice que es el chico con más fama en las relaciones —dijo ilusionada.

Tuve que controlar mis palabras para no soltar algo realmente borde describiendo a Jacopo.

—¿Fama? ¿Eso es importante?

La chica de ojos verdes y pelo negro me vio riendo asegurándome de que no tenía ni idea de lo que era la fama.

Jacopo siempre ha sido un buen chico aunque la gente se inventara rumores muy idiotas sobre él.

Damiano |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora