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—¡Damiano! —exclama mi hermano cuando llega a casa—. ¡Damiano!

No puedo gritar ni moverme.

Mientras le contaba una parte de mi pasado a Dante, entre preguntas y mis respuestas, se ha quedado dormido con la cabeza en mi regazo.

—¡Contesta!

Jacopo no se calla.

Va a despertar a su nuevo amigo.

Dante se mueve un poco y acaba abrazando mi cuerpo.

Los pasos de mi hermano se oyen más cerca.

Toco el pelo de mi amigo mientras me preparo para aguantar el enfado de mi hermano por no haberle contestado.

Aparece en el marco de la puerta. Está a punto de gritarme, pero no lo hace porque ha visto a Dante de espaldas durmiendo mientras acaricio su pelo.

—No podía contestarte —digo en voz baja viendo a mi hermano. Asiente.

Me alejo de Dante poco a poco susurrándole que siga durmiendo.

Con voz perezosa me dice que sí, que me esperará. Se mueve hacia arriba y descansa su cabeza en la almohada.

Sigue durmiendo.

Salimos de mi habitación y cierro la puerta por si acaso. No vaya a ser que nos pongamos a gritar y lo despertemos.

—Sabía que estabas aquí. He dejado las persianas bajadas y tú las has subido un poco —asiento caminando a su lado—. Tengo que quitarte las llaves de casa —bromea. Sonrío viendo su pelo corto.

—Eso no va a pasar. Por cierto, ¿me buscabas para algo?

Asiente y salimos de casa.

Abre el maletero de su coche familiar.

Podéis respirar tranquilos porque Jacopo no tiene ningún hijo.

Se ha comprado este coche hace unos meses como si tuviera muchísimos hijos.

¿Algún día creará un equipo de baloncesto con sus miles de pequeños?

En el maletero veo una caja blanca bastante grande.

—¿Droga? —le pregunto señalando la caja.

—Sí. Ahora estoy metido en ello. Vendo droga. ¿No lo sabías?

Río al oírlo.

Rueda los ojos teniendo paciencia. Acerca la caja a su cuerpo para poder levantarla.

—Quiero hacer reformas en mi habitación. Es un mueble que pondré cerca de la ventana.

—¿Qué guardarás allí? —le pregunto cerrando su coche mientras camina bastante rápido llevando ese peso.

Lo deja con cuidado en el suelo para descansar.

Intento coger la caja, pero me lo impide diciéndome que debo de estar bien para acudir a mis conciertos.

—Tengo muchas cosas para poner en ese mueble. Además, puedo esconder tu droga.

Río al escucharlo y a él no le hace ninguna gracia porque corre por el pasillo con la caja, la cual pesa bastante.

—Así que, ¿será un lugar nuevo para follar a Maca? —le pregunto intentando no reír.

Jacopo pone mala cara viéndome, cogiendo aire.

¿Os acordáis de Macarena? Bueno, pues ya no está en Italia porque le han surgido unos temas familiares en su país, Cuba.

Esta chica tiene muchos acentos de los distintos países latinoamericanos porque ha estado por un largo periodo de tiempo en alguno de ellos.

Puede pasar tanto como una argentina como una colombiana.

Sigue en una relación con mi hermano y se quieren mucho.

Han intentado llegar a un acuerdo para vivir juntos en algún lugar, pero nada.

Jacopo no sabe si seguirá con ella.

Maca quiere vivir en su tierra y Jacopo no quiere alejarse de nosotros, su familia.

Miles de kilómetros separan estos dos continentes y también sus corazones.

Han discutido un par de veces porque nunca llegan a un acuerdo y, a pesar del gran cariño que le tiene a mi hermano, puede cabrearse cuando Jacopo se pone de los nervios hablando de este tema.

Ambos se aman, o eso creo. Pero, sinceramente, no veo bien la cosa.

—¿Me ayudas a montar el mueble o prefieres dormir con Dante? —me pregunta.

—Un mix.

Empezamos a colocar las piezas en el suelo y nos ayudamos hasta tener una buena parte hecha.

Me estiro sentado en el suelo viendo a mi hermano.

Está a punto de cumplir los 30 y sigue aquí, en la casa de nuestros padres ayudándolos con todo y reformando poco a poco la casa.

Hace unos años el pasillo era de un color verde claro y ahora es de un color pastel muy bonito.

Cada día la casa de mi infancia y adolescencia tiene mejor aspecto.

Me levanto y le doy un gran beso en la mejilla a mi hermano.

Ríe contento. Deja de hacer lo que hacía hace segundos.

Me abraza con fuerza antes de que me vaya a mi habitación.

Una vez dentro, me acerco a las fotos que estaba viendo antes con Dante.

Era muy joven y no me merecía lo que me pasó.

Acaricio mi yo del pasado sonriendo un poco.

—Eras tan pequeño. Tan frágil e increíble que no estabas preparado para todo aquello —susurro.

Controlo mis lágrimas, pero no puedo.

Busco refugio y cariño en los brazos de Dante.

Lloro en silencio intentando no despertarlo.

Un amor que creaste tú solo, pequeño Damiano. Un amor no correspondido aunque creyeras que sí.

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Holaa.

Me encanta escribir escenas en las que aparecen los hermanos David. Me dan mucha ternura y mucha gracia.

¿Seguirán juntos Maca y Jacopo?

Ya veremos más adelante que pasa entre esta pareja.

Espero que os haya gustado este capítulo.

¡Nos vemos!

Damiano |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora