¿Alguna vez he hablado de la importancia de los abrazos?
Bueno, lo hago ahora que es buen momento para hablar sobre ello.
Cuando sientes un cuerpo cálido que te sostiene cuando estás muy alegre o cuando estás derrumbado.
Un abrazo vale mucho.
Un abrazo puede animarte y ayudarte a seguir adelante.
Te ayuda a ser fuerte.
Su abrazo fue muy bonito porque me sentí como un niño pequeño. Aquel niño pequeño que era hace más de 20 años.
Recuerdo tenerlo muy cerca de mí cuando me sentía mal por cualquier cosa de crío. Cualquier cosa idiota en los ojos de un adulto.
Ese abrazo me devolvió al pasado.
A aquel pasado que a veces amo y, otras, odio.
Mi corazón siguió latiendo a un ritmo bastante normal cuando me abrazaba.
La mano de Jacopo pasaba por mi pelo de la manera más lenta y cariñosa.
Estábamos delante del lago Martignano. Solo a mi hermano se le ocurre conducir por una hora el día de mi cumpleaños, escapando de mi propia fiesta.
Me llevó a este precioso lago para que pudiera calmarme, también para que me desahogara con él y Constanzo.
Después de abrazarme, nos sentamos en aquel césped.
Los dos chicos estaban a mi lado. Jacopo acariciaba mi mano con cariño mientras su cabeza descansaba en mi hombro, dejando besos en mi brazo de vez en cuando. Constanzo sonreía un poco para intentar contagiarme una sonrisa. También colocó un brazo alrededor de mi cuerpo, acercándose más a mí.
Estuvimos en silencio oyendo la naturaleza que nos rodeaba.
Me preocupaba no volver pronto a la fiesta. Mi hermano me cerraba la boca hablando por encima de mi voz, diciéndome que lo importante era que yo estuviera bien.
Sé que de vez en cuando mandaba mensajes a alguien. Seguro que esos mensajes eran para mis amigos, los cuales estaban en mi fiesta.
A su lado, la mirada preocupada de aquel muchacho me veía sin parar, esperando que estuviera bien.
¿Cómo puede estar bien uno si sus pensamientos son muy fuertes?
—Come un poquito más. Siempre estás criticando lo que hago.
Rueda los ojos y se levanta de la silla abandonando el pequeño comedor de mi casa.
La sigo sabiendo que está molesta.
Tengo que poner una mano en mi pecho cuando veo donde ha ido.
¡Qué susto!
Ha ido al balcón de mi apartamento, pero está alejada de la barandilla.
Tiene prohibido estar allí. Es peligroso.
—¿Qué te pasa? —le pregunto un tanto borde. Toso y corrijo mis palabras al instante, arrepentido por mi tono—. ¿Qué ocurre, cariño?
—Mamá y papá no tienen tiempo para mí. Me siento...
Comienza a llorar abrazando el peluche que tanto le gusta.
Se me parte el corazón al verla así.
Cojo su pequeño cuerpo y le doy un gran abrazo caminando poco a poco por mi casa.
Siempre se ha sentido querida, pero algo pasa en su casa porque las cosas han cambiado.
Sé que sus padres se centran más en su propia relación que en su preciosa hija. Stella y Thomas no paran de amarse y de reír a todas horas.
También sé que Felice ha tenido que pasar casi una semana con sus abuelos. Y yo quería estar con ella ahora.
Estamos los dos juntos desde hace tres días. No salimos mucho de casa. Será que, por esta razón, estamos insoportables entre sí.
Felice está enfadada y critica bastante mis comidas, las cuales están deliciosas, pero se niega a comer con sus berrinches y sus abandonos cuando se va del comedor.
Y yo soy un borde que puede hablar de mal manera con la pequeña.
Ambos no estamos bien y esto nos molesta bastante.
Tengo que controlarme cuando estoy con Felice.
Es solo una niña. No se merece oír ese tono de voz tan borde. Tampoco se merece oír mis malas contestaciones.
Joder, Damiano. Es solo una niña y no quieres que aprenda de ti. No quieres que le hable mal a los demás.
—Lo siento —digo llorando con la pequeña.
Al verme llorando, se preocupa mucho sin saber que me pasa.
Dice mi nombre intentando no llorar.
Suspiro y abrazo a Felice.
Los abrazos son muy largos. Tan buenos y largos que acabamos tumbados en la cama.
Los dos en silencio y su poni entre nosotros.
—¿Qué te pasa, tío Dami? —me pregunta tocando mi pelo mientras mi brazo está rodeando su cuello.
Sonrío al oírla.
Seco mis lágrimas preguntándome si debería de responder su pregunta diciendo una verdad o una mentira.
Elijo la primera opción.
—Estoy preocupado y estoy siendo malo contigo. Lo siento por ello —digo por fin.
—Yo también... Yo también estoy preocupada por ti. Además, soy mala.
Niego.
Abrazo a Felice mientras ambos lloramos en silencio.
Al final nos quedamos dormidos a los pocos minutos.
Ella triste porque sus padres están centrados en un tema bastante importante para ellos.
Y yo preocupado por la relación de mis mejores amigos, pero también por la salud de él.
Espero que esté bien.
•••
****
Holaa.
Necesito a Jacopo y a Constanzo cuando no estoy bien. Gracias.
Felice es muy pequeñita. No me gusta que esté así de triste y que cambie por culpa de sus sentimientos.
Es muy pequeñita y necesita mucho amor.
¡Nos vemos!
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Damiano |Måneskin|
FanfictionDamiano David fanfic. Damiano ha visto a sus tres mejores amigos encontrar el amor de su vida. Son felices y él es el más feliz al verlos tan alegres. Sabe que nunca encontrará a alguien con quien estar porque su corazón no le permite enamorarse de...