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Volver a Estados Unidos me hace bastante feliz, pero también me trae muchos recuerdos.

No es la primera vez que estamos aquí todos juntos, la familia David.

Hemos venido en otras ocasiones para pasar unos cuantos días, pero cuando vivíamos en Latinoamérica me atrevía a coger un avión y pasar un fin de semana en un lugar aleatorio de Estados Unidos.

Me gustaba eso de poner el mapa del país delante de mí, cerrar los ojos y dejar que el dedo eligiera por mí. Donde caía, es allí donde yo iría.

A veces iba solo y otras veces iba con mi hermano.

Era divertido eso de escuchar la voz del mayor contándome algo o "criticándome" para después acabar entre risas y cosquillas bastante molestas.

Ahora estoy con Jacopo en el Muelle de Santa Mónica. Agarra mi mano con fuerza mientras me desahogo poco a poco, también besa el dorso de esta viéndome sin parar.

Una vez más, mi hermano me escucha y seca mis lágrimas.

Le cuento mis pensamientos sobre Tania, ambos bromeamos al recordarla porque sabemos que así estoy mucho mejor.

De mi boca salen frases como: ¡Están enormes! o ¡Me siento un viejo a su lado!

Claro, estoy hablando sobre mis dos preciosas sobrinas, las cuales crecen cada día y me parece una locura el cambio que están teniendo.

Mi hermano se ríe bastante cuando me denomino como un viejo al compararme con estas niñas.

Le hace gracia todo lo que le cuento sobre mis sentimientos con Felice y Graziella.

Seca mis lágrimas mientras no cierro la boca diciendo lo mucho que adoro a estas chicas rubias.

También le cuento cosas sobre mi asquerosa vida amorosa.

Ambos estamos igual, pero sé que me está mintiendo.

Sé que ha tenido algún lío después de su ruptura y no me está contando nada.

Reímos al saber que estamos muy solos, sin pareja y sin amor. Aunque no me fío de sus palabras. Creo que me está mintiendo.

Su móvil suena, tiene una notificación. Lo coge al instante, ocultándome la conversación.

—¿Quién es? —le pregunto. Veo una sonrisa bastante pilla que me recuerda a un adolescente enamorado.

—Nadie.

—Genial. Buscaré en tus contactos a un tal Nadie —digo intentando ver la pantalla de su móvil.

La curiosidad gana.

Me acerco mucho a él, tanto que se resbala haciendo movimientos idiotas hasta que se cae en la arena.

Oculta la pantalla de su móvil en su pecho mientras se ríe.

En ningún momento ha mostrado ningún tipo de enfado por ser tan pesado con él.

Esto me alivia demasiado porque me encanta verlo riendo.

—¡No me toques, cazzo! —exclama riendo.

Nuestra ropa se ha manchado de arena, pero no nos importa porque seguimos moviéndonos en esta entre risas.

Seguro que nuestro pelo también se ha manchado.

El lugar va oscureciendo mientras reímos y gritamos felices, debajo de la luna oyendo el mar cerca de nosotros.

Seguro que no nos dejarán entrar en el hotel al vernos llenos de arena, pero no nos preocupa mucho.

El momento se calma poco a poco hasta que quedamos tumbados en la arena viendo las estrellas y la luna.

Damiano |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora