Takemichi se sentía como un pequeño gatito en medio de una manada de leones. Los aromas fuertes lo tenían mareado y aturdido. Aún no encontraba a Makoto entre los estudiantes y para colmo estaba perdido. Había recorrido gran parte del edificio, sin éxito alguno. Si no hallaba una solución pronto se pondría a llorar.
Llevaba menos de una hora en esa escuela y ya quería dar media vuelta y huir, pidiendo clemencia por su pobre alma.
Lo mejor que se le ocurrió fue buscar el tablero de anuncio. Si ese lugar era medianamente parecido al suyo, estarían expuestos los horarios de clases y las actividades iniciales.
Avanzó sin llamar la atención, doblando por un pasillo repleto de alfas y betas. Takemichi estaba tan concentrado intentando pasar desapercibido, que se sobresaltó cuando alguien puso una mano sobre su hombro.
Ahogó una maldición, dándose vuelta lentamente hasta quedar frente a frente con el chico que lo tocó. Un alfa por su aroma mentolado. Tenía un peinado extravagante, con un corte plano a la mitad de su cabeza y unas ondulaciones en la otra. Sus ojos felinos no parecían divertidos de verlo, aunque intentase parecer amable con una sonrisa casi espeluznante.
— ¿Eres un nuevo estudiante? — La voz del chico se abrió paso entre la multitud. Takemichi tuvo que inclinarse para escuchar mejor.
— Si... Si soy nuevo, llegué hoy y estoy un poco perdido. Soy Hanagaki Takemichi. — Respondió en voz baja, tembloroso.
— Soy Hajime Kokonoi, el delegado de los estudiantes de primer año y mi deber es guiarte hasta tu dormitorio.— Está vez sonó un poco mecánico, como si ya hubiese dicho esas palabras miles de veces.
— ¿Dormitorio? ¿No puedo elegir con quién quedarme? — Preguntó, recobrando un poco de su valor perdido. Solo para desinflarse cuando el tal Kokonoi se burló de él.
— ¿En serio? ¿Qué tipo de beta eres? Llegaste de último, irás a la primera habitación disponible.
— Ya veo...
— Supongo que tampoco tienes un uniforme, debo ver tus registros y encontrarte uno, aunque por el momento, buscaré en objetos perdidos algún uniforme que nadie reclamo. No puedes asistir a clases en esas fachas. — Kokonoi miró su reloj y en tono plano, prosiguió.— Tenemos una hora para tu próxima clase. Hay que darnos prisa.
Era demasiada información para Takemichi. A duras penas podía procesar que tendría dormitorio y un uniforme. Maldición. Debió haberlo previsto. Pensó que podría quedarse con Makoto, pero de vuelta, allí no eran como los omegas, ellos podían elegir con que compañero quedarse. Takemichi por ejemplo, estaba muy a gusto con Akkun.
Con suerte no tendría un compañero. Rogaba por un milagro.
Se dejó guiar sin rechistar, perdiendo lentamente a la multitud. Los dormitorios quedaban en un edificio contiguo, lo suficientemente grande para albergar a todos los alfas y betas. Takemichi había estado tan perdido, que no se dio cuenta de las áreas que comprendían esa escuela alfa. Era aún más grande que la omega.
Subieron por unas escaleras, con Takemichi en silencio y Kokonoi explicándole algunas reglas básicas de convivencia, como que no podía estar fuera del dormitorio después de las diez de la noche o que no podía armar conflictos sin ser sancionado.
Takemichi no tenía deseos de pelear, ni siquiera quería dejar huella de su presencia. Sería invisible hasta acabar la semana. Con eso en mente, mantuvo sus pasos firmes hasta que llegaron al dormitorio, exactamente a la habitación 412. Kokonoi le entregó unas llaves simples y le dijo que podía acomodarse mientras iba por el uniforme.
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Omega Impostor; Maitake.
RomanceOmegaverse. Tokyo revengers. ¿Qué haría un omega qué se infiltró en una escuela solo para alfas y betas? Descúbrelo en esta historia. Créditos de la portada a Sunshimita.