Se acurrucó sobre la cama, fundiéndose con ahínco en las tibias mantas de algodón. Su rostro apoyado en la almohada con su boca ligeramente abierta, soltando pausadas respiraciones. Estaba tan relajado, que ni siquiera los movimientos de Sanzu lo despertaron. Flotaba en una nube de armonía y paz.
Pero, por supuesto lo bueno no dura para siempre y como si fuese una mala broma, el estridente ruido de una alarma cercana lo obligó a mover sus pesados párpados.
Esa alarma no era la suya, pensó, mientras estiraba sus manos fuera de la manta con pereza, un pie también se asomó, sin ser consciente en realidad de sus actos. Su mente todavía estaba dormida.
— Akkun, apágalo por favor, quiero dormir cinco minutos más.— Susurró Takemichi, dándose vuelta. La mitad de su manta se deslizó fuera de la cama, dejando al descubierto la mitad de su cuerpo. Su pijama arrugada se había doblado alrededor de su abdomen, mostrando su cintura esbelta y blanquecina, las pecas que manchaban sus costados, no hacían más que resaltar las curvas.
Sanzu que estaba de pie al lado de la cama de Takemichi, miró con interés el menudo cuerpo de su compañero, incapaz de apartar la vista de él. Aclaró su garganta cuando pudo, preguntando con la voz grave y con un toque de sorpresa.
— Uh, ¿Quién es Akkun? — Takemichi al escuchar eso, abrió los ojos de golpe y recordó dónde estaba, escuela alfa, habitación de Sanzu. Se levantó con una rapidez que no sabía que tenía, mareándose en el acto. Tuvo que apoyar sus manos en el colchón para no caerse al suelo.
Sanzu extendió sus manos hacía él, ayudándolo a incorporarse, pero rápidamente se apartó como si fuese peste. Takemichi no pudo ver su expresión por el cubrebocas, supuso que estaba molesto por tener que ayudarlo.
Vaciló en responder a su pregunta, tragando con la garganta seca.
— Es un amigo, ¿Ya te vas? — Dijo en voz baja y con temor, mirando la hora del reloj apoyado en su mesita, aún era temprano para ir a clases.
— ¿No es obvio? Arregla tu cama antes de salir.— Fue lo último que escuchó, antes de que el chico tomara distancia, abriera la puerta y saliera apurado, dejándolo solo.
¿Qué había sido eso?
Cada vez entendía menos a su compañero de cuarto.
Takemichi suspiró, estirando sus brazos y piernas para despertarse por completo. Su cabeza aún daba vueltas por levantarse tan repentinamente, pero se estaba recuperando.
— Es un grosero, insoportable.— Susurró, haciendo su cama sin ganas. Palmeó sus almohadas para darles forma, colocándolas en su lugar, luego sacó las cosas de su mochila y dejó algunas en su pequeño armario incluyendo sus píldoras y el spray.
Lo siguiente fue su baño. Tarareó en la ducha, echándose una buena cantidad de champú en el cabello.- Hoy será un mejor día, evitaré a Mikey y a sus amigos, yo puedo. Yo soy Takemichi y nada me da miedo.- Su voz cantarina, resonó en los azulejos, el agua llevándose la espuma. Nada podía arruinar su buen humor.
Iría a clases, comería en silencio con Makoto y volvería a su dormitorio, tal vez acompañe a Makoto al suyo. Pocas opciones, pero que definitivamente matarían su aburrimiento.
No podría hablar con sus amigos como de costumbre, ya que ellos tendrían un horario distinto al de él, se conformaría con los mensajes casuales. Solo una semana, faltaban seis días para volver a su vida normal.
Se colocó su uniforme que descansaba en un gancho al lado de su cama, arreglándose nuevamente el cabello. Se miró en el espejo una última vez, dándose nuevamente ánimos a sí mismo.
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Omega Impostor; Maitake.
RomanceOmegaverse. Tokyo revengers. ¿Qué haría un omega qué se infiltró en una escuela solo para alfas y betas? Descúbrelo en esta historia. Créditos de la portada a Sunshimita.