Dudas; Capítulo 19.

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El débil tic-tac del reloj en la pared, junto al suave siseo del cambio de página de un libro, tenían a Takemichi adormilado. El silencio de la biblioteca no hacía más que acrecentar su estado de letargo y sus suspiros cansados. Tenía los brazos cruzados sobre la mesa y su rostro hundiendo en medio de ellos; sus cabellos enmarañados en su frente ocultando un poco sus ojos. 

—  Takemichi, no te duermas.— Le regañó Makoto en voz baja, fijando sus ojos oscuros en él.— Te hubieses quedado en la habitación si no querías estudiar.

Takemichi sacó la cabeza de su escondite y la levantó, torciendo sus labios en una mueca perezosa.

— Mikey-kun fue a despertarme muy temprano, no es mi culpa y, no quiero hacer tareas, de todas formas voy a irme pronto. — Se encogió de hombros y volvió a acomodarse sobre la mesa, decidido a tomar una siesta en lo que duraba la sesión de estudios, una hora, tal vez. 

— No seas flojo, ponte a leer algo, al menos disimula. — Murmulló Makoto, levantando el libro que tenía en sus manos para golpear sin demasiada fuerza la cabeza de Takemichi. El omega no se inmutó, a pesar de que el choque rebotó con la maraña de pelo. 

— No quiero. No entiendo nada de matemáticas y tú tampoco, ¿por qué tenemos que ver tantos números después de todo?

— No trates de pasarte de listo.— Takemichi cerró con fuerza sus ojos al prever otro golpe, el cual sorpresivamente nunca llegó. Makoto detuvo el asalto cuando alguien tomó asiento a su lado. Entreabrió uno de sus ojos,   intentando ver de quién se trataba. 

— ¿Interrumpo algo? — Preguntó el chico con una sonrisita amable, Takemichi se desperezó y se obligó a erguirse, con los ojos más abiertos. — También tengo algo de tiempo libre y estaba aburrido.— Prosiguió el del extraño corte con mechones amarillos, colocando la mochila sobre la mesa para sacar de ella unos libros.

— ¡Kazutora-kun! Detuviste la furia de mi mejor amigo, quiere obligarme a estudiar.

— Takemichi...— Farfulló Makoto, entrecerrando sus ojos hasta el punto de volverlos una línea. Si las miradas mataran... 

— Perdón, perdón.— Se defendió divertido, virando hacía el nuevo compañero de estudios.— En realidad no quiero hacer tareas, hace buen clima para dormir un rato.

Makoto abrió su boca para soltar una nueva tanda de quejas, pero Takemichi lo cortó haciéndole una señal de silencio con su índice. Estaban en una biblioteca.

— Ya veo, entonces no interrumpo nada, yo también voy a dormir. — Kazutora ni siquiera prestó atención a los libros y arrugó la mochila en una bola para usarla de almohada. 

Takemichi animado por la situación, apoyó el codo en la mesa y dejó caer su mentón en su mano.

— ¿Ves lo qué haces, Takemichi? — Makoto tenía las mejillas un poco roja, parecía que le saldrían humos de las orejas en cualquier momento.

— No es mi culpa, ¿Desde cuándo eres tan amargado? — Bostezó, abriendo con lentitud y pereza una de las páginas del libro que estaba frente a él, para echarle una ojeada y disimular que estaba haciendo algo. El montón de ecuaciones lo marearon, no entendía nada, sin embargo, no se apartó hasta que escuchó a Kazutora.

— Oye, Takemicchi, me enteré de lo que pasó con Sanzu, ahora eres algo así como un ídolo entre los betas de esta escuela. — Kazutora retomó el tema de sus vergüenzas, haciendo que las mejillas de Takemichi tomarán color.  En esa escuela eran peor que viejas chismosas, los rumores corrían más rápido que un tren bala. 

— No es algo de lo que me sienta orgulloso, fue un impulso. No lo volveré a hacer, ¿de acuerdo?

— Es qué mírate, quien hubiese imaginado que un escuálido y pequeño beta  hubiese reaccionado de esa forma.— Kazutora estaba gozando con las expresiones de Takemichi. El beta se veía bonito con le mohín en sus labios ligeramente colorados y húmedos. 

Omega Impostor; Maitake.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora