Takemichi anotaba los últimos temas de la pizarra sin darse cuenta que poco a poco se estaba quedando solo en el aula. El silencio era reconfortante, como también, los olores que poco a poco se esfumaban. Estar rodeado de tantos alfas y betas, de una u otra forma le afectaba, sus nervios estaban muy crispados.
Estaba por dar por terminada la clase, cuando sintió una pesada mano en su hombro. Se giró de golpe y nervioso, soltando un suspiro al ver que se trataba de Makoto, su mejor amigo parecía divertido por haberlo asustado.
— ¿Qué pasa, Take-chan? ¿Mal día? — Makoto lo ayudó a guardar sus libretas y los lápices regados en su pupitre. Takemichi se apoyó un momento en el pupitre, asintiendo desganado.
— Un poco, ¿A dónde se fueron los demás?
— Oh, deben estar en la cafetería. Mikey y su grupito salieron primero, es como si el salón apestara. Te vi tan concentrado apuntando que no quise molestarte, supongo que ellos pensaron lo mismo.
— Oh gracias, fue una clase muy interesante, aunque odio que sean tan despectivos con los omegas. — Dijo, levantándose con su mochila en mano, Makoto lo acompañó a la salida.
— No deberías preocuparte por sus comentarios, normalmente son así o peores, muy inmaduros.
— No importa ya, no compartiré clases con ellos el resto del día, aunque será una larga semana. — Murmuró un poco más tranquilo, su estancia en esa escuela no estaba siendo nada grata hasta el momento.
— Voy por algo la cafetería, ¿Vienes?
— Claro, pero primero pasaré al baño. Te veo allá, espero que la fila no sea enorme.
— Probablemente lo sea, los martes sirven mariscos. — Agregó Makoto sonriente, le desordenó los cabellos a Takemichi, antes de irse en dirección contraria a él.
El omega le devolvió una pequeña sonrisa y luego caminó hacia los baños, los pasillos estaba repletos de estudiantes, pero ya no se sentía tan abrumado como antes.
Entró al baño segundos después, aliviado de que estuviese vacío. Habían varios cubículos en línea recta, un montículo donde estaba varios lavabos y un espejo enorme sobre ellos. No estaban sucio o maloliente como esperaba, así que con confianza, entró a un cubículo.
Takemichi creyó escuchar los pasos de alguien más, pero no le dio importancia mientras terminaba. Salió del cubículo arreglando sus pantalones y casi soltó un grito al ver a su compañero de cuarto apoyado sobre el lavabo. Su mirada a través del espejo no era nada amigable, su ceño estaba fruncido.
¿Por qué tenía que ser tan inoportuno?
— Uh, hola. — Takemichi tragó en seco, dudando si acercarse al lavabo o no, al final lo hizo porque debía lavarse las manos.
— Ya descubrí tu secreto. — Esas palabras de Sanzu, enviaron escalofríos por todo su cuerpo. Tuvo que sostenerse sobre el borde del lavabo para no caerse de la impresión.
— ¿De qué secreto hablas? Que yo sepa, tú y yo no nos conocemos.
— Siempre me han desagradado los omegas, son todos tan manipuladores y cínicos. Por eso me caiste mal desde la primera vez.
Takemichi cambió de colores en un segundo, pasó del rosa de la vergüenza, luego su cara en blanco por ser descubierto y al final, el rojo de la irá. Estúpido, Sanzu, no podía estar hablando en serio.
— En primero lugar no soy un omega, soy beta.— Iba a negarlo todo hasta el final, tenía mucho que perder, entre eso su dignidad.— Y no tienes derecho a insultar a otros, independientemente de su subgénero.
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Omega Impostor; Maitake.
RomanceOmegaverse. Tokyo revengers. ¿Qué haría un omega qué se infiltró en una escuela solo para alfas y betas? Descúbrelo en esta historia. Créditos de la portada a Sunshimita.