Takemichi cabeceó por tercera vez en esa clase. Maldición, estaba aburrido y frustrado, su codo apoyado en el pupitre, con su cabeza acunada en la palma de su mano. No prestaba atención a las absurda explicación del profesor del porqué los alfas eran superiores a los betas y omegas, ¿acaso no tenía consideración con los betas que estaban en el aula? Era un alfa muy presumido. La mayoría en esa clase tenían la mirada perdida, algunos de ellos fueron más osados y se durmieron.
Así tuvo que soportar una eternidad hasta que todo terminó. Soltó un suspiro de alivio antes de sentir como su brazo era tomado con brusquedad. Abrió su boca para quejarse, pero al darse cuenta que era Makoto quien lo arrastraba fuera del aula, le siguió en silencio y un poco irritado.
— Cuando Yamagishi me comentó su plan creí que era una estúpida broma, ¿Qué haces aquí? ¿no tienes sentido de preservación? —Makoto lo soltó en un pasillo vacío, mirándolo furibundo. Takemichi se sobó el brazo, sin inmutarse ante el regaño de su amigo. No le tenía miedo.
— En mi defensa, me negué a hacerlo, pero Yamagishi estaba muy triste. Te extraña. — Comentó el omega, apelando al lado bueno de Makoto.
—También lo extraño, pero no me meto en su escuela. Es una locura. Si te descubren estarás en problemas y probablemente todos nosotros también.
— No puedes meterte a nuestra escuela, te estarías refregándote contra tu omega y eso sería un escándalo, y no me descubrirán, tú me cuidarás, ¿no es así?
— Ustedes están locos, es la única explicación para todo esto.—Makoto dejó su mal humor y por primera vez desde que se vieron, pareció feliz de verlo. Lo rodeó con sus brazos, acercándolo para un abrazo de oso. Los ojos de Takemichi se humedecieron, correspondiendo al gesto con soltura. — Me hacen mucha falta. No es lo mismo sin ustedes.
— Nosotros también te extrañamos, seis meses se hacen eternos. — Agregó Takemichi, con la voz ahogada de sentimientos. Valía la pena el esfuerzo por sus amigos, todos ellos eran muy unidos. Desde hace años están juntos, jamás se habían separado hasta ese momento. Los géneros secundarios eran una mierda.
— Lo sé... Ojalá no fuese un alfa, todo sería mas fácil.
— No digas esas cosas, nos puede defender de otros alfas. — Takemichi tomó distancia de su amigo, manteniendo sus manos en los brazos del mismo en un intento de darle ánimos.
— Oh dios, ni siquiera puedo hacer nada con los alfas de aquí. Dan miedo. No has visto lo peor de este lugar aún.
Trató de no entrar en pánico, al imaginar todo lo que tendría que pasar en esa larga semana. Ahora era él, quien necesitaba consuelo.— No me dejes solo, no quiero morir tan joven.
— Claro que no, te cuidaré la espalda. Ahora vamos a la cafetería. Solo hay un horario para el almuerzo y estará repleta.
Takemichi asintió y suspiró derrotado, se alejó por completo, siguiendo a Makoto por los interminables pasillos hacía la cafetería. Debía memorizar el camino, en caso de que tuviese que andar solo.
Tal como había dicho Makoto, en la cafetería no cabía un alma más. Hacerse espacio en la fila fue lo peor que le pasó en la vida. Lo empujaron y golpearon sin contemplaciones. Cuando por fin alcanzó una bandeja, le dolía el cuerpo y el rostro, alguien sin querer le dio una palmada en la mejilla.
— Son unos salvajes.— Refunfuñó, poniéndose tras Makoto cuando empezaron a servir. Sus ojos se abrieron como platos al ver la cantidad de comida que ponían en sus bandejas. Pollo, ensalada, arroz, papas, salsas, más pollo y un jugo de cajita. Ni en mil años se iba a terminar todo eso. A los omegas les servían porciones más pequeñas, solo con lo necesario.
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Omega Impostor; Maitake.
Любовные романыOmegaverse. Tokyo revengers. ¿Qué haría un omega qué se infiltró en una escuela solo para alfas y betas? Descúbrelo en esta historia. Créditos de la portada a Sunshimita.