Takemichi caminó con sigilo tras Sanzu, midiendo cada paso que daba por el césped. El clima había cambiado rápidamente y hacía mucho más frío, pero eso no le importó al omega mientras seguía al beta, aunque insistía que solo lo hacía por fines educativos, claro.
Sanzu ignorante del escurridizo espía, continuó su lento trayecto, desviándose hacía los pasillos exteriores del segundo edificio de la escuela donde estaba la parte administrativa y los clubs. No había nadie alrededor y la luz escaseaba por esos lares, no obstante, nada impidió a Sanzu detenerse a mitad del corredor, apoyando su espalda en uno de los pilares que conectaban los muros bajos de concreto.
Takemichi se detuvo tras unos arbustos, sin quitarle la vista a Sanzu de encima. El beta no hizo nada interesante, más que sacar un cigarrillo del bolsillo y un encendedor. A pesar de la oscuridad, el omega pudo vislumbrar el momento exacto en que Sanzu encendía el pequeño envoltorio y se lo llevaba a los labios.
¿Eso era legal?
Bueno, eso explicaba porque se apartaba de los demás.
Se dio vuelta para volver al salón con sus amigos, pero su incompetencia se lo impidió; Nada más darse vuelta, Takemichi resbaló sobre una superficie plana y húmeda, cayendo de bruces sobre algunos arbustos. Maldijo su suerte mientras se incorporaba, rogando a todos los dioses que nadie se hubiese dado cuenta, menos Sanzu, sin embargo, ese no fue su caso.
Al intentar componer su ropa y arreglarse el cabello, dio de nuevo otro paso en falso y casi, casi se va de cara al suelo. Lo bueno es que alguien lo sostuvo en el aire, Takemichi suspiró aliviado y luego esbozó una sonrisa.
— Gracias, yo... — Al levantar su cabeza, su sonrisa desapareció al ver a su salvador. No era otro que Sanzu. Takemichi cerró sus ojos y se tragó la sarta de improperios que quería lanzarle al destino. — ¡Sanzu, qué sorpresa! — Exclamó, camuflando su miedo con falsa modestia.
— Me estaba preguntando quién era el idiota que me esta siguiendo. Debí imaginar que solo tú podrías hacer tal cosa, Takemicchi. — Sanzu no levantó la voz, ni parecía molesto, pero los nervios de Takemichi se crisparon. Seguía sobre el agarre del beta, quien no lo soltó a pesar de que ya estaba a salvo.Takemichi carraspeó y colocó sus manos sobre los hombros del chico, apartándolo suavemente con las mejillas encendidas por la vergüenza de ser atrapado infraganti.
— Lo siento, no es lo que parece.— Trató de excusarse, fingiendo mal que se estaba quitando algunas hojas de encima para no tener que ver la expresión en el rostro de Sanzu, ¿Estaría molesto? ¿Asqueado?
— ¿Entonces no estabas espiándome?
— Sinceramente... lo hacía, pero solo porque me pareció raro que estuvieras por aquí solo. — Se encogió de hombros y levantó la cabeza, su cuerpo se relajó cuando no vio nada más que burla en la expresión de su compañero de habitación.— ¿No te da miedo la oscuridad, Sanzu?
— ¿Estabas preocupado por mí? — Inquirió Sanzu, alzando una ceja. Takemichi mordisqueó su labio inferior, encogiéndose de hombros.
— Volveré al salón, no te quedes mucho tiempo aquí afuera.
— Vete, no vaya a ser que uno de los fantasmas de la película venga por ti. Me pregunto como te armas de valor para seguirme, pero pareces un perrito mojado cuando estas viendo películas de terror, qué ironía.
— ¡No estaba asustado! Solo que ese tipo de películas me pone nervioso. Ahora sí, ya me aseguré de que estabas bien, ahora me voy.
— Esta bien, reina, no quise ofenderte.— Sanzu claramente se estaba riendo de él, por lo que Takemichi soltó un bufido y lo miró mal.
— Adiós, Sanzu.
Avanzó de nueva cuenta hacía el salón, pero frenó en seco cuando las primeras gotas de lluvia empezaron a caer. Retrocedió hasta ponerse a salvo en el pasillo, acurrucándose en una esquina. Se había mojado un poco y no era conveniente, el spray se correría y no estaría a salvo. Mierda, no había traído su mochila.
— Te acompañaré un ratito. — Masculló Takemichi, abrazándose a sí mismo.
Sanzu se paró a su lado, reclinándose esta vez sobre la pared. Se había desecho del cigarrillo mientras iba al rescate del omega, por eso estaba un poco aburrido.
— ¿No te gusta bañarte? — Preguntó Sanzu, mirando de soslayo a Takemichi.
— No es eso, es que... no me puedo mojar o se irá el spray, no estoy seguro si los supresores son suficientes para controlar mi aroma. Aunque supongo que estoy perdido ahora, ¿no?
— Uhm, supongo que tienes razón, de todas maneras no te puedes quedar aquí porque a las diez empiezan los monitores de la escuela a revisar que no haya nadie rondando. Te aconsejo que corras.
Takemichi gimió de frustración, queriendo ponerse a llorar allí mismo.
— No me voy a exponer ahora, esperaré.— Dijo con la voz quebradiza y débil.—Hice esto por una buena causa, pero estoy en tantos problemas. Ya quiero irme.
— No te juzgo, todos tenemos nuestro secretos y problemas.
— No me da mucha confianza viniendo de ti, estuviste a punto de desnudarme en un baño, ¿por qué? — Preguntó Takemichi, sin entender del todo el comportamiento de su compañero.
— Ya te lo dije, me desagradan los omegas. Son tan superficiales y manipuladores.— Respondió el beta como si nada.
— ¡Oye, eso es grosero!
— Tú preguntaste. — Sanzu se irguió y luego, su mirada melancólica se quedó plantada en la lluvia. Takemichi lo encontró fascinante a pesar de todo.
— ¿Por qué nos odias tanto?
— ¿No te has dado cuenta, Takemichi? — Preguntó Sanzu y luego prosiguió sin vacilar.— Soy un alfa, no un beta. Error, soy un alfa defectuoso.
Si Takemichi no estuviera apoyado sobre la pared, se hubiese ido para atrás. Estaba impactado e incrédulo por esa noticia. No podía creerlo.
— ¿Es una broma, verdad?
— No tengo un olfato desarrollado y no huelo a nada. Lo único que me hace alfa es mi anatomía y los estúpidos resultados de la prueba de genero. Desde siempre he sabido que soy defectuoso, los pocos omegas que se acercan a mí, se burlan porque jamás seré capaz de atraer a alguien. Ni siquiera puedo ser un beta común y es fastidioso.
Takemichi escuchó en silencio, sintiendo un nudo en la garganta. No sabía que decir y hacer, nunca había sido bueno consolando a alguien, lo primero y más tonto que se le ocurrió, fue lanzarse al chico y abrazarlo.
— Lo siento, Sanzu.
Su compañero se tensó por su toque, pero se sintió reconfortado por primera vez. Por inercia buscó mas de ese cálido contacto, solo para darse cuenta que podía oler un poco a Takemichi, el aroma era tan sutil, que temía que solo lo estuviese imaginando.
— Debes irte, Takemichi. Creo que viene alguien.
Y ahora sí, ambos estaban en problemas.
Buenaaaas, ya estoy de regreso, creo (???)
Solo fueron cinco días.
Gracias por leerme, de verdad, muchas gracias por el apoyo. Este cap es muy revelador (?)
Tengan un gran fin de semana.
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Omega Impostor; Maitake.
RomanceOmegaverse. Tokyo revengers. ¿Qué haría un omega qué se infiltró en una escuela solo para alfas y betas? Descúbrelo en esta historia. Créditos de la portada a Sunshimita.