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"¿En qué piensas?" Me preguntó aquella vez, mirando hacia la taza, como si quisiera leer mis pensamientos en el dulce café ardiente que seguía reposando en la mesa.

"En el final" respondí sin pensarlo dos veces. Detestaba que las cosas siempre concluyeran como el destino inevitable que flotaba sobre nosotras. Parecía que había algo más allá de lo entendible que se divertía destruyendo almas con finales trágicos. ¿Pero es que tal vez habría algún final que no hiciera llorar incluso hasta al cielo?

"Y... ¿Cómo es?" cuestionó con dulzura en su voz. Parecía intentar animar mis pensamientos aunque por dentro ambas nos moríamos.

"Quiero dejar de pensar en ello, si eso te responde la duda".

Nos miramos unos segundos más como si pudiéramos detener el tiempo. Cómo si nuestro interior no estuviera inundado en veneno, listo para matarnos las ilusiones al más mínimo movimiento.

"Piensa en el final conmigo" dijo dando vueltas a su taza, como si se tratase de un carrusel infantil que con cada vuelta se llevaría nuestros destinos.

"En eso pienso, y nos veo destruidas" mi voz ya sonaba rota, y dude de que alguna vez hubiera estado completa.

"Seremos dos hermosas supernovas, entonces".

Le miré con amargura, pero la sonrisa que me devolvió hizo que en mi interior creciera algo parecido a la esperanza.

"Destruye todo" le dije como si supiera desde entonces que ella duraría más que yo en esta guerra que seguíamos peleando.

"A las órdenes mi capitana".

365Donde viven las historias. Descúbrelo ahora